Asumido concienzudamente, no es fácil armar el rompecabezas venezolano de los últimos días. Sobran y faltan datos, interpretaciones, declaraciones sobre los antecedentes inmediatos y eventos del 30 de abril, también sobre el balance que deja para lo que sigue. Quizá verlo desde el exterior ayude a colocar algunas piezas intentando una suerte de panorámica del momento internacional para la crisis venezolana.
- La atención mundial aumenta y provoca pronunciamientos con los que se confirma el mapa de respaldos al derecho de los venezolanos de recuperar la vigencia de la Constitución. También se encuentran evidencias del estrecho mapa de apoyos al régimen, a la vez que de su dependencia extrema de intereses ajenos. La represión de las manifestaciones y protestas reaviva la atención sobre el expediente de violaciones de los derechos humanos y la continuación de la crisis, su dimensión humanitaria y su desbordamiento exterior no dan tregua.
- Para el empeño de los venezolanos, su sacrificada constancia en el apoyo a las diversas formas de movilización y en ese no cejar en el empeño que vimos en el tránsito entre abril y mayo, es crucial la organización política de los actores democráticos, el fortalecimiento de su coordinación y la presencia del liderazgo generador de confianza del presidente interino, Juan Guaidó.
- También se evidencia como indispensable, precisamente porque el régimen mismo abrió el país y las propias estructuras de gobierno a actores externos, robustecer concertadamente las iniciativas internacionales que contribuyan a superar los obstáculos internos y externos para construir una salida democrática pronta, cierta y sostenible.
- Esas iniciativas se revelan y anuncian en estos días en una densa secuencia de declaraciones y reuniones internacionales en las que el denominador común de las democracias es la reiteración -con énfasis diversos- de la hoja de ruta para llegar a elecciones libres, a la vez que los llamados a evitar el uso de la fuerza contra manifestantes pacíficos y la condena ante la violación de derechos humanos fundamentales. Por otro lado, se ha hecho evidente que las medidas de presión -de modo especial en las sanciones impuestas por Estados Unidos, aunque también por Canadá y, en menor medida, la Unión Europea- han sido insistentemente acompañadas por incentivos explícitos para alentar el apoyo a la transición democrática.
- La multiplicación de declaraciones de altos cargos del gobierno de Estados Unidos ha tendido a copar las noticias, entre exigencias y explicaciones, que confirman intereses primarios y permanentes de Estado, y no solo los de la administración actual, que son por principios y necesidad naturalmente cercanos a los de la oposición democrática. Pero también está presente su disposición y preferencia por facilitar una salida negociada, presentando incentivos a actores internos y externos.
Entre los actores externos que complican esa salida, los eventos de estos días han colocado a Cuba y Rusia en el foco de atención en un tablero de sanciones y persuasión, fundamentalmente desde Estados Unidos. Esto escapa del control de los demócratas venezolanos, salvo por las presiones e incentivos vinculados al programa de transición.
- En suma, el seguimiento y respaldo internacional a los venezolanos se acentúa, como lo evidencian no solo las posiciones individuales de gobiernos democráticos que no convienen en la designación del intento del 30 de abril como golpe de Estado, sino también en diversas expresiones colectivas e institucionales como las del Grupo de Lima, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la alta representante de política exterior de la Unión Europea, el secretario general, el presidente del Consejo de Seguridad y la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas el 30 de abril. Entre el 1 y el 3 de mayo hubo dos sesiones del Consejo Permanente de la OEA sobre la Situación en Venezuela y sobre El rol de los actores externos en Venezuela. La declaración del Grupo de Lima desde la capital peruana y la inicial del Grupo Internacional de Contacto de la Unión Europea, que se reunirá nuevamente los días 6 y 7 en Costa Rica, tienen el desafío de contribuir a que la acción internacional sea eficiente. No hay institucionalidad internacional que respalde al régimen, solo un conjunto de países cuyo perfil político y de intereses económicos y geopolíticos explica su desdén por los derechos humanos de los venezolanos; a ellos se suma el denso entretejido de lo ilegítimo con lo ilícito transnacional, y en lo uno y lo otro el accionar internacional es indispensable.
- El asunto pendiente y urgente sigue siendo qué y cómo actuar eficazmente desde la comunidad internacional para que la solución a la crisis venezolana sea democrática, pacífica y sostenible. Lo que parecen dejar estos días, en trazos gruesos, es la reiteración de la necesidad de mayor concertación entre las estrategias de apoyo internacional a la transición, particularmente las de Estados Unidos, Europa y Latinoamérica. Cada cual desde su lugar y con sus recursos políticos, dirigidas tanto a construir la ruta de salida en Venezuela como a desmontar los obstáculos que interponen otros actores y factores internacionales. Lo más importante sigue siendo, como lo confirman las imágenes de estos días, colocar en el centro del tablero a los venezolanos, su sufrimiento y su legítima exigencia de volver a la normalidad constitucional, sin la que no hay posibilidad de recuperar libertad y oportunidades de progreso.