COLUMNISTA

Irracionalidades belicistas

por Alejandro Uribe Alejandro Uribe

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La guerra es un conflicto de tipo social entre grupos humanos, en el que se impone la violencia, el caos, la destrucción y la muerte; al que se recurre como última instancia de manera insensata y peligrosa, cuando los participantes no logran resolver sus diferencias mediante el diálogo, la negociación, la conciliación y la diplomacia.

Las causas de la guerra pueden ser económicas, religiosas, políticas o geopolíticas, donde se busca imponer la hegemonía de un grupo social sobre otro grupo y en la mayoría de los casos los objetivos son: someter, esclavizar, expoliar, destruir o apropiarse de los recursos humanos, naturales y activos de los perdedores, recurriendo en casos extremos a genocidios, pues es tal el grado de irracionalidad hacia el que se escala, que se pierde la sensibilidad humana y los hombres se convierten en fieras salvajes.

Los conflictos bélicos han existido desde la época de las cavernas y han azotado a la humanidad en todas partes del mundo, pero específicamente del continente europeo tenemos mucha historia de sus guerras, como fueron las de: Alejandro Magno, el Imperio Romano, las Cruzadas, las guerras napoleónicas, la Primera y la Segunda guerra mundial, entre otros muchos conflictos de gran intensidad y altos niveles de crueldad, que causaron hambrunas, migraciones, muerte y destrucción de esa zona del mundo, que ha sido la cuna de nuestra civilización occidental.

Siendo el hombre el único animal que tropieza más de una vez con la misma piedra, actualmente Europa por enésima vez, está tratando de ser involucrada en una tercera guerra mundial, que a diferencia de las guerras anteriores que eran de suma cero –donde lo que pierden unos lo ganan otros– esta es una guerra de suma negativa, donde todos lo perderemos todo –así creamos no tener velas en ese entierro–, debido a que existe la alta posibilidad de desencadenar un apocalipsis de carácter nuclear, que destruirá al planeta junto con la civilización humana, incluyendo aquellos que piensan que esta locura los beneficiará, como son los perros de la guerra y los vampiros económicos que ya han destruido a la economía mundial, con sus prácticas especulativas que generan caos y ruina, mediante el uso y el abuso de las devaluaciones de las monedas, debido a que ninguna divisa fiduciaria actual está en capacidad de conservar el valor del dinero.

En este caso particular de enfrentamiento entre Rusia y Ucrania, el conflicto se ha mantenido activo por más de 7 meses y ha ido escalando hasta tal punto, que el 26 de septiembre de 2022, producto de presuntos sabotajes a la infraestructura energética de Europa, propios del comportamientos de terroristas irresponsables, han ocurrido 4 explosiones en el mar Báltico en los gasoductos Nord Stream 1 y 2, que transportaban gas natural desde Rusia hacia Alemania, lo que ha hecho que grandes inversiones mil millonarias en euros se pierdan de manera irreversible y lo peor, es que de esa manera, Europa llega a un punto de no retorno y sufrirá en toda la intensidad los rigores del invierno presente y sus ciudadanos y empresas ya están quebrando, por factores tales como son la devaluación de su moneda, los altos precios y la falta de energía, para poder mantener en funcionamiento su agricultura y sus industrias, que son dependientes del gas y la electricidad.

Pero todavía se puede hacer algo de carácter racional para cambiar el rumbo hacia este desastre mundial, que es otra crónica de una muerte anunciada.

En primer lugar, hay que solicitar que líderes mundiales inteligentes, racionales, sensatos y pacifistas de la talla de Antonio Guterres –secretario general de la ONU–, el Papa, Xi Jinping, el rey Carlos III y otros líderes mundiales de buena voluntad, intervengan con una diplomacia eficiente y eficaz, para negociar inicialmente una tregua y un cese al fuego entre Rusia y Ucrania –al menos mientras pasan los 3 meses del invierno actual– que permita reunir en paz a los presidentes Putin con Zelensky, para desescalar la locura belicista existente, que solo conviene temporalmente a los perros de la guerra y a los vampiros económicos de la especulación, para que Rusia y Ucrania lleguen a acuerdos razonables, honorables, convenientes y justos, para las dos partes y para el resto de Europa y el mundo, teniendo en cuenta que al menos el señor Vladimir Putin ha manifestado su voluntad de hacer un alto al fuego.

En segundo lugar, muchos países de Latinoamérica desde México hasta Argentina, estaríamos dispuestos y muy complacidos a abrir nuestras fronteras para recibir a todos aquellos europeos que quieran venir en paz –emulando el comportamiento de las aves migratorias– para evitar los efectos de las bajas temperaturas invernales, que con toda seguridad los hará sufrir, enfermarse o hasta morir y si algunos de ellos deciden radicarse permanentemente en nuestras tierras, para trabajar, invertir y producir, donde existe energía renovable y muchos recursos naturales, serán bienvenidos, tal como ocurrió en épocas anteriores, durante las guerras mundiales pasadas o la guerra civil española, cuando muchos de nuestros ancestros llegaron arruinados y enfermos a estas latitudes.