Estamos llegando a un punto de quiebre tan extremo con relación a la crisis de salud que enfermarse en Venezuela significa un grave riesgo, incluso de perder la vida. No podemos aplicar la medicina en la fase curativa en una determinada enfermedad, bien sea aguda o crónica, pues cada día que pasa el acceso a medicamentos e insumos es más difícil, no solo por la escasez sino también por los precios exorbitantes.
No obstante, la alarma y preocupación crece de manera indetenible porque tampoco, ante el auge de tantas enfermedades reemergentes en Venezuela, hay mecanismos y herramientas idóneas para la prevención y así lograr minimizar los riesgos de aparición de estas afecciones.
La prevención en salud es extremadamente importante porque, además de lograr el estado de bienestar lo más completo posible en un individuo y de mantenerlo sano, se optimiza la inversión de la atención en salud; lamentablemente la ausencia de un sistema público de salud, de políticas sanitarias, sumado todo esto a la corrupción e ignorancia que caracteriza a este “ gobierno” como ente rector en salud a través del Ministerio del Poder Popular para la Salud, la crisis se ha agravado más allá de lo que nunca nos imaginamos.
Uno de los aspectos fundamentales relacionados con la prevención en salud es la vacunación, pudiéramos afirmar que es pilar fundamental en la medicina preventiva junto con la promoción y educación para la salud. Constituye la herramienta más fuerte con que cuenta el sector médico en lo que se refiere a la prevención en salud, para ello deben mantenerse programas de vacunación de manera sistemática y con la cobertura suficiente para toda la población, sobre todo susceptible, como lo es la población infantil e incluso el adulto mayor, ya que en los adultos se debe también cumplir un esquema de vacunación.
Los programas nacionales de vacunación han demostrado su efectividad cuando se cumplen de manera adecuada. No obstante, con este “gobierno” dichos planes no han cumplido con el objetivo requerido porque los servicios de salud no cuentan con los insumos básicos que se requieren, la escasez de vacunas es notoria, por lo que ha conllevado a que la cobertura vacunal sea de 50%, y en algunas áreas del territorio nacional es menor a dicho porcentaje, por lo que lamentablemente enfermedades que estaban bajo control resurgen de manera alarmante.
La Sociedad Venezolana Puericultura y Pediatría ha sido muy clara con el esquema de vacunación que se debe cumplir en los niños menores de 5 años y que la cobertura debe alcanzar por lo menos 95%. Podemos concluir que factores como: fallas en el suministro y distribución de las vacunas, el deterioro de los ambulatorios, fallas eléctricas que han ocasionado que no se cumpla la cadena de frío en las vacunas, pues estas deben ser almacenadas y resguardadas a temperaturas bajas, han conllevado a que la cobertura de vacunación haya disminuido de manera preocupante, además de plantearnos serias dudas sobre si, aparte de vacunar, estamos inmunizando.
El resultado de esto es que estamos enfrentando enfermedades reemergentes que se han convertido en epidémicas, como son la difteria y el sarampión, además de que Venezuela se ha convertido en un país exportador de enfermedades prevenibles por vacunas en la región de las Américas, ejemplo de ello son los casos de sarampión que llegaron de nuestro país a Brasil, Colombia y Ecuador. El pasado 6 de abril comenzó el plan nacional de vacunación 2018, lo cual fue anunciado por el Ministerio de la Salud. Según opinión de expertos, dicho plan está lleno de improvisación y no cubre las expectativas con relación a la cobertura para la mayoría de la población susceptible.
La cantidad de dosis anunciadas no son las suficientes, y según la Sociedad Venezolana Puericultura y Pediatría “existen reportes de que no se aplica la vacuna trivalente viral” que protege contra el sarampión, rubeola y parotiditis (paperas). Solo se aplica la bivalente (sarampión, rubeola), una muestra de que no se cumple con el esquema completo de vacunación propuesto por dicha sociedad científica, así como también otras vacunas que brillan por su ausencia.
Muy tristemente, hemos llegado a un extremo de que ni siquiera podemos prevenir la enfermedad en la Venezuela socialista del siglo XXI o mejor dicho en la Venezuela rural a la que nunca pensamos que íbamos a involucionar, lo cual es producto de la mediocridad, ignorancia e indolencia de quienes todavía gobiernan y que ha repercutido de manera importante en la salud y la vida de los venezolanos
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