Los últimos hechos ocurridos en Venezuela, no tenían lugar en la imaginación más febril de cualquiera que se atreviera a suponer, ¿qué pasaría en nuestro país en el futuro? Ver cómo se habla de náufragos, de personas que mueren en el intento de salir de nuestras costas para llegar a islas vecinas, era impensable años atrás. Lo que acaba de acontecer con el peñero que zozobró en las aguas cercanas a Trinidad y Tobago es simplemente doloroso. Pero la realidad nos presenta esta tétrica situación en la que pierden la vida seres humanos que huyen del país buscando comida o medicinas, y en otros casos para evitar ser pasto fácil de la desbordada inseguridad.
Estamos sumando un bote más que se hunde en las aguas de nuestro mar en menos de un mes. Decenas de ciudadanos que engrosan la lista mortuoria donde ya están escritos los nombres de más de 330.000 personas caídas en los 20 años de desgracia que ha significado para el país más rico de la región esta impostura de revolución.
Esa pobre gente se subió a esa precaria embarcación a tratar de conseguir los alimentos para sus seres queridos, mientras que los efectivos del ELN colombiano se dan la lija de exhibir miles de cajas CLAP, que tienen colocado un sticker verde que reza: “El ELN, a través del Frente Carlos Germán Velasco Villamizar, siempre junto al pueblo sembrando sueños, raíces y esperanzas de una vida mejor, comparte el legado del comandante Hugo Chávez para superar la guerra económica y garantizar el amor a los niños y el abastecimiento soberano al pueblo”. ¡Fin de mundo! Eso está pasando, aunque usted no lo crea.
Como también acontece la paradoja de que en el país con las reservas probadas de petróleo más grandes del planeta, no hay luz, sino apagones; no hay agua ni gas doméstico, como también hay escasez de gasolina. Otra cosa insólita, para comprar un kilo de queso blanco se requieren más de 22.000 bolívares, mientras que para llenar 2 gandolas de gasolina bastan 2 bolivaritos. Son las gandolas que se llevan de contrabando los generalotes de la revolución. ¿Qué les parece?
Eso solo lo hacen las mafias, por eso no puede haber ingenuidad. Con mafias no se dialoga, mucho más cuando se ha sufrido el desengaño de intentos fallidos de conversaciones con los capos de este hamponato.