COLUMNISTA

Hablemos de sexo

por Julio Moreno López Julio Moreno López

Bueno, pues por fin me atrapó el maldito covid. Pensaba que era inmune, la verdad, después de sobrevivir a tenerlo en casa dos veces sin haberlo cogido, pero no; no soy inmune.

Sin embargo, no todo son penurias, al menos en mi caso. Para ser honesto, más de una vez, a lo largo de este último año, he deseado ver la doble raya roja en el test.  No es fácil poder disfrutar de varios días de aislamiento, más cuando tienes tres hijos. Quizá por eso, me he hecho la prueba en cuanto he tenido el más leve constipado; de hecho, ya me había comprado un rotulador rojo, de esos de punta fina, por si acaso, pero hasta ahora, nada. Hasta el martes, día en que, por fin, el resultado fue positivo.

Estaba yo en el baño, con mi test, escupiendo en el tubito ese, que por cierto, gran invento los test de saliva. El palito de la nariz lo he guardado para cuando se decidan a levantar el museo de la tortura moderna, aunque encajaría perfectamente en cualquiera de los museos de herramientas de tortura que hay por toda la geografía española.

Pues eso, que estaba yo mirando el test, que no sé por qué circunstancia me recuerda siempre a un predictor. Y eso que yo, lógicamente, nunca he usado ninguno. Bueno, digo lógicamente pero ahora, con tanta igualdad e inclusividad, igual los hombres se hacen el predictor también. Sí, es cierto que no pueden quedarse embarazados, mientras no se demuestre lo contrario, pero sin embargo tienen derecho a quedarse embarazados. Lo dice Irene Montero, y si no lo dice, lo dirá. No importa que tal derecho no valga absolutamente para nada, pero hay que luchar porque sea reconocido.

No sé si recuerdan ustedes esa escena de La vida de Brian, de los Monty Phyton en la que los miembros del  “frente nacional de Judea” están sentados en un anfiteatro y uno de ellos, Stan, se descuelga con que quiere que, a partir de ese momento, le llamen Loreta. Ante esto, sus compañeros le preguntan que por qué quiere ser Loreta y Stan, o Loreta, contesta que quiere tener hijos. El líder del grupo, interpretado por el genial John Cleese, al que se le está acabando la paciencia le dice: “Pero Stan, tú no puedes tener hijos”, a lo que este contesta: “No me oprimas”. Entonces, Cleese replica: “No es que te oprima, es que no tienes matriz”. Así que Judith, la única mujer del grupo, propone que aunque no puede parir, puede, sin embargo, tener derecho a ello; y entre todos deciden luchar por su derecho a parir. La realidad, a veces, imita a la ficción.

Es curioso, pero en el ideario del comunismo moderno, la lucha de clases ha dejado paso a la lucha de géneros. Y esto es normal, al menos en España, donde increíblemente están gobernando, en coalición, si, pero gobernando.

Ahora no pueden tomar las calles para protestar por el aumento del precio de la luz, del combustible, de los alimentos, el escaso aumento de los salarios, públicos y privados, y todas estas materias otrora tan importantes de las que siempre se ha hecho bandera en la lucha proletaria, porque una cosa es tener espíritu de oposición y otra hacerse oposición a sí mismos, así que hay que encontrar nuevas reivindicaciones para salir a la calle.

Ahora, lo que preocupa al proletariado no es el bolsillo, el suyo. Parece ser que la famélica legión pasó a mejor vida, a juzgar por el lustroso aspecto de sus señorías y acólitos, y ahora lo que preocupa al populacho es la condición sexual; la suya y la del vecino.

Así que hoy los sindicatos convocan manifestaciones para que las niñas de 16 años, que no pueden pedirse una cerveza en un bar, sin embargo tengan derecho a abortar sin tan siquiera comunicárselo a sus padres; para que los niños de 5 años, que no saben siquiera escoger su ropa, puedan elegir su propio sexo. Y no nos olvidemos que ahora uno puede decidir si es hombre, mujer o “no binario”, es decir, ni hombre ni mujer, o sea, por ejemplo, ser una berenjena, y que en tu carnet de identidad figure que lo eres.

Los problemas van a venir o están viniendo ya. Recientemente, un hombre con un mostacho como José María Iñigo y un rabo como Kunta Kinte se ha librado de la ley de violencia de género porque se había declarado mujer, antes de sacudirle lo suyo a otra que, sin embargo, sí había nacido mujer. Ya veremos cuando alguien vaya a reclamar su pensión y le digan que no, que las berenjenas no cobran pensión. Se vuelve persona de repente, ya te lo digo yo. Los milagros ocurren, cotidianamente.

Miren, sé que esto que voy a decir resulta controvertido, que es un punto de vista retrógrado, incluso inaceptable, pero yo opino que si naces con pene, eres hombre y si naces con vagina, eres mujer. La naturaleza es así de terca y la realidad también. Otra cosa es que tengas la tendencia sexual que creas más conveniente, pero, como decía José Mota, “ser, eres”.

Por lo tanto, los derechos están muy bien, siempre que no se opongan frontalmente a la realidad. De nada sirve un derecho irrealizable, cuando hay tantos derechos reales aún por conquistar.

Pero por estos no se manifestarán, hasta que dejen de gobernar. Es más fácil reclamar soluciones que promoverlas. Ya saben.

“Usted que es votante de Podemos, ¿Qué opina de la situación actual?”.

“Esto es insostenible. En cuanto gobierne un partido de derechas, la vamos a liar”.

Y mientras tanto, hablemos de sexo.

@elvillano1970