El régimen venezolano, dirigido por quien se considera a sí mismo presidente obrero, irónicamente, ha deteriorado los salarios a niveles que no sirven, y ha anulado los contratos colectivos, conquistas laborales de años y sacrificios; se ha convertido en enemigo universitario. Asedia, hostiga a las universidades; bajo el yugo absolutista las somete, con premeditación y alevosía, a un presupuesto deficitario, ridículamente precario y carente de la realidad inflacionaria, creada por ellos mismos, que imposibilita su funcionamiento. Esto ocurre mientras viajeros oficialistas, amigos y relacionados disfrutan de lujos pomposos en aeronaves del Estado alrededor del mundo.
El régimen condena a la universidad a la libérrima acción del hampa. Estimula la deserción docente y estudiantil al mismo tiempo que sus hijos y familiares están inscritos y cursando estudios en las mejores universidades del orbe, en muchos casos, pagados con el dinero mal habido, es decir, robado al erario público. Mientras aquí, a quienes tienen estudios de nivel superior y son profesores titulares, a dedicación exclusiva en la docencia, se les niega mejoramiento. Se desconoce la meritocracia y se cancelan salarios de hambre, más bien, limosnas.
Lo paradójico es que los enemigos de las universidades, hoy en ejercicio del poder, se beneficiaron. Eran los becados, gozosos y golosos del otrora presupuesto. Fueron muchas piedras lanzadas y cauchos quemados previa buena y nutritiva comilona en los comedores universitarios. Nunca participaron de las elecciones estudiantiles, porque las sabían perdidas, por eso optaban por exigir anticipo de vacaciones a punta de disparos. Aquellos encapuchados son muchos de los que gobiernan y atentan groseramente contra la autonomía universitaria. ¡Qué poco agradecidos!
Sin embargo, la mayor ojeriza, el escollo infranqueable, lo tienen en la reputada y siempre bien ponderada Universidad Simón Bolívar. Diferente a las otras, sus enemigos lograron imponer a un vicerrector oficialista, comprometido ideológicamente con el castrismo chavista, caballo de Troya. No fue elegido. El ministro de Educación Superior lo impuso, como es habitual en las dictaduras. Lo impuso ignorando la consulta, en la cual se favoreció a un integrante de la comunidad universitaria. El arbitrario funcionario ha forzado la presencia de un extraño, ajeno a la USB, causando rechazo generalizado en el ambiente, produciendo descontento, insatisfacción y disgusto.
La Asociación de Profesores de la Universidad Simón Bolívar, actuando como guía, alzó su voz contra el atropello, la inmoralidad e ilegalidad, defendiendo con vehemencia el articulo 350 consagrado en la Constitución vigente, de 1999. Razón, entre otras, por la cual su directiva resultó reelegida para un nuevo período. Porque cuando se es transparente, auténtico y se enarbolan banderas de libertad y democracia, es posible elegir una legítima representación gremial.
No olvidemos jamás que en nuestras casas de estudio se supera el intelecto y crece el conocimiento, la genialidad de instruirse es maravillosa. Es claridad sobre oscuridad. El bien sobre el mal. La superación de la ignorancia y la mediocridad.
Los enemigos de la excelencia los tiene la Universidad Simón Bolívar y los enfrenta a pesar de sus riesgos; desafía a la dictadura burócrata, mezquina e insuficiente, limitada de inteligencia, sin creatividad, pasmada en el pasado, que se inhibe y acompleja frente a un profesorado y estudiantado rebelde, deseoso de aprender, hambriento de conocimiento, disidente, sin complejos. Y por eso, la quieren dócil, sumisa, obediente, minimizada y complaciente.
Pero en la Simón Bolívar la dignidad es permanente, la pequeñez no es bienvenida y el sometimiento se rechaza. No tendrán éxito.
@ArmandoMartini