COLUMNISTA

Fermín Toro no se prostituyó

por Gustavo Tarre Briceño Gustavo Tarre Briceño

Cuando se produce el asalto al Congreso ordenado, auspiciado o tolerado por José Tadeo Monagas el 24 de enero de 1848, Fermín Toro era diputado por Caracas. Unos días después, el Congreso se volvió a instalar y se convirtió en un instrumento dócil de la dictadura. Para lograr que el Parlamento volviera a “funcionar”, el general Monagas envió emisarios a buscar a los diputados y solicitarles que regresaran a sus curules. Muchos lo hicieron, otros pocos se negaron. Entre estos últimos destaca Fermín Toro, quien ante el requerimiento de los emisarios del dictador contestó lo siguiente: “Díganle ustedes al general Monagas que mi cadáver lo llevarán, pero que Fermín Toro no se prostituye…”.

El 30 de julio de 2017 se produjo el mayor fraude electoral de la historia de Venezuela y como producto de ese fraude se instaló una asamblea nacional constituyente, convocada, en abierta violación de la Constitución, por el dictador de ahora. El sistema electoral para la escogencia de los integrantes de esa asamblea estableció un mecanismo corporativo inspirado en los regímenes fascistas y rompió con el principio más sagrado de la democracia: la igualdad de todos ante el voto.  Los partidos democráticos venezolanos decidieron no participar en esa engañifa y muy pocos fueron los venezolanos que acudieron al llamado del gobierno. La abstención fue casi total, lo que no impidió al CNE proclamar a los diputados “elegidos” ni al Alto Mando Militar, avalar el fraude.

La elección se produjo después de cuatro meses de protesta ciudadana en la cual perdieron la vida más de 150 venezolanos, miles fueron heridos, apresados y torturados.

Instalada la asamblea constituyente cuya función debió ser, de acuerdo con el texto constitucional, redactar un proyecto de Constitución para reformar el Estado, sus integrantes, atendiendo las órdenes de Nicolás Maduro, se colocaron por encima de todos los poderes públicos y se han dedicado a pisotear la carta magna.

Con mucha razón y acierto, Henry Ramos Allup bautizó este cónclave de corifeos de la dictadura como “la asamblea prostituyente”.

Vinieron las elecciones del 15 de este mes y la nueva manipulación electoral que todos conocemos. Un régimen que cuenta con el rechazo del 80% de los venezolanos dice haber ganado 18 de las 23 gobernaciones en disputa. 5 candidatos opositores lograron derrotar el fraude y la trampa, y al Consejo Nacional Electoral no le quedó más camino que proclamarlos. Algunos candidatos de la oposición han aceptado “la derrota” de manera más o menos pasiva; otros, entre los cuales destaca Andrés Velásquez, que se ha convertido en el símbolo de la dignidad nacional pisoteada, siguen dando la batalla.

Ahora la asamblea prostituyente ordena que la juramentación de los mandatarios electos no se haga, como ordenan las constituciones estatales, ante los consejos legislativos respectivos, sino que los gobernadores deben acudir a su sede, juramentarse y acatar su autoridad.

No se puede prestar juramento ante un cuerpo cuya mera insistencia no solamente es una violación de la Constitución sino un insulto a la noción misma de democracia, como lo han expresado la mayoría de los países democráticos del mundo.

Corresponde a los gobernadores electos de oposición seguir el ejemplo de Fermín Toro, o…