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Inundaciones en Guayana 2018: causas y responsabilidades

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Diversas informaciones indican que en agosto de 2018 el río Orinoco llegó al nivel de 18,14 metros sobre el nivel del mar,  lo cual supera todos los valores que se habían registrado antes.

Algunos han opinado que estas crecidas se deben a deforestaciones o al Arco Minero. No creo que eso sea correcto. Creo que esas crecidas fueron generadas por un evento climático de altas proporciones, que todavía no ha sido correctamente caracterizado; tal vez una precipitación cuya intensidad y duración es excepcional. Esos sucesos tienen un período de retorno, es decir, el tiempo que tardan en repetirse; tal vez ocurrieron hace centenares de años, luego las poblaciones humanas ocuparon las áreas naturales de desborde y de allí vienen las calamidades. También puede ser que el cambio climático tenga una cierta influencia en el período de retorno de esos eventos, en su duración y en su intensidad.

Las nacientes de los grandes ríos (Orinoco, Caura, Paragua, Caroní, etc.) están en el sur del país y esas zonas tienen alta cobertura de bosques. El mapa publicado por Pacheco y colaboradores en el año 2011, aunque tiene 7 años de antigüedad, demuestra la tendencia del uso de la tierra y la deforestación que existe principalmente en la zona norte de Guayana, porque allí están las mayores concentraciones humanas.

Otro asunto que está claro es que esa deforestación se origina esencialmente en la agricultura y ganadería anárquicas; no es por la minería, y mucho menos por el Arco Minero (que apenas fue decretado en 2016). Nadie ha calculado la extensión exacta de las áreas afectadas por la minería; mi estimación personal da una superficie cercana a 200.000 hectáreas, lo cual representa 3,2% del total de 6,3 millones de hectáreas de bosques que se han destruido en esa región, debido a malas prácticas agropecuarias.

Fuente: Pacheco C, Aguado I y Mollicone D. 2011. Las causas de la deforestación en Venezuela: un estudio retrospectivo. Biollania Edición Especial 10: 281-292.

Hay miles de afectados por las inundaciones. Eso se podía mitigar si hubieran funcionado los sistemas de alerta temprana. Un río como el Orinoco tarda muchos días en crecer hasta llegar a los niveles actuales. Eso ha ocurrido varias veces en los últimos 20 años y no se instalaron estaciones climáticas que permitieran el monitoreo y predicción de los caudales. Por el contrario, en Venezuela muchas estaciones han desaparecido o ya no se recolecta la información. En los años ochenta vimos cómo Edelca inició la instalación de una densa red climatológica en la cuenca del Caroní para lograr un manejo eficiente del embalse del Guri; una gota de agua que cayera sobre el Auyantepui era registrada en tiempo real en la sala de operaciones de Edelca.

Una publicación de esa empresa indica que, en 2008, había 72 estaciones pluviométricas en esa cuenca. Éramos ejemplo para toda Latinoamérica. Ahora estamos en la cola en cuanto a instrumentación y evaluación hidroclimática. Según la página web del Inameh, en 2016 y 2017 solo 29 estaciones registraron la precipitación en la cuenca del Caroní, y de manera muy irregular, pues faltan muchos datos.

En el estado Amazonas, en el año 2000, había 11 estaciones pluviométricas operativas y actualmente solamente hay una (San Fernando de Atabapo), también de manera irregular. ¿Cómo se pueden tomar previsiones contra las inundaciones si no hay medición de las lluvias? En estos momentos ni siquiera sabemos cuánto aporte de caudal llega de cada afluente del Orinoco, por ejemplo del Meta (que viene de Colombia), o del Uribante y el Caparo (que nacen en los Andes venezolanos y que desembocan en el Apure), o del Caura o del Caroní.

No soy defensor del Arco Minero, pero tampoco creo conveniente caer en engaños. No se pueden confundir las causas de los siniestros que actualmente están sufriendo las poblaciones del sur del país. Hacerlo significaría gastar tiempo, recursos humanos y financieros en «soluciones» que muy poco tienen que ver con los problemas que se pretenden resolver. Es perentorio que la gerencia pública ambiental, además de actividad política, también actúe de manera técnica. La vida y el bienestar de muchos venezolanos dependen de su gestión.

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