«Todo parece decidido, solo falta un empujoncito», dicen. Muchos ya cuentan los pollos antes de nacer y empiezan a planificar el futuro. Y aquí, más cerca del retorno a la democracia, porque algo debe pasar antes del 23 de febrero, es cuando me atrevo a llamar la atención y a alertar sobre el riesgo de obnubilarnos y perder la perspectiva.
No es solo Voluntad Popular el que lidera el proceso, por ejemplo. Y aunque muchas de sus cabezas visibles son las que aparecen en el tablero, porque Juan Guaidó, nuestro presidente interino, es de ese partido, lo cierto del caso es que es mezquino atribuirle en exclusiva el éxito parcial de lo logrado.
Aquí la responsabilidad es de muchos que se han embraguetado, políticos y sociedad civil. Cómo se han movido los diputados de la Asamblea Nacional, los dirigentes gremiales, los líderes vecinales y, finalmente, la gente de buena voluntad, que contagiada por el entusiasmo se ha sumado a esta gran cruzada a pesar de que hace un par de meses todo era desánimo y desesperanza.
Por ahí he leído las historias de cómo Leopoldo López organizó todo y he de decir que así como él otros políticos, quizás menos mediáticos o con una estrella más apagada, también han tenido parte decisiva en lo que se ha conseguido hasta ahora. Los días venideros muy posiblemente se les hará justicia, más escondidos, pero igual de importantes. Ojalá sus historias también salgan a la luz.
Tampoco hay que volverse locos con el dinero. Guaidó anunció que se han recaudado 110 millones de dólares en ayuda humanitaria, lo que es como mucha plata. ¿Hay contraloría?, ¿quién lleva el registro detallado de todo?, ¿me aseguran que ni un dólar ha ido a parar a los bolsillos de gente aprovechadora? Sé de expertos en la materia a los que no han llamado y ni siquiera les han consultado, para dejar que otros recién llegados asuman el control de un proceso complicado y decisivo, lo que por lo menos me genera algunas dudas.
En este momento, con la victoria más cerca, los más vivos, los aprovechadores de siempre, los que no tienen ningún empacho en hacer de cualquier cosa un negoción aparecen de la nada. De esos hay que cuidarse. Este momento histórico necesita de gente de elevada calidad moral, que sea justa y que no se deje encantar por las mieles del poder.
No, Guaidó, no es momento de pensar en que puedes ser candidato presidencial, aunque las encuestas te avalen y tu entorno te lo diga. Tampoco es tiempo de dejar fuera a nadie. Es la hora de sumar porque el mandado no está hecho y sin eso todo lo demás es una quimera. Lo primero es lo primero, solo después podremos pensar en la reconstrucción y en candidaturas, allí sí.
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