COLUMNISTA

En su compromiso con la democracia CAP no dudó en ordenar dos movilizaciones militares

por J. Gerson Revanales J. Gerson Revanales

La celebración del centenario del nacimiento de Carlos Andrés Pérez es una gran oportunidad para revisar su impacto en la política exterior y la defensa de la democracia.

Durante el quinquenio 1974-1979, Carlos Andrés Pérez despliega una intensa actividad exterior materializada tanto en sus múltiples viajes -incluyendo al mundo socialista- como en la recepción en Venezuela de jefes de Estado y representantes de diversos lugares del mundo, apoyado en la idea de que los problemas de los países tercermundistas se resuelven en la palestra internacional.

Pérez en su primer período en política exterior llega con una nueva visión de la Doctrina Betancourt; restablece relaciones con la Cuba de Castro en diciembre de 1974, apoya al «hombre fuerte» de Panamá, Omar Torrijos, en su negociación con Estados Unidos para la entrega del Canal y rescata a Michael Manley de Jamaica de la influencia castrista; oponiéndose frontalmente a las dictaduras de Anastasio Somoza (Nicaragua) y de Baby Doc en Haití; rechazó enérgicamente la dictadura militar de Chile, rompiendo relaciones diplomáticas y recibiendo en Venezuela a miles de exiliados e incluso enviando un avión a Washington para recoger los restos del excanciller Orlando Letelier, asesinado por agentes de la DINA. Con el resto de gobiernos de Hispanoamérica y Europa, mantuvo excelentes relaciones, especialmente con España, con la causa Saharaui, al reconocer a su primer enviado y con Estados Unidos, colocó a Venezuela como uno de los principales proveedores de petróleo a esa nación. Con los países socialistas, estableció relaciones con China (1974) y logró la liberación de Alí Lameda, a cambio del apoyo a Corea del Norte para su ingreso a las Naciones Unidas, lo cual demostró su amplitud como hombre de Estado.

Desafortunadamente, al momento de su llegada se encuentra con las manos atadas en el caso de la reclamación del Esequibo. Rafael Caldera pocos años antes ha firmado el Protocolo de Puerto España, como un Addendum del Acuerdo de Ginebra que congelaba las negociaciones por doce años; lo cierto es que, según testigos del momento, a pesar del compromiso de Puerto España y del supuesto congelamiento de las negociaciones, hubo conversaciones y negociaciones extraoficiales para el financiamiento de la represa del Mazzaruni, construcción de una carretera a Georgetown, la compra de arroz, del único producto exportable de Guyana a precios por encima del mercado internacional y el apoyo financiero a la factura petrolera. Estas conversaciones no llegaron a nada, pero lo cierto es que Guyana aprovechó estos años para consolidar su ocupación en el territorio Esequibo. Pudiéramos decir que la reclamación por el Esequibo fue el único obstáculo que en materia internacional el presidente Pérez no pudo desarrollar o concretar.

En su primer mandato, acorde con la tesis política de Acción Democrática*, se abocó a la nacionalización de la industria petrolera y la creación de Petróleos de Venezuela S. A. como casa matriz, la cual llegaría a ser la cuarta empresa petrolera mundial. En paralelo al tema petrolero están los temas de la cooperación internacional: Carlos Andrés Pérez da inicio a un novedoso programa. El primero conocido en cooperación petrolera con las llamadas “Facilidades de Puerto Ordaz”, de las cuales se beneficiarán los países de Centroamérica, Jamaica y República Dominicana. Este programa dará origen a los Acuerdos Energéticos de San José y posteriormente, al Acuerdo Energético de Caracas y el fracasado Petrocaribe, con fines más geopolíticos que de cooperación. Sin embargo, la gran herencia de Pérez fue el programa de becas Gran Mariscal de Ayacucho, un programa educativo que llevó a los estudiantes venezolanos a todas la universidades del mundo; una forma novedosa de instrumentar la política exterior. En su decidida defensa de la democracia, no dudó en ordenar una movilización frente  a las costa de Trinidad cuando un movimiento musulmán intentó tomar el poder y a Costa Rica un grupo aéreo integrado por varios aviones de combate (Camberras y TD2) ante las amenazas de Nicaragua.

A mitad de su período, en noviembre de 1976, se efectuó en Ginebra el XIII Congreso de la Internacional Socialista, en el cual se oficializó su vínculo con la Internacional. CAP asiste al Congreso, no como miembro de su partido sino como líder del Tercer Mundo.

Luego, en su segundo período (1989-1993), muy turbulento por las conspiraciones de su propio partido bajo el mando de un adulado “caudillo”, quienes luego de crucificarlo, pretenden reivindicar su memoria; de innombrables notables de derecha y de izquierda y de dos traicioneras asonadas militares, limitaron su desempeño en el campo internacional; pudo desplegar una amplia actividad internacional en línea con una política exterior similar a la de su anterior gobierno; asume la integración latinoamericana como una trinchera para enfrentar el problema de la deuda externa como una de sus banderas internacionales.

Por otra parte, al invitar a Fidel Castro y a Daniel Ortega a la toma de posesión, se avizora la continuación de una conducta pluralista y autonomista, pues no se detiene ante las fuertes críticas de que fuera objeto por parte de algunos sectores internos y de los propios Estados Unidos. Sin embargo, su carisma, liderazgo y compromiso con la democracia le llevaron a ser reconocido como líder de la Social Democracia; apoyó liderazgos nacientes como el de Felipe González y herederos del gran Víctor Raúl Haya de la Torre como Alan García, de figuras de la resistencia francesa como Françoise Mitterrand y de intelectuales africanos como Sengar Sengor de Senegal, que le dieron un reconocimiento de la Social Democracia internacional con Willy Brandt,  como uno de los líderes más prominentes de su época, defensor del Nuevo Orden Internacional, de la integración latinoamericana y de la democracia como modelo político social. Así como con Guyana no pudo dejar su huella, en cambio reconstruyó las relaciones con Colombia, luego de la infame puñalada de la incursión del Caldas en aguas del Golfo de Venezuela, con la firma y negociación de los llamados Acuerdos de San Pedro Alejandrino, que llevaron las relaciones políticas y comerciales a su nivel más alto en su historia.

*Como parte de esta historia, el autor fue testigo de excepción como adjunto en la Secretaria Internacional de Acción Democrática con el doctor Enrique Tejera París, quien sería su primer canciller en su segunda presidencia