COLUMNISTA

Hambre de libertad

por Pablo Aure Pablo Aure

¿Alguien por acá siente ambiente electoral? No ¿verdad? Porque no son elecciones, por eso no tiene ninguna importancia hablar de lo que ocurrirá el 20 de mayo. Ese tema de la farsa electoral es insignificante para lo que ahorita está ocurriendo en las calles, en los hogares, en las escuelas, en las universidades, en los hospitales y en los cuarteles de Venezuela. Hay hambre: ¡de comida, de salud y de libertad!

El descontento no se calmará con nada, lo único que aliviará la molestia general es la salida del causante de esta megatragedia nacional. Podrán presentarse los candidatos que quieran, incluso, posponer la fecha del fraude, inscribirse nuevos rostros identificados con la oposición, conceder uno o dos rectores del CNE, eliminar ese parapeto de la asamblea nacional constituyente. O sea, ya no hay manera de evitar el desalojo de Nicolás Maduro y de todos sus colaboradores. El desespero por salir del régimen se ha convertido en un sentimiento colectivo. Repito: no importa si se produce o no, eso que han pretendido denominar elecciones presidenciales. El desenlace está cantado y será pronto.

La complicidad podrida

Por otra parte, el papel de Bertucci o de Falcón tampoco tiene importancia porque ellos están jugando en el mismo tablero de la tiranía y correrán con la misma suerte.

Saben muy bien lo que están haciendo y desde luego, no les sorprenderá lo que pueda ocurrir antes, durante o después del 20 de mayo. Su triste complicidad le llegó tarde al régimen, pues nació podrida, ya nadie o solo muy pocos se comen sus cuentos.

Mensaje directo y claro

Para los que dicen que la comunidad internacional no hace nada, les tengo que informar que en este caso están equivocados.

Los reiterados anuncios sobre el desconocimiento de la asamblea nacional constituyente y al supuesto proceso electoral tienen una clara intención. Al igual que las insinuaciones a los militares venezolanos por parte del Departamento de Estado de Estados Unidos. Muchas coincidencias. Nicolás Maduro en el poder tiene sus días contados y lo que ahora se negocia no son las condiciones de las elecciones sino las de la salida de Nicolás, quien se ha transformado en un pesado “bacalao” imposible de soportar. Si literalmente no se rinde, pues entonces lo más probable es que sea depuesto por sus propios “camaradas”, quienes le dirán: “Mi comandante en jefe, lo acompañamos hasta el hoyo, pero no daremos un paso al frente porque no nos enterraremos con usted”.

El solo hecho de que la comunidad internacional reconozca las decisiones del Tribunal Supremo de Justicia en el exilio ya es suficiente para imaginar que si esta gente no sale de Miraflores por “las buenas”, lo sacarán “por las malas”. No es casual que Estados Unidos, los países vecinos y hasta los de otro continente expresen su rechazo a lo que ocurre en el país. ¿Será que habrá que ser un iluminado para darse cuenta de lo que viene? Me late que ya la señal está dada, y solo es cuestión de semanas –o de días– para comenzar la desocupación y en consecuencia la transición.

Raspando la olla

El régimen está estirando la arruga hasta donde pueda, en el ínterin echando mano a todo lo que se le atreviese. Banesco y BOD son claros ejemplos del raspado de olla. Los mismos bancos de los que bastante se sirvieron para realizar sus jugosas negociaciones. No piensen que la intervención de esas entidades bancarias es para distraer la atención de las decisiones del TSJ. No, nada de eso. Lo hicieron porque esas operaciones también forman parte de las negociaciones para la salida del régimen. Los camaradas dirán: “Mientras más tengo, lógicamente más puedo pedir a cambio de la entrega de Maduro”. Definitivamente: son unos bichitos.

La comunidad internacional sabe muy bien que se enfrenta a criminales sin escrúpulos. Para los gringos no es novedosa esta manera de negociar. Ellos conocen ese estilo de juego y cuando se proponen algo, la historia ha demostrado que siempre lo consiguen sin importar la manera de negociar ni el valor que tengan que pagar. Ellos están interesados en despejar a Venezuela de sus enemigos y tengan la seguridad de que lo lograrán.

Los acontecimientos están en pleno desarrollo.