El desgobierno de Maduro hace rato que viene disparando sus mentiras sobre nosotros, en pleno rostro, vaciándonos los ojos. Como Rufo Antonio Chacón Parada, estamos ciegos y en nuestra ceguera seguimos caminando rumbo a no se sabe dónde.
Este capítulo de la historia reciente de Venezuela me recordó una de las lecturas más difíciles de mi adolescencia, aquella pesadilla de Ernesto Sábato que lo llevaba a uno por túneles y cavernas malolientes a una velocidad de carrito chocón.
Publicado inicialmente como un apéndice de la novela Sobre héroes y tumbas, su Informe sobre ciegos (1961) da cuenta de la existencia de un antiguo complot milenario urdido por una oscura secta desde la cual, según Fernando Vidal Olmos, quien narra su neurosis en primera persona, se tejen los siniestros hilos que gobiernan el sentido del mundo y de los hombres.
El descenso a su particular Hades encierra pasajes verdaderamente nauseabundos que desvelan los instintos más bajos del género humano. Se trata de una metáfora sobre la eterna dicotomía entre la vida y la muerte, el bien y el mal en la que Dios sale aparentemente muy mal parado.
Es en esta dualidad en la que se debate el protagonista que nos veo cuando, paranoicos de metra, le damos la espalda a la posibilidad de un diálogo que resuelva el mal viaje en paz; entendiendo por mal viaje el fracasado experimento socialista chavomadurista.
Héroes tenemos muchos, la mayoría anónimos. No queremos más. La Tumba del Sebin que la sellen para siempre jamás. Sin cruces ni epitafios. Pero que no se nos olvide, porque la memoria y la justicia van de la mano; y sin justicia no hay paz durable.
Mañana o pasado cuando de Barbados o de Oslo, o del fondo del fango, salga por fin el humo blanco para unas elecciones libres con observación internacional, habremos de reconocer que el fantasma de una solución fácil y rápida enturbió demasiado tiempo nuestra mirada. Definitivamente, no hay peor ciego que el que no quiere ver.
El gobierno es mentiroso. Cierto. Con terroristas no se negocia. De acuerdo, pero la violencia engendra violencia en un círculo infinito.
Guaidó habla de trabajar estratégicamente en todos los flancos y eso está bien. Lamentablemente, los partidarios del mal no dejan de apuntar contra él sus dardos envenenados. «Si se hiciese alinear a todos los canallas que hay en el planeta ¡que formidable ejército se vería y que muestrario inesperado!”, dice Sábato. Sin duda. La buena noticia es que hasta Vidal Olmos encontró su gran “Ojo Fosforescente”, su centro, al hacer consciente lo inconsciente.
Siempre amanece y, en mi opinión, el pobre Dios continúa siendo injustamente desprestigiado. Le atribuimos sin cesar todos los males; y la realidad es que lo que fue, es y será de nosotros depende.
Por supuesto, como reconoce el angustiado protagonista cerca del final, “hay todavía algunas variantes de las variantes, que no vale la pena que yo describa pues cada uno de ustedes puede fácilmente ensayar como ejercicio; ejercicio por otra parte útil ya que nunca se sabe cuándo y cómo puede caerse en alguno de los ambiguos mecanismos de la secta».
Con esta velada advertencia cierro este que, desde el miedo que me infunde la oscuridad, más que un informe sobre ciegos, pretende ser un informe para ciegos ¿Quién lo transcribe al braille?
mariagab2016