COLUMNISTA

La fábrica de mendigos

por Brian Fincheltub Brian Fincheltub

Venezuela fue uno de los países más ricos de la región y no porque todos los venezolanos tuvieran la fortuna de Bill Gates, sino porque había calidad de vida, porque estudiar era sinónimo de ascenso social, y trabajar te permitía no solo vivir decentemente, sino hasta comprar tu primer carro y tu primer apartamento. Por eso fuimos refugio para miles y miles de inmigrantes que vieron en esta tierra la posibilidad de mejorar sus condiciones de vida. Todos coinciden en que no era fácil, pero que trabajando se podía lograr.

Hay que recordarlo porque entre todas las cosas que nos han robado pretenden robarnos también la memoria. Pretenden decirnos a quienes tenemos años sufriendo la escasez, la inflación, la corrupción y la ineficiencia de un modelo económico fracasado y hambreador, que somos victimas de Estados Unidos. Que nuestras desgracias se deben al “imperio” y no a la peste roja que hace dos décadas se adueñó de nuestro país.

El chavismo rima con cinismo y hay que serlo para pretender engañar a todo un pueblo de una forma tan burda. Ellos, que hicieron de Venezuela un país de mendigos, son los mismos que bien gordos escupen en televisión que no van a aceptar la ayuda humanitaria por tratarse de “limosnas”. Evidentemente, no les hace falta, comen todos los días y muy bien. A ellos no les toca aguantarse un mes a punta de lentejas cuyo olor pútrido no se quita ni con cuatro lavadas. A sus hijos no les toca beber una leche que no se sabe si es leche o cal, que ni espuma hace y que es hasta salada. A ellos nos les toca pedir desesperadamente cuando se enferman porque en la Venezuela socialista hasta las urnas se pagan en divisa extranjera, dólares son los que le sobran.

Si algo les preocupa a los inmorales que controlan el poder es que los venezolanos salgan del estado de mendicidad en el que ellos los hundieron. Que aquí se abran fuentes de trabajo, que esta nación vuelva a ser próspera y que la gente vuelva a ser libre. Libre no solamente del chavismo, sino del chantaje, del miedo y la manipulación que hoy se manifiesta en los niveles más bajos de la cadena degenerativa del socialismo: el hambre como mecanismo de control. Ustedes son el pasado y la gente se liberará muy pronto de sus cadenas, cuando eso pase cada uno de nosotros tendrá una responsabilidad histórica con las próximas generaciones: contar lo que hemos vivimos para que NUNCA más vuelva a repetirse.

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