“Con orgullo patrio personal militar de la Cogeavia, BAGFM, GAP N° 4, GAT N° realizaron juramento y firma de reafirmación de lealtad y compromiso con el ciudadano presidente de la República y comandante en jefe de la FANB Nicolás Maduro Moros reelecto para el periodo 2019-2025” (tuit de la Aviación Militar). “La FANB comprometida con la patria y apegada a la Constitución, ratifica el compromiso y lealtad absoluta a nuestro CJ @NicolasMaduro” (de la Armada). Y así, en la medida que se exploran las declaraciones, la lealtad incondicional, el apoyo total, la sumisión extrema copan la oratoria zalamera de los jefes militares.
No es la primera vez en la historia. Ya se había visto. En 1934 los oficiales alemanes también fueron obligados a reptar: “En presencia de Dios presto este sagrado juramento de obediencia incondicional al Führer del Reich y del pueblo alemán, Adolf Hitler, comandante supremo de la Wehrmacht, estando dispuesto como valiente soldado a entregar en todo momento mi vida por este juramento”.
Estos juramentos de lealtad hacia Maduro, organizados por Padrino López, regente del Ministerio de la Defensa, son instrumentos de chantaje institucional masivo: o firmas o estás fuera; o juras o perdiste tu carrera; o te manifiestas o hasta podemos ponerte preso por conspirador. Esa presión no es solo muestra del facineroso espíritu que encorva a los actuales jefes militares, que también se doblan para no partirse, sino del temor que sobrecoge a Maduro y a su despiadado entorno íntimo. El hecho de que tales demostraciones de sumisión tengan lugar, precisamente cuando el régimen dice haber descubierto una rebelión militar de colosales proporciones, muestra que las dudas sobre la lealtad es lo primero que debe rebotar entre el hueso frontal y el occipucio de Nicolás.
En un estado de descontento tan generalizado como el que parece haber dentro de los militares, una payasada como ese juramento lo que provoca es exactamente el sentimiento contrario. No es de dudar que cada vez que obligan a un oficial a una de esas babiecadas, este proceda a agarrarse el amuleto izquierdo para espantar el sortilegio y la pava macha del padrino-madurismo.
La lealtad no surge de una obligación y menos de un chantaje: brota de la comunión de ideas y principios. La que en estos días exigen no es la de los ideales compartidos sino la de la mafia que ofrece salvación a cambio de incondicionalidad; que promete bienes materiales (ultradevaluados) a cambio de conciencias obligadas y ultrajadas. Pero ninguna ignominia dura para siempre.