En nuestro recordatorio del comienzo de la gesta libertadora, el 19 de abril se transformó en fecha de orgullo, pero a partir de hoy no sólo será por el grito libertario, sino por la delictuosa fecha de opresión y tiranía a nuestro pueblo.
La injustificable represión ha causado asesinatos y torturas durante estos 18 años a los miles y miles de jóvenes idealistas cuyo único objetivo ha sido desear un mejor país para su desarrollo futuro y el de sus nacientes familias.
Hoy contamos múltiples muertes en las ensangrentadas manos de una barbarie transformada en política de estado que armó a las comunidades a través de nefastas representaciones paramilitares llamándolas colectivos.
Regresando de un tristísimo día como fue el 19-A, me angustia el no poder tener una clara respuesta de qué fue lo que pasó en las calles, exponiendo lo más sagrado de nuestra existencia como es la vida por obtener lo más digno de nuestra existencia, que es la libertad.
La angustia surge al poner en la balanza una vida llena de oportunidades, de sueños, de futuro y en la otra a un desalmado hombre bestia que sin dudarlo y una ligera presión de su mano, acaba con la vida e ilusión de la contrapartida.
Será que la libertad, la justicia y todo aquello que en conjunto conocemos como democracia vale tanto, o será que el ser humano puede también congraciarse con la tiranía y convivir en el estiércol de la corrupción, podredumbre de principios y ausencia de valores.
Qué dejamos de hacer en generaciones pasadas para que hoy todavía tengamos necesidad de dudar y no recibir una respuesta firme y contundente en defensa de aquello por lo cual, dos siglos atrás se regaron nuestros campos con sangre para que floreciera el árbol de la libertad.
Preguntémonos qué se ha hecho ese espíritu conmovedor del genio del Chimborazo en el patio de los sueños azules y por qué pareciera que lejos de estimular el crecimiento del espíritu, se recurrió a intentar ennoblecer la mentira, el odio, la incapacidad y la traición en inventos de fábulas zamoranas.
Al caer la noche duele seguir contando más héroes anónimos y sumando causas para el reclamo judicial por apresamientos de jóvenes cuyo derecho es irrespetado, pero nos llena de admiración y amor patrio.
Estoy seguro de que el momento ha sobre pasado la capacidad de encuentro de solución entre la dirigencia tanto política opositora, como la tiranía oficialista.
¿Qué puede surgir de este volcán en que hoy hemos convertido a nuestra patria? ¿Qué arado podrá romper esa congelada lava el día de mañana para volver a edificar la democracia y el palacio de la libertad? Siento un nudo en la garganta al imaginar lo que aún hemos de cantar por los que hoy son esos héroes sin nombre pero ciertamente con un gran lugar en nuestro futuro.
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