El próximo domingo 4 de marzo será la 90 entrega de los premios de la Academia (de las Artes y Ciencias Cinematográficas estadounidense) u Oscar. No recuerdo un año que lo haya dejado de ver o no esté pendiente de sus resultados. Era una tradición familiar que en mi adolescencia y tiempos universitarios se fortaleció con la meta de ver todas las nominadas a mejor película (como mínimo) antes de las premiaciones. Ahora dicha tradición se ha convertido en los últimos años en una mayor necesidad, por ser una “burbuja” que nos permite descansar –por unos momentos– de la dictadura del hambre y miseria del chavismo-madurismo. A pesar de la distracción que pueden brindarnos, es inevitable que hagamos relaciones con nuestra realidad y en algunas ocasiones nos genere frustraciones o nos llene de esperanzas. Ya vimos todas las nominadas a mejor película y a continuación les ofrecemos nuestro humilde comentario.
Al hacer una clasificación de las mismas podemos decir que hay cuatro dramas: Lady Bird (Greta Gerwing, nominada como directora), Call me by your name (Luca Guadagnino), Phantom thread (Paul Thomas, nominado como director) y Three billboards outside Ebbing, Missouri (Marti McDonagh); 3 históricas: Dunkirk (Christopher Nolan, nominado como director), Darkest hour (Joe Wright) y The Post (Steven Spielberg); una de terror-comedia: Get out (Jordan Peele, nominado como director) y una fantástica: The shape of water (Guillermo del Toro, nominado como director). Todas tienen excelentes actuaciones y guiones, en especial los actores adolescentes se han superado. De las dramáticas las dos primeras relatan ese gran problema de la adolescencia que es la búsqueda o construcción de la identidad. En Lady Bird (seudónimo de la protagonista) una joven en el último año de bachillerato decide ir a la universidad fuera de su pueblo, como una manera de ser independiente de su madre dominante y nada cariñosa, y su entorno extremadamente conservador. La historia se centra en todos los conflictos que se generan por dicha decisión y los típicos embrollos del anhelo de aceptación que sufren especialmente los jóvenes. Me gustó porque el relato nos sorprende al no seguir las líneas narrativas esperadas, pero a pesar de ello no me pareció un gran filme. En el caso de Call me by your name nos deleitamos con la banda sonora y la fotografía de la Toscana (Italia), pero la historia de amor no nos parece nada que ya no se haya contado en otras películas sobre la aceptación de la condición homosexual. No me refiero a la crítica de la sociedad, sino de los propios protagonistas en la década de los ochenta.
Phantom thread está muy bien hecha en todo lo que respecta al vestuario (el tema gira en torno a la vida de un modisto), actuaciones (Daniel Day Lewis una vez más nominado), ambientación, fotografía, banda sonora y guión. La historia me atrapó por todo lo referente al carácter y la vida de un genio, por todo el empeño y pasión que pone en su arte (la moda), pero me parece que después pierde fuerza ante las acciones de lo que en Venezuela llamaríamos: una verdadera cuaima. Three billboards outside Ebbing, Missouri; trata de un tema universal: el anhelo de justicia de una madre ante un homicidio no resuelto. Las actuaciones llevan la trama de manera perfecta y cada personaje nos cautiva. La rabia y la violencia es una espiral que crece sin parar ante la falta de respuesta de las instituciones y la sociedad.
Get out nos atrapa desde el principio porque deseamos conocer el misterio central, pero en la segunda mitad donde se presenta su resolución nos pareció algo floja. Esa primera hora me pareció genial, mostrándonos una metáfora de las nuevas formas del racismo. The shape of water quería verla desde que supe de su existencia, por ser Guillermo del Toro un “discípulo” de la extendida herencia del gran H. P. Lovecraft y porque cuando niño vi Creature from Black lagoon (Jack Arnold, 1954) por TV la cual sirve de modelo para su ser acuático. Pero hubo decepción, probablemente porque esperaba algo más al estilo Tim Burton y no la muestra de imágenes tan crudas. No me logra convencer su noble empeño de atender a los diferentes.
Las tres películas históricas son muy buenas aunque todas sean propaganda. Se puede decir de ellas que son excelentes filmes de propaganda, como lo fueron tantas maravillas que se hicieron en plena Segunda Guerra Mundial, como por ejemplo: Casablanca (M. Curtis, 1943). The Post me pareció una buena denuncia contra las pretensiones o amenazas actuales de emular la censura que aplicó Richard Nixon en su administración (1969-74), y en general la exaltación de los valores de la prensa libre; pero hasta allí. Otra cosa son Darkest hour y Dunkirk, las cuales tratan por pocas semanas del mismo período de la historia de la experiencia británica en torno a la invasión y caída de Francia por la invasión de la Alemania de Hitler entre mayo y junio de 1940. El Winston Churchill interpretado por Gary Oldman me ha encantado, sabiendo que lo muestra más simpático de lo que probablemente fue el gran estadista en vida. Una vez más se trata la historia oficial que resalta a Churchill como el líder de la posición que enfrentó a Hitler y que nunca cedió ante las propuestas de pactar. Nos logra emocionar, en especial a los que enfrentamos la amenaza totalitaria. Dunkirk es una maravilla, y pasará a ser un clásico no solo del género bélico sino del mundo del cine. Merece el Oscar a mejor película y dirección. Nos logra transmitir la desesperación de los soldados por huir, y los actos heroicos de los civiles (embarcaciones privadas) por rescatarlos junto a unos pocos pilotos de la RAF. Los diálogos son escasos, lo que nos lleva a valorar mucho más las imágenes y el sonido; de manera que la misma se convierte en un gran homenaje a la esencia del séptimo arte.
The Post, Dunkirk y Darkest hour nos recuerdan la lucha de Occidente por la democracia y la libertad. En medio de una dictadura de hambre y muerte, nos muestras a los venezolanos que otra realidad es posible. Nos llenan de esperanzas. Un Estado y una sociedad que respeten la dignidad del ser humano no es una utopía, es una posibilidad a la que tenemos derecho pero por la que debemos luchar.
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