COLUMNISTA

La generación Guaidó

por Andrés Cañizález Andrés Cañizález

Antes del mes de enero de 2019, difícilmente algún analista o diplomático asentado en Caracas habría visualizado al diputado Juan Guaidó como figura clave de una transición democrática en Venezuela. Es más, antes de enero reinaba el escepticismo sobre las posibilidades de un cambio político en este país.

En cuestión de semanas se han combinado en Venezuela una serie de elementos, que cada uno por sí solo no podría desencadenar una transformación política e institucional, pero que al actuar en sinergia posiblemente terminen poniendo punto final al régimen de Nicolás Maduro, acabando con 20 años del poder omnívoro del chavismo.

Hoy se conjugan el desconocimiento de Nicolás Maduro como presidente —al considerársele un mandatario ilegitimo por cinco decenas de países occidentales—, la agudización de la crisis económica y sus enormes secuelas sociales entre los venezolanos, el empoderamiento de Guaidó y el regreso de grandes movilizaciones ciudadanas.

Guaidó es la antítesis de las figuras del chavismo. No tiene un discurso grandilocuente, se enfoca en problemas específicos de la población, y de forma exitosa ha establecido una suerte de mantra con los tres objetivos que se deben perseguir en este momento: el cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres. Asimismo, en cada oportunidad hace un llamado al ingreso de ayuda humanitaria con fechas específicas para su recepción.

En la mayoría de los actos hay una carga de simbolismo: uso de la bandera nacional (la original con siete estrellas, Chávez le hizo agregar una), recuperación del himno nacional (estaba cooptado y usado con la voz de Chávez en los actos públicos), así como la forma de presentarse de Guaidó con su esposa e hija. Todo ello alimenta una nueva narrativa que va consolidándose como opción real de poder y con capacidad de desencadenar una transición democrática en Venezuela.

Aunque Guaidó no fuese el primer nombre que se mencionara como posible líder de la transición apenas en diciembre pasado, eso no debe confundirse y pensar que es un recién llegado a la lucha democrática.

El presidente de la Asamblea Nacional —el único poder legítimo, electo democráticamente, y válido para la comunidad internacional occidental— no es un solitario ni un novato. Guaidó forma parte de una generación de líderes estudiantiles que protagonizaron movilizaciones gigantescas en el año 2007. Egresado de la Universidad Católica Andrés Bello, Guaidó vivió como otros no solo los éxitos en términos de movilización ciudadana, sino también los años duros de lo que se entendió fue el fracaso de la lucha democrática tras las dos derrotas de Henrique Capriles (2012 y 2013), así como el período árido de hacer política en una sociedad que se iba despedazando por la propia crisis humanitaria.

Guaidó es el rostro hoy de una generación de jóvenes venezolanos, todos ellos universitarios, que han vivido la mayor parte de sus vidas bajo el chavismo, que han sido fieles a la lucha democrática y que mantuvieron la esperanza aún en medio de períodos de escepticismo y desconfianza. Son jóvenes formados no sólo en la universidad, sino en la propia acción política y que han demostrado una clara vocación de servicio público.

Guaidó está al frente, pero en esa generación están figuras como Freddy Guevara (huésped en la embajada de Chile por más de un año tras perder de forma ilegal su inmunidad de diputado), Juan Requesens (con medio año de detención arbitraria por parte de la policía política pese a ser diputado) o David Smolansky (ex alcalde de El Hatillo exiliado para evitar ser encarcelado).

He nombrado solo a estos tres por ser casos emblemáticos, pero de esa generación del 2007 hay muchos otros actores en la primera línea de la lucha democrática en este 2019.

La transición democrática en Venezuela no solo representará un gran cambio para dejar atrás al chavismo. También significará una mutación de primer orden en las filas democráticas.

Con la irrupción de Guaidó como rostro principal, irrumpen también otros tantos rostros de jóvenes demócratas que están al frente de las movilizaciones ciudadanas, de las acciones logísticas con la ayuda humanitaria, de las estrategias de comunicación en redes sociales ya que siguen vetados en los medios tradicionales de radio y televisión.

Si finalmente la conjugación de elementos que mencionamos al inicio logra su objetivo y se desencadenan cambios en Venezuela, tendremos a la generación Guaidó llevando las riendas de la transición.

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