Venezuela es una nave que hace agua por todas partes, navega sin rumbo por un mar tempestuoso y es conducida por una tripulación que utiliza mapas equivocados y cartas oceanográficas ya desechadas. No obstante, estos malos conductores se jactan de sus triunfos, obtenidos mediante la abstención y la utilización indiscriminada de presiones, chantajes y violaciones a la Constitución y a las leyes.
El pelón Rodríguez, (qué apellido tan funesto ha sido estepatronímico en la errática conducción de la nave) decía en estos días por televisión que el triunfo electoral del Gobierno en las últimas elecciones de alcaldes es el más grande que hubiera obtenido fuerza política alguna en Venezuela desde 1830 hasta nuestros días. ¡Qué riñones! Así, en medio de la abstención del contrario y utilizando todo tipo de argucias, ¿quién no gana? El hecho de que haya sido el más grande triunfo electoral de un partido oficialista en la historia nacional dice mucho acerca del régimen beneficiado. Corrobora la opinión generalizada de que este Gobierno es el más tramposo y desvergonzado que haya habido jamás en la historia del país.
La pregunta fundamental que surge de estas consideraciones es: ¿para qué tanto empeño en ganar las elecciones a como dé lugar y mantenerse en el poder mediante la represión brutal y el fraude desenfrenado en un país que han destrozado y que son incapaces de restaurar? ¿Es que piensan que ahora, que han perdido la legitimidad de origen, que no tienen liderazgo, que el dinero no les alcanza, en medio de una superinflación, sin apoyo popular mayoritario, con sanciones impuestas por la comunidad internacional y comenzando a perder miembros importantes de su entramado de complicidades y lucros podrán hacer las cosas que el país requiere y que fueron incapaces de hacer anteriormente, cuando estaban bajo la dirección del galáctico, tenían apoyo popular mayoritario y disponían de los más grandes recursos financieros de la historia del país, que gastaron, botaron, regalaron y robaron?
Son unos ilusos, unos ganadores tramposos que utilizan cartas marcadas y ganan dinero y favores a bordo del Titanic, que navega muy cerca de la montaña de hielo que echó a pique al majestuoso trasatlántico.
Cualquier otra fuerza política sensata y prudente estaría pensando en buscar una solución honorable para dejar el poder en estas críticas circunstancias, tomar un receso, realizar una evaluación de su gestión, reconsiderar el modelo económico y político que impusieron al país y que fracasó estrepitosamente, efectuar un balance sincero y honesto de sus aciertos y errores, pasar un tiempo en la oposición y trabajar para ser de nuevo una opción de gobierno, con otro enfoque, con nuevos hombres y con procedimientos apegados a la legalidad.
Pero el diablo enceguece a quienes quiere perder. Los sicofantes del chavismo seguirán por el mismo camino, llegarán al borde del precipicio y… darán un paso adelante.