Ante la profundidad de la inmensa crisis que agobia a Venezuela, estamos a la espera de que al fin se abra la puerta de salida a esta cada vez más insoportable situación. Grandes expectativas y esperanzas abrigamos los venezolanos de corazón. Estas expectativas no están solo en nuestra casa, sino que han saltado sobre los linderos patrios para aposentarse y ser compartidas, también con entusiasmo, más allá de nuestras fronteras.
Se avecina, pues, un futuro muy deseado, lo queremos esplendoroso; ello exige dedicarle la mayor y mejor atención por tratarse de hacer una reconstrucción del país, donde no caben improvisaciones. Muy necesario es, entonces, dedicarle el mejor tiempo y hacer serias y profundas reflexiones. La mayor de ellas sería ¿cómo reconstruir el país? Pues esa reconstrucción debe ser muy cuidadosamente estudiada, afianzarse sobre sólidas bases de sustentación, exentas de grietas que amenacen el derrumbe del nuevo edificio. Tarea que corresponde a buenos planificadores, a los mejores talentos con que cuenta Venezuela, a los verdaderos políticos, exentos o no de militancias partidista. Sobre ellos descansa la mayor responsabilidad, y a nosotros toca, en su oportunidad, saber elegir.
Creemos que para emprender una firme reconstrucción la base fundamental es la educación y, junto con esta, la salud. Si estas no cuentan con la idoneidad necesaria fallará la capacidad para trabajar, para producir, para proporcionar mejor vida y para impulsar el motor del desarrollo del país. A tal propósito, creemos igualmente necesario, hacer adecuadas reformas en la educación sistemática: revisión de contenidos, extensión del año escolar, creación de escuelas técnicas, industriales, de agricultura y de oficios (cada venezolano debe tener una ocupación, saber desempeñarse en un oficio o profesión y poseer cultura ciudadana que lo libere del sometimiento al poderoso), así como atender los requerimientos presupuestarios de las instituciones educativas, proveer el material didáctico y asegurar la alimentación y la atención médica a los habitantes. De manera que para el necesario cambio se requiere ser visionario. Pues, por tratarse de construir un buen futuro, es preciso hacer las cosas bien desde el principio, es fundamental para ello que haya sincera y cooperante unidad de todos los venezolanos. Nuestro tan bello y privilegiado país es de todos sin exclusividades partidistas. Así que, “manos a la obra”.
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