Cuando Cipriano Castro llegó con su montonera andina a la plaza Bolívar en 1899, unas señoras Ybarra decidieron no salir nunca más de su casa. El encierro es una forma de repeler y de protegerse ante el invasor. Cuando mi bisabuelo murió en 1917, mis tías Riera decidieron encerrarse en su casa de Platanal a Candilito y se juraron luto eterno. Hay quienes solicitan el retiro para abjurar de este mundo que mal anda y se descompone. El poeta Alí Lameda se propuso ingresar al cerrado paraíso comunista sobre la Tierra, y creyó que podía seguir sus hábitos de caribeño hablando mal del gobierno. Kim Il-sung le grabó unas llamadas telefónicas y lo zampó en una cárcel inmunda hasta que el presidente Carlos Andrés Pérez logró su liberación. Que las personas se encierren es válido. Que un país lo haga es inaudito. El doctor Francia lo logró con el Paraguay del siglo XIX. La dinastía totalitaria de los Kim lo ha perfeccionado con ese antipaís llamado Corea del Norte.
Netflix ofrece un documental sobre Corea del Norte llamado The Propaganda Game, dirigido por el español Álvaro Longoria. Recomiendo verlo para la epifanía y la sorpresa. Uno pasea la Quinta avenida de NY, la avenue Montaigne de París o Maximilianstrasse de Múnich, por citar calles elegantes, y en medio de la excitante prosperidad se ven los mejores vestidos del planeta pero también se puede colar un zarrapastroso con vocación de clochard. En Pyongyang todo luce impecable. No hay ni un papel en las calles y el mundo pinta nítidamente arreglado con su mejor sonrisa de felicidad socialista. Hay rascacielos empinados hasta el infinito, automóviles relucientes a los que no se toca la corneta y un orden apacible que ha llegado a la beatitud de la sociedad sin contradicciones. En los parques los niños no conocen el bullying ni la zancadilla competitiva. El mundo sin problemas se respira en ese ambiente reservado para los más radiantes.
En medio del idilio el director del documental se pregunta: ¿De dónde sale el dinero para mantener esta ficción? Sospecha que toda la coreografía social ha sido ensayada para el día de la filmación. Se trata de crear la ilusión de un parque temático que protagoniza todo un país. Corea del Norte es un país de muertos de hambre. En el documental eso no existe. Es un régimen tan uniformado que hay 15 cortes de pelo para damas y caballeros. El que le peluquean a Kim Jong-un es exclusivo del dictador. ¿De dónde saca el uranio este chino malaúva para su programa nuclear? ¿Qué se propone desde su clausura? Todo resulta una falsedad y detrás de la fachada se agazapa la tiranía genocida y abyecta. La aberración norcoreana de un dictador componiendo el libreto colectivo es una peligrosa amenaza para el mundo libre.