COLUMNISTA

La expropiación de la pequeña y mediana empresa

por Javier Vivas Santana Javier Vivas Santana

El madurismo es la peor plaga política que ha podido tener Venezuela en toda su historia republicana, es decir, a partir de 1830.

Si algo caracteriza a los maduristas es haber sido traidores a Chávez en todas sus manifestaciones posibles, tanto en su destrucción política como en sus ideas socio-históricas.

En ese contexto, existen dos tipos de traidores. Los primeros, aquellos que despotricaban abiertamente de Chávez, incluso pidiendo su salida de Miraflores de manera vehemente a través de los diversos medios de comunicación, y ahora se convierten en acérrimos defensores de Maduro, al punto de que muchos de ellos ejercen funciones relevantes en el poder madurista. Verbigracia, para quienes controlan la bazofia política madurista, si el propio Pedro Carmona Estanga o Isaac Pérez Recao –a quienes, por cierto, más nunca nombraron en sus discursos y ningún madurista solicita sus extradiciones– vinieran a Venezuela y dijeran que Maduro es el “mejor presidente de la historia”, no tengo dudas de que serían llevados con homenajes hasta la cúspide de las funciones públicas.

Los segundos son aquellos quienes, precisamente anclados en el poder por voluntad del propio Chávez y un pueblo que les dio un voto de confianza, no solo han llevado al país hasta una espantosa pobreza y el éxodo de millones de personas nacidas en la patria de Bolívar, sino que no bastando con haber derogado de facto la Constitución de 1999, aprobada por mayoría de electores y por mandato de una constituyente que también fue legitimada por los venezolanos en sus bases comiciales; entonces estos traidores forman una “constituyente” ilegal e ilegítima, elegida de manera corporativa, bajo el esquema de los preceptos del fascismo que promulgó Mussolini, y cuyo funcionamiento  “jurídico” se establece con el apoyo de los “tribunales del horror”, convertidos en la simbología del nazismo de Hitler, pero además se estructura en el funcionamiento del estalinismo, o sea, conjugando los apéndices del odio  y el Holodomor que propugnó Stalin para que miles y miles murieran de hambre.

Entonces, hablando de traidores, existe una simbiosis de letrinas del pensamiento y las palabras, entre los primeros y los segundos, que bien pudiéramos decir se convierte en una especie de orgía política en la que ambos grupos, dependiendo de las funciones que tengan que ejercer, no les importa la práctica de la sodomía política o el felatorismo político, porque al final lo que les causa éxtasis neototalitario es perpetuarse en el poder, aunque ello implique negar la traición más evidente al proyecto bolivariano.

De los primeros –aunque son muchos– bastaría mencionar a Hermann Escarrá, quien llegó a decir por todos los medios que Chávez era un tirano, pero además fue uno de sus más acérrimos opositores cuando en 2007 se presentó la reforma constitucional, la cual llamó a “confrontar” porque era un proyecto de “usurpación y tiranía” teniendo como eje central una marcha hasta Miraflores para “no regresar más nunca”¹. Por supuesto, que uno de los mentores de este individuo está referido con uno de los segundos traidores, y en este caso referido con Diosdado Cabello, quien no solamente promueve el proyecto desconocido de “Constitución” que Hermann Escarrá nos dice tiene 80% redactado² –y quien ayer estaba precisamente en contra de la reforma constitucional de 2007–, sino que lo insólito y contradictorio de tal apoyo de Cabello es que en su momento fustigaba la posibilidad de convocar precisamente una constituyente que ahora “preside”, y sobre lo cual afirmó: “Lo inmoral es que esas personas están llamando a una asamblea nacional constituyente no para cambiar la Constitución, sino para intentar salir por esa vía del compañero presidente, Nicolás Maduro; en otras palabras, es saltarse esta Constitución”³.

¡Claro! Para el madurismo no es traición que se unan quienes ayer rechazaban el proyecto de reforma constitucional y la posibilidad de una “Constitución” que suplantara la carta magna de 1999. Ahora hacen lo que mejor saben hacer. Unirse en una especie de copulación política entre reptiles y pirañas para terminar de masacrar las ideas bolivarianas que fueron legítimamente aprobadas por el pueblo con la orientación de Chávez, o lo que es lo mismo, el madurismo busca terminar de asesinar al chavismo, aunque utilicen una depauperada lexis, llena de bazofia tautológica.

Por ello, el madurismo se presta para la estocada final en contra de Venezuela, ideando la intervención disfrazada de la pequeña y mediana empresa, cuando aumenta de manera desproporcional el salario mínimo desde 5,2 millones hasta 180 millones de bolívares, es decir, un aumento de 3.361%  que ninguna empresa soportaría en términos económicos, y por ende, generando una peor hiperinflación de la que estamos atravesando, pero en el entendido de que la estrategia de expropiación de todas esas empresas es evidente.

¿Y cómo harán lo anterior? ¡Sencillo! Diosdado Cabello y Hermann Escarrá – de continuar la fragmentación opositora y antimadurista–  llamarán junto con las elecciones de concejales al “referéndum” que supuestamente validaría la nueva “Constitución”, y allí quedaría establecido que aquellas empresas que no se rijan por lo que han denominado el “Estado comunal” quedarán al servicio del “pueblo”, es decir, expropiadas “constitucionalmente”, y cuyo impacto político comenzaría a regir en plena consonancia con los tiempos de “subsidio”, o mejor dicho, de intervención disfrazada de 90 días. Una vez finalizado ese tiempo lo más probable es que, tal como acostumbran prorrogar con estos decretos, es que extiendan por 90 días el tiempo de esa medida y ejecutar con toda su intensidad y magnitud el control sobre todas esas empresas y comercios.

En este sentido, no es casualidad que se haya habilitado la mal llamada plataforma “patria” como mecanismo de “registro laboral”, que no es otra cosa que un disfrazado “carnet corporativo de la patria”, con la cual el madurismo pretende tener el último resquicio de control sobre la sociedad organizada, y tener la contabilidad exacta en función de los auténticos registrados con ese “carnet” de cuántos venezolanos están a su favor, y cuántos estarían en su contra. Esa es la realidad y la finalidad política de tales registros. Es el mismo método que buscan aplicar afanosamente con el “censo de transporte”.

Si el pueblo en toda su dimensión no comprende que estamos ante las puertas de un madurismo que vincula lo peor del fascismo, el nazismo y estalinismo, pero además buscando someternos íntegramente como seres humanos, estaremos no solo viendo la extinción de la propiedad privada sino la muerte de la República.

¿Podrán desmentirnos Diosdado Cabello y Hermann Escarrá? 

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¹ https://www.youtube.com/watch?v=lXQILcsF4fs

²http://efectococuyo.com/politica/nueva-constitucion-esta-redactada-en-80-segun-hermann-escarra/

³ https://www.youtube.com/watch?v=peXq3_7tkSo