COLUMNISTA

La globalización del caos

por Carolina Jaimes Branger Carolina Jaimes Branger

 

El diccionario de la Real Academia Española define globalización como la «tendencia de los mercados y las empresas a extenderse, alcanzando una dimensión mundial que sobrepasa las fronteras nacionales».

Para unos, la globalización es la etapa actual del capitalismo, del neoliberalismo salvaje y las privatizaciones. Para otros, es el producto de las transacciones entre fronteras de bienes y servicios para beneficio de la humanidad.

Sobre este tema, quiero compartir con ustedes una conclusión a la que llegué hace años y que me llamó a reflexionar:

Conversaba con el doctor Ramón J. Velásquez sobre mi hija Sofía. Le contaba yo que descubrí con horror que cuando Sofía tenía tres años, creía que la gente se moría porque la mataban. No sabía sobre la muerte natural. ¿De dónde sacó tan espantosa conclusión?… Decía: “Cuando nos maten a todos…” Por supuesto, solo tenía que encender la televisión para ver las noticias de los asesinados a diario. O jugar algún juego de video donde un muñequito muy cuchi mata sin piedad a cualquier otro muñequito cuchi.

Me comentaba el doctor Velásquez lo difícil que resulta en estos tiempos (y eso fue hace casi veinte años, ahora es peor) educar a los muchachos, por la constante y extendida exposición a los mensajes contradictorios a los que están sometidos. No sólo son las películas y juegos de matazones, en los que los muertos no parecen tener dolientes, donde las tragedias familiares simplemente no existen, por el contrario, se hace apología de las acciones de un antihéroe, que, presentado como un héroe, dispara a diestra y siniestra para lograr su objetivo. También es dejar por sentado que el fin justifica los medios, no importa cuán inmorales, violentos y desgarradores estos sean.

«¿Te has dado cuenta de que también se está globalizando el caos?», me preguntó el doctor Velásquez. ¡No sabe él cuánto lo recuerdo!

Es muy difícil educar porque los valores «de la casa» son los antivalores «de la calle». Cuando en la casa se exalta la excelencia, en la calle prevalece la mediocridad. A los buenos estudiantes se les tacha de «gallos». Los hostigadores pareciera que siempre se salen con la suya. Los índices de suicidio infantil y juvenil no hacen otra cosa que subir. Quienes no dicen groserías cuando hablan son «pendejos». Los niños malcriados pueden molestar a quienes tengan la desgracia de cruzarse en sus caminos, porque los padres aducen que, si los regañan, los «traumatizan». Pero si son los padres quienes resultan ser molestados, «majan a palo» a los niños. El que roba sin que lo descubran es un «vivo», el que no roba por honesto es un «imbécil». Los enchufados son halagados porque aquí el dinero lava todo. Compartir con la familia es una «raya». Pero mientras más extraños y excéntricos sean los amigos, la cosa está «full buena». Burlarse de los demás y hacer chistes a costa de enfermedades o discapacidades está de moda. Preocuparse por algo es «perder el tiempo», porque «la vida es una sola, y hay que disfrutarla».  Y esto no sucede solamente en Venezuela. Es en América Latina, en América del Norte, en Europa, en Asia, en África y Australia. Héroes son quienes logran ir a contracorriente. Espero que todavía haya muchos héroes dispuestos a luchar por los valores.

En estos momentos, sobrepasan las fronteras los mercados, los bienes y los servicios. También las modas, las tendencias, las redes sociales. Y, además, el caos.

¿Habrá tiempo de detener su globalización?

@cjaimesb