COLUMNISTA

Se fue Ramón

por Gustavo Tarre Briceño Gustavo Tarre Briceño

En el transcurso de la larga lucha que han enfrentado los demócratas venezolanos con el chavismo se ha ido fraguando una nueva política petrolera, que empezará a implementarse el mismo día en que cese la usurpación con el inicio de la transición y que continuará con el primer gobierno libremente electo por los venezolanos en el siglo XXI. 

Habrá que designar a los titulares de tres cargos públicos fundamentales: el ministro de Energía y Petróleo, que tendrá a su cargo el diseño e implementación de las grandes líneas y directrices políticas en la materia; el presidente de la Agencia Reguladora Independiente de Hidrocarburos, ente nuevo que ejecutará esas políticas, asignará áreas y licitará contratos para la explotación de nuestra principal riqueza y que será el árbitro de unas reglas del juego claras que diseñará la asamblea nacional; y, en tercer lugar, el presidente de la nueva Pdvsa, que tendrá la responsabilidad de dirigir una compañía estatal redimensionada y adaptada a la competencia con empresas privadas, regresando a los principios que hicieron de ella una empresa de clase mundial.

Siempre pensé que en uno de esos tres cargos estaría Ramón Espinasa, ex economista jefe de Pdvsa antes de que esta se convirtiera en un nido de incapaces y  de hampones y posteriormente, el experto petrolero más calificado del Banco Interamericano de Desarrollo.

Lamentablemente esa predicción, compartida por las mejores cabezas pensantes de la Venezuela del futuro, no se va a cumplir.  No porque se esté pensando en alguien mejor o porque el interesado tuviera otros planes. No. No será Ramón uno de los grandes arquitectos del nuevo país petrolero porque falleció hace apenas unos días en la ciudad de Washington. Un cáncer fulminante se lo llevó en cuestión de semanas.

Conocí a Ramón cuando estaba en Pdvsa y desde entonces pude apreciar no solo su calidad humana, su honestidad y su capacidad profesional. Me lo volví a encontrar en Washington y nuevamente me impresionó el talento acompañado por la humildad, la disciplina intelectual y la capacidad de trabajo que no escondían la simpatía, el sentido del humor y la generosidad. Compartí con él trabajos sobre la legislación de hidrocarburos en América Latina y fueron largas las conversaciones sobre la reconstrucción de la industria petroleras que avizoraba con pasión y entusiasmo. Vi de cerca el dolor que le causaban las oportunidades perdidas por quienes manejaron nuestra principal riqueza con criterios mediocres, mezquinos, subalternos y corruptos.

No volveremos a la Venezuela saudita y la economía venezolana no se parecerá al modelo que la plaga socialista destruyó. Pero el petróleo seguirá siendo de importancia primordial por muchas décadas más. La posibilidad del desarrollo de fuentes de energía sustitutivas que desplacen a los hidrocarburos siempre ha estado presente. Sin desconocer la importancia de esas nuevas fuentes y los acuerdos a los que han llegado los principales países del mundo en la búsqueda de energías “limpias”, el desplazamiento se está cumpliendo de manera lenta y todo parece indicar que no va a incrementarse de manera significativa en el corto  plazo.

La nueva gerencia petrolera que muy pronto asumirá las riendas de la industria debe buscar la confianza de todo el país, así como de  los potenciales inversionistas, en cuanto a las nuevas políticas que se han estado generando en un marco de diálogo y amplia tolerancia por las diversas opiniones.

Tenemos que tener claridad con relación al momento actual y sobre lo que será en el futuro. Para ello son importantes la opciones estratégicas, el diseño e implementación de las grandes decisiones y de los nuevos marcos regulatorios.  Pero hace falta algo más: se requiere que los hombres y mujeres que pasen a ocupar los cargos de dirección de la recuperación petrolera estén a la altura de una tarea indispensable para el futuro de nuestro país. Hay muchos venezolanos de gran valía prestos a asumir el reto, pero el gran vacío que deja la partida de Ramón Espinasa lo sentiremos por mucho tiempo.

Vayan a Alicia, su esposa, y a Fernanda, su hija, así como a todos sus familiares, mis más sentidas condolencias.