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Guayana Esequiba: ¿Desafiada y amenazada?

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Presidente de Guyana, Irfaan Ali

Por las declaraciones que vienen ofreciendo las autoridades oficiales de la excolonia británica, en cada oportunidad – así lo acaban de exponer en la Asamblea General de la ONU-, uno va sacando cuenta, aproximadamente, cuáles estrategias han urdido los gobernantes y Coagentes guyaneses en la controversia, tanto a lo interno de la Corte Internacional de Justicia, donde ahora se dirime la contención; como también en procura de acopiar solidaridades, por intereses ideológicos o dinerarios.

Ya explicaremos en detalles este manoseado ardid de la contraparte, en el presente asunto litigioso.

Una primera aclaratoria – a manera de introducción— deja suficientemente sentado que, conforme al Derecho Internacional Público, las categorías jurídicas Ocupación y Posesión adquieren y preservan, con severo énfasis denotativo, sus propias diferencias conceptuales y estructurales.

Cada étimo aludido está construido – doctrinal y lexicográficamente- para dar cuenta concreta de hechos muy particulares. No caben confusiones. Dicho más directamente: no es lo mismo ocupar que poseer.

Ellos lo que han hecho es ocupar, desde aquel “raro y manipulado” tratado anglo-holandés de 1814.

De manera que le quedan apretadas las ínfulas de grandeza invocadas por el presidente guyanés Irfaan Ali en la ONU, recientemente.

Se le ven las costuras y las añagazas a todos quienes se atreven a pronunciar discursos a nombre de la “gloriosa historia” de la República Cooperativa de Guyana, en los escenarios internacionales.

No tienen recatos ni miden las palabras.

No hay concordancia entre lo que intentan tejer con sus frases y la realidad que el mundo percibe hoy de esa excolonia británica.

Se siguen haciendo la pobre víctima frente al “grandote que los quiere atropellar”; sin embargo, del aprovechamiento y de la usurpación que han venido perpetrando en la Zona en Reclamación que vilmente nos arrebataron han estado creciendo en sus indicadores macroeconómicos; valga decir, el producto interno bruto, ingreso per cápita, etc. Entonces, ¿cuáles son las lamentaciones?

Releemos y analizamos sus discursos, y conseguimos en cada enunciado una marcada intencionalidad de hacer aparecer a Venezuela como una nación grande, todopoderosa y rica que con “su reclamo” sistemático desde hace más de un siglo, quiere “quitarle” a Guyana las tres cuartas partes de la extensión territorial que han “poseído”.

Aquí precisamente es donde queremos detenernos para significar, entre muchos otros aspectos los siguientes: Venezuela no le ha arrebatado porción territorial a ninguna nación vecina.

No obstante, contra nosotros se han cometido – en distintas épocas y circunstancias – despojos y desgajamientos de nuestro original espacio territorial; heredado a partir de la conformación de la Capitanía General de Venezuela, mediante la Real Cédula de Carlos III, el 08 de septiembre de 1777.

Los señalados y demostrados arrebatos que hemos padecido han pretendido justificarlos con un falso y engañoso irredentismo:

“…una corriente socio-política que hace referencia a los territorios irredentos, es decir no liberados. La creencia considera como propios a territorios dentro de las fronteras de otra nación por razones étnicas, culturales, históricas, lingüísticas, raciales o de otro tipo. Una forma distorsionada de nacionalismo y de reclamar un territorio que un país considera como propio por cuestiones identitarias o incluso con intenciones de proteger, supuestamente o realmente, a las minorías de los países vecinos…”

Para el año 1814, cuando comenzó la usurpación, la Guayana Esequiba no estaba irredenta, ni era res nullius (tierra de nadie). Siempre ha sido nuestra.

Estamos en las mejores condiciones de probar (con justos Títulos Traslaticios y cartografías a la vista), en la Sala Juzgadora de la ONU – competente para la citada controversia- que siempre nos ha pertenecido esa séptima parte de nuestra geografía nacional – los 159.500 km2—que desgajaron con la decisión tramposa del írrito y nulo Laudo Arbitral de París, en la fecha de ingrata recordación, el 3 de octubre de 1899.

Nos resultó vergonzoso haber escuchado al presidente de Guyana pronunciar un discurso, en la 77ª. Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, el 21 de este mes; cuando tuvo el atrevimiento de acusar -sibilinamente- a Venezuela de estarlos amenazando y desafiando en este pleito.

El siguiente es un breve extracto de lo que, en ese evento, dijo Irfaan Ali:

“En materia de soberanía e integridad territorial de Guyana – desafiada y amenazada por Venezuela como es, nos mantenemos – para citar al Secretario General en la apertura del Debate General ayer – “comprometido a aprovechar al máximo todas las herramientas diplomáticas para el arreglo pacífico de controversias, tal como se establece en la Carta de las Naciones Unidas”.  En este caso, «arreglo judicial» según lo determine el secretario general. Las naciones del mundo pueden estar seguras de que Guyana se mantendrá fiel a esos procesos pacíficos, y niega todo esfuerzo por apartarse de ellos. La Corte Internacional de Justicia ya afirmó su competencia en esa materia.

Precisamente, en pleno acatamiento al Derecho Internacional Público, Venezuela hizo uso de un Acto procesal denominado Excepción Preliminar, conforme al artículo 79 del Reglamento de la Corte.

Jamás puede considerarse una amenaza esta Excepción Preliminar que pide la inadmisibilidad de la demanda que nos hizo Guyana; por carecer de los mínimos elementos estructurantes de un Debido Proceso.

Nunca puede calificarse de desafío el hecho de que Guyana deba responder –obligantemente, porque así se lo exigió la Corte- el 7 del venidero mes de octubre, con observaciones y conclusiones a la Excepción Preliminar.

Estamos ejerciendo un derecho, en un contexto jurídico, legítimamente válido.

También, en el mencionado discurso, el primer mandatario de la excolonia británica deja caer, como “quien no quiere la cosa”, (¿amedrentándonos?) que ellos integrarían el Consejo de Seguridad de la ONU, en condición de miembro no permanente:

“Guyana no aprueba ni apoya la amenaza o el uso de la fuerza en relaciones entre Estados o en la resolución de disputas. Consistente con la Carta de las Naciones Unidas, Guyana suscribe el uso de Medios pacíficos de solución de controversias. En este contexto, Guyana agradece a quienes ya han expresado su apoyo para nuestra candidatura a miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU…”

A la comunidad internacional le decimos que Venezuela está preparada para hacerse parte de este juicio; para lo cual hemos ejercido los denominados Actos Concluyentes: declaratorias y manifestaciones de voluntad, significativas e inequívocas. No hay nada que temer.

En justo derecho saldremos favorecidos; por cuanto, tenemos todos los elementos de probanzas constituidas y por constituir que nos asisten; en consecuencia, estamos estructurando nuestro Memorial de Contestación.

 

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