El pasado 22 de marzo el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, anunció otra reconversión monetaria. Como sucedió en 2007, esta consistirá en quitarle tres ceros a la moneda y al mismo tiempo se emitirá un nuevo cono monetario, con el acuñar de nuevas monedas y la impresión de nuevos billetes.
Claro, al eliminarle ceros al bolívar, los billetes bajan su denominación, se podrá así atenuar un poco la falta de efectivo, pero no combate en nada el proceso hiperinflacionario que estamos viviendo. Son paliativos para crear una falsa ilusión en la sociedad, el espejismo de que todo bajará de precio, pero también en los ingresos se le eliminarán los tres ceros. Ahora, en vez de pensar en cientos de miles y millones, todo girará a partir del mes junio en decenas y centenas y eventualmente en millares, pero la hiperinflación seguirá siendo la misma, porque no hay políticas públicas serias para combatirla.
Por el contrario, seguirá la impresión desaforada de dinero inorgánico, no habrá coto para el gasto fiscal y la devaluación seguirá financiando al Estado venezolano. Por eso, a pesar de que transitamos de un bolívar fuerte a uno soberano, seguimos enfrentando el mismo problema, pero con el agravante de que pasamos también de pobres a miserables, sin que se vislumbre en el corto y mediano plazo el deseo de enmendar esta situación.
Eliminando tres ceros no bajará el índice inflacionario, por el contrario, en un tiempo no tan lejano volveremos a caer en la misma situación en que nos encontramos en este momento y si sigue este gobierno, se verá obligado de nuevo a eliminar ceros en un futuro próximo y así, volver a rediseñar un nuevo cono monetario.
No es con la emisión de billetes excelsos en su diseño y diagramación que se combate la hiperinflación, sino planteando estrategias adecuadas para poder así sacar a la gran mayoría de los venezolanos de la pobreza. Seguiremos ganando 2 dólares al mes, podremos contar con efectivo en nuestros bolsillos, pero el poder adquisitivo de la moneda venezolana seguirá en presente y en futuro extremadamente bajo. Los bolivarianos, en tiempos de crisis, se valen de la ignorancia del pueblo para sacar ventajas, pero manteniendo en el umbral de la desesperanza a nuestros connacionales, otorgándoles bonos para que no piensen y bolsas de comida para que no protesten.
La reconversión monetaria no transformará los niveles de vida de los venezolanos, que para sobrevivir tendrán que vestir franelas rojas, obtener el carnet de la patria, comprar las cajas CLAP de comida, inscribirse en el PSUV, oír a los jerarcas del régimen decir disparates y arrastrarse ante ellos durante el año entero. Y quienes no hagan todo eso, no tendrán trabajo, ni comida, ni ropa y a lo mejor ni aire para respirar.
Quitarle ceros a la moneda no mejorará la crisis eléctrica, el racionamiento, la corrupción, el despilfarro, la inseguridad, la inflación, la devaluación, la putrefacción, la discriminación y, sobre todo, la suprema incapacidad que preside todo. Porque lo único democrático que tenemos los venezolanos es la inseguridad, no excluye a nadie.
Sin embargo, como pueblo seguimos estando solos, andando por caminos llenos de obstáculos, gobernados por un grupo de sombras fieles exclusivamente a la incompetencia del socialismo.