COLUMNISTA

El Estado mafioso y la tecnología china

por Héctor Silva Michelena Héctor Silva Michelena

Esta es una alianza maligna que opera en Venezuela, un Estado mafioso. El DRAE, en su tercera acepción, define la mafia como “grupo organizado que trata de defender sus intereses”. La Fundación In Sight Crime tiene siete argumentos para pensar que Venezuela es un Estado mafioso, ellos son los siguientes: 1) Penetración delictiva y criminal de alto nivel, en las instituciones públicas; 2) Evidente cleptocracia; 3) La entrega de poderes estatales a actores irregulares e ilegales; 4) Crecimiento exponencial del crimen organizado; 5) Altos niveles de violencia ejercidos por el Estado y otros actores colectivos (pranes); 6) Exportación del delito y del crimen; 7) Amplias acusaciones internacionales sobre su conducta criminal.

El lector puede consultar el documento preparado después de tres años de investigación de campo, por la Fundación In Sight Crime y el Observatorio Colombiano de la Violencia, de la Universidad del Rosario, en Bogotá, en el portal www.insightcrime.org, o escribiendo a info@insightcrime.org, en los que podrá leer el documento de 84 páginas, profusamente ilustrado.

En cuanto a la alianza Estado mafioso y tecnología, diseñada por un importante centro de tecnología de esa potencia imperialista, hay numerosos testimonios siendo el más importante, para controlar la identidad, la tarjeta llamada carnet de la patria, obscenamente impuesta por el gobierno. Esta es la historia de tal trapacería, creada por la alianza del mal.

En abril de 2008, el entonces presidente de Venezuela Hugo Chávez envió a funcionarios del Ministerio de Justicia a visitar a sus homólogos en el centro de tecnología chino de Shenzhen. La misión era conocer el funcionamiento del programa nacional de documentos de identidad de China, según un miembro de la delegación venezolana. Pero una vez en Shenzhen, los venezolanos se dieron cuenta de que una tarjeta podía hacer mucho más que solo identificar al dueño del documento. En la sede del gigante chino de telecomunicaciones ZTE Corp., la delegación aprendió cómo China, mediante el uso de tarjetas inteligentes, estaba desarrollando un sistema que ayudaría a Pekín a seguir el comportamiento social, político y económico.

“Lo que vimos en China cambió todo”, dijo el asesor técnico Anthony Daquin, miembro de aquella delegación. Su asombro inicial, dijo, se volvió gradualmente en temor de que un sistema así podría llevar a cometer abusos contra la privacidad en Venezuela. “Ellos buscaban tener el control de los ciudadanos”. El proyecto languideció, pero casi 10 años después de aquel viaje, Venezuela lanzó una nueva tarjeta de identificación inteligente conocida como carnet de la patria.

La tarjeta transmite datos de sus titulares a servidores de computadoras. El carnet está cada vez más vinculado a la entrega de alimentos subsidiados, salud y otros programas sociales del gobierno, de los que depende la mayoría de los venezolanos para sobrevivir. Y ZTE está en el corazón del programa.

Como parte de un esfuerzo oficial de 70 millones de dólares para reforzar la “seguridad nacional”, Venezuela contrató el año pasado a ZTE para armar una base de datos con los carnets y crear un sistema de pago móvil para usar con la tarjeta. Un equipo de empleados de ZTE ahora funciona dentro de una unidad especial de Cantv, la compañía estatal de telecomunicaciones que administra la base de datos. El carnet genera preocupación entre algunos ciudadanos y grupos de derechos humanos que creen que es una herramienta para que el gobierno de Nicolás Maduro monitoree a la población y reparta los escasos recursos entre sus leales. “Es un chantaje”, dijo Héctor Navarro, uno de los fundadores del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela. “Los venezolanos que tienen el carnet de la patria tienen más derechos que los que no lo tienen”, agregó.

