COLUMNISTA

Escena del crimen

por César Tinoco César Tinoco

I

Escena del crimen (CSI, Las Vegas) fue una serie dramática sobre un equipo de peritos forenses y criminólogos que trabajaban en la ciudad estadounidense de Las Vegas, investigando los crímenes que allí ocurrían. Se transmitió por vez primera el 6 de octubre de 2000 en los Estados Unidos por la cadena CBS. Fue creada por Anthony E. Zuiker y producida por Jerry Bruckheimer.

En tres oportunidades fue reconocida como la serie dramática más popular a escala internacional por el Festival de Televisión de Monte-Carlo, que la premió con el «International Television Audience Award (Mejor Serie Drama de Televisión)». También y según lo reporta el portal imdb.com, entre el año 2000 y el 2015, ganó 64 veces en 126 nominaciones.

A pesar de su popularidad tenía una severa crítica: no representaba con exactitud el procedimiento policial. Por ejemplo, sus personajes no sólo investigan la escena del crimen, sino que también participan en redadas y en la búsqueda y detención de sospechosos, como también en interrogarlos y en resolver los casos, labor que, en la realidad, recae en agentes uniformados, detectives en incluso en los tribunales, y no en el personal CSI.

II

El pasado 29 de abril, el «investigador CSI» y Ministro para la Comunicación e Información, Ernesto Villegas, ofreció a representantes de 15 medios de noticias internacionales nuevos elementos «criminalísticos y periodísticos» con el objetivo de desmontar la versión sobre el asesinato del estudiante Juan Pablo Pernalete Llovera, de 20 años de edad.

III

La inferencia bayesiana asigna una probabilidad como medida de credibilidad de una hipótesis. Aquí, la inferencia se entiende como un proceso de actualización de las medidas de credibilidad al conocerse nueva información, nuevas evidencias. Su eje central, el Teorema de Bayes, permite evaluar la probabilidad de un suceso en dos pasos. En primer lugar, se parte de una probabilidad inicial de que un determinado evento ocurra basándonos en nuestro conocimiento previo del problema. En segundo lugar, una vez que hemos podido adquirir nueva información que mejore nuestro conocimiento del problema, calculamos una probabilidad posterior. Esta probabilidad posterior es el resultado de revisar nuestras creencias iniciales sobre la base de las evidencias disponibles.

IV

A inicios del mesde abril, en la revista digital Psychology Today, Daniel Freeman y Jason Freeman publicaron un artículo titulado «Entendiendo el poder de las teorías conspirativas», en donde explican cómo llevaron a cabo una investigación para intentar responder el por qué unas personas son más propensas que otras en creer en dichas teorías, y pongo dos ejemplos de teorías conspirativas a modo de ilustración: “los atentados terroristas del 11/septiembre/2001, fueron favorecidos por el gobierno de George W. Bush” y “el atentado contra las instalaciones de la Dirección Ejecutiva de la Magistratura, el pasado 08/abril, fue de autoría intelectual -y material- de dirigentes de la oposición”.

En la investigación, publicada con las siguientes coordenadas: Daniel Freeman y Richard P. Bentall (2017), «The concomitants of conspiracy concerns», Journal of Social Psychiatry and Psychiatric Epidemiology, pp 1–10, march (doi:10.1007/s00127-017-1354-4), sus autores establecen una clara asociación entre la creencia en una teoría conspirativa y una amplia gama de circunstancias de vida negativas y angustia personal en grupos ubicados por encima de la media en desventaja social: con baja autoestima, bajos niveles de ingresos y educación (instrucción) y reportando bajos niveles de bienestar físico y psicológico.

Para los grupos en tal situación, creer en una conspiración les trae ciertos beneficios: en lugar de la ansiedad y la incertidumbre, se tranquilizan por lo que interpretan como «conocimiento». Su autoestima herida se ve reforzada por la sensación de que son de las pequeñas minorías que realmente saben lo que está pasando. Y gracias a internet son capaces de conectarse con esas almas afines que de pronto se sienten parte de una comunidad. Léase bien, son realmente minorías quienes creen tales teorías conspirativas.

V

Le pregunto a usted amigo lector: ¿cuál es la probabilidad, inicial y posterior, de que Ernesto Villegas diga una verdad cualquiera?

c.e.tinoco.g@gmail.com