Hablando del tiempo islámico después del siglo VII, y una vez difundido el islam por la expansión de los califatos en los países arábigos, se presentan en sus sociedades ciertas fuerzas unificadoras que caracterizan al habitante y que define su estereotipo en lo referente a su temperamento y forma de comportarse familiar, grupal y socialmente, estableciendo una idiosincrasia particular, que mantiene vivo, de hecho, el espíritu de la unidad árabe.
Una de estas fuerzas, tal vez la más importante, es el idioma común a las naciones árabes. La otra es la religión, de la cual nos ocuparemos en otra oportunidad, tratando en este artículo el lenguaje, que ha sido y seguirá siendo un factor primordial en la identidad y caracterización de los pueblos. La importancia del árabe se manifiesta, en primer lugar, en ser el idioma vivo actual más antiguo del mundo, además de poseer una riqueza a nivel semántico, gramatical y lingüístico inexistente en cualquier otro idioma.
Es el idioma de mayor polisemia y sinonimia, esto es, la mayor pluralidad de significados para una palabra o cualquier signo lingüístico y, la mayor cantidad de diferentes palabras con el mismo significado. Abarca millones de palabras frente a cientos de miles en otros idiomas, lo cual lo enriquece para expresar en forma precisa las ideas y los pensamientos.
En todos los países y las regiones donde se habla la lengua árabe se da la peculiaridad de la diglosia. El término diglosia se refiere al hecho de que una misma lengua tiene dos variedades básicas que conviven una al lado de la otra, realizando cada una funciones diferentes. Probablemente este es un fenómeno lingüístico universal, aunque en los países árabes es un hecho que caracteriza a todas las naciones. Esta particularidad es común a los hablantes de árabe y probablemente ya provenía del período preislámico.
La diglosia se aprecia en el hecho de usar árabe coloquial para la vida cotidiana, y el árabe estándar moderno, conocido en el mundo académico como MSA, en la escuela. El MSA es la versión moderna del árabe clásico, erudito y litúrgico, usado en el Corán (libro sagrado del islam) desde el siglo VII. Generalmente el árabe estándar moderno se usa en textos escritos, sermones, tesis universitarias, discursos políticos, programas de noticias, mientras que el coloquial se usa con la familia y amigos, aunque también en algunos programas de radio y TV. El árabe clásico continúa hasta el día actual, pero en los siglos XIX y XX surgieron nuevas élites que, influidas por el poder y la civilización occidental, revitalizaron el árabe clásico y formaron el árabe estándar moderno, adaptado a la vida actual. De esta manera, y a través de los medios de comunicación, el MSA ha tenido amplia influencia sobre el público y es en la actualidad la lengua oficial en todos los países árabes, factor unificador de las naciones.
Para finales del siglo XX, la lengua árabe alcanzó ser el octavo idioma nativo más hablado en el mundo (270 millones de hablantes nativos o primer idioma) y el quinto idioma más hablado del mundo si se incluyen los que lo tienen como segundo idioma (240 millones de hablantes más). Además, es la lengua oficial en 20 países y cooficial en otros 6, y una de las 6 lenguas oficiales de la Organización de las Naciones Unidas, incluida desde 1974.
El idioma es la esencia fundamental que sirve de cimiento para la agrupación de las naciones y sus habitantes. Sin embargo, el MSA, siendo el medio de la redacción seria y el discurso público formal en todo el mundo árabe, paradójicamente nadie habla ese “estándar” como lengua nativa, no es la lengua materna de nadie!, lo que se utiliza coloquialmente es el dialecto de cada región. De tal manera que toda la población domina su dialecto, y los más cultos el MSA. Esta es una preocupación perenne en el mundo árabe sobre el estado de la lengua. Así lo manifestó John Fowles en la introducción de la novela Miramar de Naguib Mahfouz, egipcio Premio Nobel de Literatura 1988, al afirmar: “De todas las literaturas contemporáneas mundiales, la menos conocida es la del mundo árabe, uno de los problemas principales es la lengua. El árabe, con sus marcadas diferencias entre la forma coloquial y la literaria, es muy difícil de traducir a una lengua pragmática y casi puramente vernacular como es el inglés”.
La realidad es que en las poblaciones árabes, a pesar de la existencia del árabe estándar moderno, no existe la uniformidad del idioma coloquial como se presenta en Latinoamérica en los países de habla hispana, donde un charro mexicano se entiende perfectamente con un gaucho argentino, sino que, en los países de habla árabe se presenta, en extremo, el hecho de que un marroquí rural y un iraquí rural no son capaces de entenderse; luego están los casos como el de un argelino urbano y un jordano urbano, quienes deben recurrir al MSA para lograr la comprensión, e incluso usando dialectos conocidos por ambos como el egipcio, el más difundido a través del cine y la TV; y finalmente se presentan situaciones más favorables, como es el caso del habla popular en la zona del Levante, aplicado conjuntamente en Siria, Jordania, Líbano y Palestina, donde todas estas poblaciones conservan el mismo idioma coloquial.
Los literatos panárabes han planteado la idea de la creación de un “árabe medio” que se base en el estándar escrito, menos complejo, y con las características dialécticas más comunes; lamentablemente hasta los momentos no hay una autoridad única para elaborar ese “árabe medio” y que sea aceptable por todos. Ojalá ese sea un proyecto que propicie más acercamiento entre las naciones que conforman uno de los bloques vitales del mundo actual.