Su Qingfeng, el jefe de la Unidad de Venezuela de ZTE, dijo que la empresa no violó las leyes chinas o locales, y no tiene ningún papel en la forma cómo Venezuela recopila o utiliza los datos de los titulares de tarjetas. “No apoyamos al gobierno –se excusó–. Solo estamos desarrollando nuestro mercado”.

Vínculos: el derrumbe de la economía en Venezuela causó hiperinflación, escasez de alimentos y medicamentos, y un éxodo creciente de desesperados, pero Maduro tiene un aliado. La tarjeta también muestra cómo China, a través de empresas vinculadas con el Estado, como ZTE, exporta conocimientos tecnológicos que pueden ayudar a los gobiernos de ideas afines a rastrear, recompensar y castigar a los ciudadanos. La base de datos almacena detalles como cumpleaños, información familiar, empleo e ingresos, inmuebles propios, historial médico, beneficios estatales recibidos, presencia en las redes sociales, membresía de un partido político y si una persona votó.

Aunque ZTE cotiza en bolsa, su principal accionista es una empresa estatal china y el gobierno es un cliente clave. En el pasado, ZTE se enfrentó a Washington por tener tratos con gobiernos vistos como autoritarios. La compañía pagó este año 1.000 millardos de dólares para llegar a un acuerdo con el Departamento de Comercio estadounidense, en una de las varias multas que la empresa recibió luego de enviar equipos de telecomunicaciones a Irán y Corea del Norte, en una violación a las sanciones de Washington.

A lo largo del año pasado, Maduro instó a los ciudadanos a inscribirse y a sacar la nueva tarjeta, y dijo que es esencial “construir un nuevo poder popular en Venezuela”. Aproximadamente 18 millones de personas –más de la mitad de la población– ya lo hicieron.

“Con este carnet vamos a hacer todo de ahora en adelante”, dijo Maduro en diciembre pasado. Para alentar su adopción, el gobierno dio premios en efectivo a los titulares de los carnets por desempeñar tareas cívicas, como reunir a los votantes. También otorgó pagos únicos, como a las madres inscritas en el sistema, a quienes dio un bono por el Día de la Madre, y la retahíla de bonos se alargó, pero Maduro, además, está tomando medidas para forzar la adopción de la tarjeta. El gobierno ahora dice que los venezolanos necesitan el carnet para recibir beneficios que incluyen medicamentos, pensiones, canastas de alimentos y combustible subsidiado. Con los servidores comprados a ZTE, el chavismo está creando una base de datos que algunos ciudadanos temen esté identificando a quienes apoyan al gobierno y a los que no.

Los trabajadores estatales dicen que son un blanco. Una presentación interna de Cantv de 2017 indicó que el sistema puede transmitir información de la base de datos a los ministerios para ayudar a “generar estadísticas y tomar decisiones”. Maduro presentó las tarjetas en diciembre de 2016. En su discurso agradeció a China por prestar un apoyo que no especificó, ¡pero lo aplicó con creces!

Hagamos ahora un aterrizaje suave, recordando al gran pensador Ortega y Gasset: “Nada es mito si no lleva dentro la médula de una experiencia humana real”. El imperialismo chino no es un mito, es una tremenda realidad. China tiene monopolios que se enlazan con el capital financiero, exporta capitales, comercio desigual; según Lenin, el imperialismo se caracteriza por los siguientes aspectos: 1) Formación de monopolios. 2) Fusión del capital industrial y el capital bancario en el capital financiero. 3) Exportación de capital, no de mercancías. 4) Formación de carteles. 5) División del mundo entre las potencias imperialistas, y guerras por el control de los mercados. Salvo la última, todas las otras le cuadran a China que, además, sí exporta mercancías a cambio de las materias primas (minerales, petróleo) de los países subdesarrollados, donde ejerce un férreo control financiero que sustituye a la colonización territorial.

¡Adelante, compañeros, a formar nuestros batallones civiles para que volvamos a vivir en nuestra propia Venezuela! “donde una raza buena ama, sufre y espera”, como dijo el gran Rómulo Gallegos.