COLUMNISTA

Gobierno en default te pide tu plata

por Luis Oliveros B. Luis Oliveros B.

El gobierno venezolano, como parte integral de su Programa de Recuperación, Crecimiento y Prosperidad Económica, anuncia instrumentos de ahorro para todos los venezolanos. Eso es realmente maravilloso y son cosas que se agradecen en un país donde la gran mayoría de sus ciudadanos se dan el lujo de tener excedentes mensuales importantes y siempre están buscando en qué invertir (por favor vaya entendiendo la ironía).

El primer instrumento que nos ofrecen es uno llamado “lingoticos”, certificados en oro que van a salir a la oferta el próximo 11 de septiembre, que servirán para ahorrar y con eso podamos comprarnos un carro, un viaje, etc. Una maravilla financiera del socialismo (con todo el contrasentido que eso significa).

En una frase realmente demoledora, el gobierno nos dice que “la persona que invierta al costo de hoy, en un año sus ahorros tendrán el valor actual en oro”. En ese mismo acto, el presidente Maduro comentó que el precio del oro “siempre sube o al menos se queda allí”, razonamiento propio de un experto en las finanzas que trata de generar interés a sus clientes para que le compren el producto que vende. El pequeño problema con esa afirmación es que, entre el 28 de agosto de 2017 y el 28 de agosto de 2018, el precio del oro cayó casi 11%. Pero bueno, no seamos tan exigentes que un mal año lo tiene cualquiera (que lo diga el propio Nicolás, que ya va para 5 y contando). Esto quiere decir que quienes hayan invertido en oro en ese período tuvieron una pérdida en esa inversión de 11%. Pongámosle números: si usted entró con 1.800 bolívares (medio petro, un salario mínimo), al cabo de ese año a usted le devolvieron aproximadamente 1.600 bolívares.

Pero aquí viene la parte más cuchi de todo esto: la inflación.

Como usted seguro habrá oído, en Venezuela al parecer hay un problemita inflacionario. Por lo tanto, cada mes (en la actual Venezuela es cada hora) el bolívar pierde valor, capacidad de compra, poder adquisitivo. Seamos generosos y asumamos que la inflación en los próximos 12 meses será de 80% (5% promedio mensual, teniendo mucha fe en que el programa económico será todo un éxito). Con ese nivel de inflación, ya el instrumento asegura una caída real superior a 40% y si le agregamos un posible nuevo retroceso en el precio de 11%, estaríamos recibiendo un año después apenas la mitad (en términos de poder de compra) de lo que se invirtió en ese instrumento (para obtener una rentabilidad real positiva, el precio debe aumentar en más de 80% de la inflación).

Preguntas claves: ¿es posible que la inflación entre septiembre 2008-septiembre 2019 sea de apenas 80%?, ¿es posible que el precio del oro crezca en ese período más que la inflación en Venezuela? Y ¿tiene hoy el gobierno venezolano la suficiente credibilidad para lanzar instrumentos de ahorro, a pesar de que se encuentra en medio de un default y varias demandas por pagos no realizados, de los cuales poco o nada habla? Sobre ese punto, genera mucho ruido que un gobierno en default le pida a su gente que le entregue sus ahorros y “que tengan fe que en 12 meses se los devuelve”. Me hace recordar al presidente Chávez diciéndole a la población que invirtieran en las emisiones de bonos de la República y Pdvsa. Vean hoy cómo están esos bonos.

Un instrumento de ahorro en la Venezuela actual puede tener éxito si: 1- tiene liquidez (no promesas de pagos cada 3 meses, en hiperinflación 90 días es una eternidad); 2- garantiza divisas a su vencimiento (pagará de acuerdo con el precio del oro en dólares, no en moneda nacional); 3- cada inversionista tiene su “lingotico” (cada persona lo tiene en físico, no confiar en que estará en una bóveda); 4- permite la venta en un mercado secundario de ese “lingotico” (obteniendo dólares); 5- ofrece un cupón de interés. ¿El instrumento que nos ofrece el gobierno tiene estas características?

Es positivo que el gobierno quiera lanzar al mercado un instrumento de ahorro, la crítica reside en que lo que quieren vender no tiene sentido en la Venezuela de hoy. En hiperinflación no se ahorra en la moneda nacional, se gasta (y todo).