COLUMNISTA

Frente de concentración nacional

por Rafael Rodríguez Mudarra Rafael Rodríguez Mudarra

La conformación de un “Frente de Concentración Nacional”, que nos pueda permitir avanzar en la reconstrucción de un agenda que se adecue al reclamo de hacer realidad la solidaridad que nos exigen los que se encuentran hoy más que nunca privados de la satisfacción de conseguir lo necesario para vivir y resolver sus problemas, sin tener que enfrentar a un régimen que a través de las riquezas súbitas, mediante el uso de los dineros públicos, ha creado fueros dizque revolucionarios de dominio autoritario, e incumpliendo los principios constitucionales que le dan fundamento al Estado de Derecho, se han valido de artimañas para no hacer efectiva la participación del pueblo, como una forma del ejercicio de los derechos políticos.

El Frente tan necesario, reclamado y urgente debe constituir un gran esfuerzo humanitario, preciso, homogéneo, con fuerza contundente, para que, mediante la libre discusión de las ideas sea la expresión genuina del pensamiento ciudadano con capacidad plena; y a través del ejercicio libre del sufragio enfrentar y derrotar al presente régimen de gobierno autoritario, cual abusando de las ventajas del poder se constituye en dueño absoluto de la radio; dueño de la prensa, a la vez que persigue a los editores independiente que se atrevan a hacerle oposición; que reprime las manifestaciones públicas; y de manera “fascista” enjuicia a los que se atreven a hacerlas, atribuyéndole falsos supuestos de estar incursos en rebelión; que como es público y notorio al cabo de una falsa preparación del ejercicio del voto pretende llamar con la plena aprobación de una ANC impugnada por el pueblo mayoritariamente opositor, para que concurra como “bestia de matadero” con la intención manifiesta y repudiada por las democracias del mundo, no para decidir sobre el destino de la nación, sino como es obvio para servir de instrumento a la querencia de continuidad de los que violando la Constitución pretenden perpetuarse en el poder, acompañado a la vez de parte activa del “generalato castrense” que se ha sustituido a la sociedad civil en el ejercicio de las funciones que son pertenencia de los poderes públicos del Estado.

Dentro de esta apreciación, que extiendo más allá de lo personal, me queda afirmar, sin disminución de méritos a los dirigentes de dos o tres partidos que conforman la MUD, a los cuales presento excusas, sin ánimo de retaliación: que sus incongruencias y contradicciones hechas públicas, con imputaciones de culpa entre sus iguales, con reflejo exterior de incompetencia para dirimir problemas subalternos, ha evidenciado la falta de capacidad para dirigir de la que pudo ser un centro concurrente del sentimiento unitario opositor.

Demostrado está, por evidencias irrefutables, que la MUD en estado agónico de extinción no ha tenido la capacidad política para ampliar los espacios de intercambio con las fuerzas sociales y políticas; ha carecido en forma exponencial de estrategia para el planteo decidido de la situación de “miseria”, no de pobreza, que padece el venezolano; y su condena a los desaguisados autoritarios cometidos por el gobierno, se encuentra muy por debajo de la posición sostenida por los organismos internacionales y gobiernos democráticos del mundo; por lo cual se corre el riesgo de que, por falta de comunicación con la base electoral del país, esta se mantenga dispersa y sobre toda confundida.

Todo lo dicho ha servido para que la “casta gubernamental”, dueña y señora de las decisiones del Poder Ejecutivo, con su presidente al mando, percatada de las debilidades de la dirección opositora, haya adelantado, a través de la ANC, las elecciones presidenciales para elegir al presidente de la República; y que las mismas, sin duda fraudulentas, se realicen con participación de dirigentes y partidos que han sido abanderados de primer orden en los comandos directivos de la hoy no existente MUD.

¿Qué hacer? Conscientes estamos de que el lema usado por un grupo de personalidades: ¡Venezuela no se rinde!, es de importancia fundamental; pero este decir como mero juego de palabras: ignorando el principio de que no puede haber resultados sin empleo de una acción revolucionaria; y que esa congregación de exhibición notoria, carente de concurrencia popular, sin ignorar las buenas intenciones de sus promotores, sin contenido de unificación de pueblo, impregnado de consideraciones discursivas carentes de propósito de cambio, pueden servirle a Maduro para llevar a cabo la perpetuación del régimen.

Para el que suscribe este artículo, convencido por razones dialécticas de que la democracia merece ser defendida con coraje y voluntad unitaria, “por ser el régimen político que da la razón a quien la tiene y no al que habla más o insulta con mayor tono de voz”, o al que la entiende como complacencia de subjetivismos necios, es de obligación procurar con el esfuerzo de todos un gobierno de “amplia base”, por cuanto es demostrado que solo mediante un “gobierno de concentración nacional”, de acuerdo con la mejor doctrina jurídica, se puede dar garantía en el caso de reforma revolucionaria.

La formación de un Frente Nacional no permite excusa para retardo en su consecución, por cuanto es necesario tener presente que la Constitución, al reconocer la soberanía, no dice “que se ejerce a través de los partidos políticos”, se ejerce mediante elecciones libres, universales, directas y secretas, sin presiones ni intimidaciones; universales, que pueden votar todos, hombres y mujeres, ricos y pobres, cultos y analfabetos; que se eligen directamente los representantes que van a actuar en nombre del pueblo. Ningún dirigente, por más prestigioso que sea, puede ignorar este principio constitucional. Buscar la unidad es propósito indeclinable para el cambio de gobierno: debemos entenderlo.