El mundo en pleno le recomienda a la dirigencia opositora venezolana que no participe en comicios “arbitrados” por una instancia devenida en una suerte de cártel del tráfico electoral –léase con atención, no que no participe en elecciones sino en procesos “arbitrados” por una supuesta autoridad que de lo único que sabe es de amaños cada vez más descarados, a tal punto que decidió consumar un fraude de tal magnitud que hasta ha ofendido gravemente a las auténticas naciones democráticas del planeta– y la respuesta es un desconcertante “no se metan”. Se verá luego con qué cara, luego de que aquella “autoridad” perpetre un nuevo fraude, le rogarán a esas naciones que “hagan algo” para defender sus “espacios” –sí, solo suyos, sus ficciones, aunque le cueste digerirlo a los cuatro ingenuos, por no decir pendejos, que todavía creen en la existencia de “espacios democráticos” que pueden ser ganados para el “fortalecimiento” de la lucha de nosotros, la ciudadanía de a pie, dentro de este totalitario régimen–.
Los más autorizados representantes de ese mismo mundo –no José Luis Rodríguez Zapatero, otro traficante de la más ruin politiquería, ávido de un Nobel de la Paz a expensas del definitivo hundimiento de la sociedad venezolana– coinciden en su juicio con lo que en cada esquina del país brota de la sensatez popular y le sugiere a aquella dirigencia no dejarse envolver por la tiranía en seudonegociaciones, que bien podrían pasar por óperas bufas de no estarse apilando en Venezuela los cadáveres producto del hambre, del colapso del sistema sanitario y de la represión, y vuelve esta a dar muestras de torpeza y miopía política al desoír ese concierto de voces nacionales e internacionales.
Es inevitable alzar la voz y, como mínimo, preguntar a qué se está jugando en medio de una tragedia como la que actualmente padece el pueblo venezolano, máxime porque resulta cada vez más difícil permanecer en silencio, por aquello de “no criticar al que ‘lucha’ a nuestro lado” –el sempiterno chantaje en esta acera–, ante esa especie de autosabotaje continuado que se presenta como el sabio obrar de los profundos conocedores del manual de la correctísima (!) lucha democrática que la mayoría, o al menos este servidor, no ha tenido la fortuna de siquiera ojear.
Hay que decirlo y decirlo con la franqueza que merece una ciudadanía que tiempo ha que de lo único que sabe es de apaleamientos: esto que de modo eufemístico algunos han bautizado como la nueva fase de tal lucha es, en todo su conjunto, un soberano error.
Y que ninguno me venga con aquello de “si vas a criticar, propón al menos una alternativa” dado que yo –y le pido a los lectores disculpas por este antipático empleo de la primera persona– he venido proponiendo de diversas formas una que considero puede constituirse en ruta de factible tránsito y con altísimas probabilidades de conducir a un desenlace beneficioso para la sociedad venezolana.
Solo quería expresar eso.