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El transporte aéreo de la vacuna, la misión del siglo

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El Reino Unido empezó la inmunización esta semana,  con la vacuna producida por Pfizer y BioNTech, al menos de inmediato a las personas de alto riesgo, mayores de edad y personal médico, cosa que nos alegra, más teniendo familiares cercanos por esos lados.

Pero realmente el reto mundial es inmunizar a 8.000 millones de seres humanos en todos los rincones del mundo, una tarea descomunal y sin precedentes en la historia humana.

El primer reto planteado lo fue para la industria farmacéutica, el poder descubrir, probar y capacitarse para fabricar lo más rápido posible una vacuna eficiente contra el Covid-19, a nivel mundial era urgente. Pero ahora llegó el momento de empezar a transportarla.

Las farmacéuticas alemana y estadounidense plantean un sistema propio de distribución. Fuentes de Pfizer explican que empaquetarán las vacunas en contenedores especiales, con hielo seco que permite mantener los -70ºC con oscilaciones de hasta 10 grados, por hasta 10 días; eso, sin abrir la caja. Para Europa se distribuirán desde sus almacenes en Puurs (Bélgica).

Cada contenedor estará dotado de un sensor, conectado por GPS, que permitirá controlar la temperatura en todo momento. Cada contenedor –reutilizables– será enviado a un punto de uso, donde se podrán hacer tres cosas: primero, trasvasar a congeladores de temperatura ultra baja, propios del centro sanitario; segundo, mantener los de Pfizer, que durarán hasta 30 días si se va añadiendo hielo seco; o conservar las dosis en neveras estándar, a entre 2 y 8ºC durante un máximo de cinco días. Esta es la temperatura que necesitarán las vacunas de AstraZeneca-Oxford, Sanofi, Janssen y CureVac. La de Moderna exige -20ºC.

El reto mundial es descomunal, se necesitarán alrededor de 200.000 contenedores de carga refrigerada, según un informe de una de las principales empresas de logística del mundo, la alemana DHL.

Otro estudio, de la consultora Accenture, calcula que el tráfico aéreo de vacunas de Covid 19 será de 65.000 toneladas, cinco veces más que todas las toneladas transportadas vía aérea en 2019.

“Será la misión del siglo para la industria global de carga aérea. Pero no sucederá sin una cuidadosa planificación previa”, alertó hace unos días, en un seminario industrial, el director general de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), Alexandre de Juniac.

Una encuesta entre los socios de la IATA, la cual agrupa 290 compañías asociadas, que representan el 82% del total mundial, señala que sólo el 15% de todas las empresas se siente suficientemente formado y equipado para afrontar esta misión.

Actualmente hay 2010 aviones de carga, y se calcula que habrá que hacer 15.000 vuelos para transportar una dosis de la vacunas a todos los rincones del mundo para cada habitante. Toda la flota mundial de aviones de carga tendría que volar 8 veces, para repartir la vacuna al mundo entero.

La cadena de suministro se debe planificar minuciosamente con antelación para evitar incidentes durante la distribución, ya que esto podría implicar la pérdida de vacunas. Para ellos se deben tener en cuenta factores como la seguridad, la trazabilidad y la temperatura de la vacuna en todo momento.

Toda la cadena de transporte necesitará adaptarse para que las dosis lleguen al punto de su aplicación o inyección, sin haber cambiado de temperatura. Si se calientan por el camino habrá que descartarlas. Eso ocurre con todas las vacunas y con algunos medicamentos, pero en este caso una de ellas (la de Pfizer-BioNTech, que es la primera que llegará al mercado) necesita estar a entre 70º y 80º bajo cero desde que sale de fábrica y hasta que llega al punto de su aplicación.

Esto plantea otro inconveniente serio para una operación de transporte aéreo a este nivel de frío y a esta escala. Cada avión sólo puede transportar alrededor de una tonelada de hielo seco en cada viaje, porque es dióxido de carbono congelado y este se transforma en gas, y este gas desplaza el aire respirable dentro de la cabina, según alerta el informe de DHL.

DHL está probando unas cápsulas especiales con refrigeración a base de nitrógeno líquido, que permite bajar hasta los -150°C.

Por otro lado, la propia industria aeronáutica ha alertado de la necesidad de armonizar los sistemas de transporte y los controles aduaneros, que pudieran convertirse en barreras o contratiempos letales para las vacunas.

Aparte de que se necesitará –cosa que no es tan obvia en este momento– que los aeropuertos estén operativos. El tráfico aéreo está en este momento en su nivel operativo más bajo en años.

El punto crítico es el que los expertos denominan “la última milla”, es decir el último tramo de transporte hasta el centro sanitario o de vacunación, donde más riesgo se corre en romper la cadena de frío.

Los camiones refrigerados llevan un sistema de control que permite conocer en todo momento la temperatura de la carga. Los palets, además, pueden ir dotados de data-loggers que registran la temperatura, pero la distribución y mantenimiento a estas temperaturas, a los centros de vacunación más remotos, se vuelve un verdadero dolor de cabeza.

El 50% de las incidencias de la cadena de frio suceden durante el transporte.

“En África todo el proceso suele acabar fallando en el tramo final”, alerta Rafael Vilasanjuán, director de Análisis y Desarrollo Global del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal). Por ello, la científica jefa de la Organización Mundial de la Salud, Soumya Swaminathan, celebra que algunas de las vacunas en desarrollo tengan menores exigencias de temperatura que la de Pfizer y BioNTech. “Esto por supuesto implica enormes ventajas logísticas para su transporte y distribución a ciudades, pueblos, aldeas, zonas rurales de todo el mundo”, dijo en una rueda de prensa recogida por Reuters. “La mayor campaña de inmunización de la historia de África está a la vuelta de la esquina, y los gobiernos africanos deben aumentar urgentemente la preparación. La planificación y la preparación serán la clave de este esfuerzo sin precedentes”, abundó en el mismo acto el director regional de la OMS para África, Matshidiso Moeti.

En este sentido, la Unión Europea se ha constituido en donante para países desfavorecidos, y ha destinado 400 millones de euros al programa Covax de la OMS, con los que comprará 88 millones de dosis. Se trata de distribuir la vacuna a precio hiper reducido en los 92 países que tendrán problemas para efectuar vacunaciones masivas.

No es solo altruismo. Un informe de la Corporación RAND calcula que el suministro de la vacuna contra la Covid 19 a los países más pobres costará unos 25.000 millones de dólares. Pero, en este mundo globalizado, no hacerlo, provocaría una pérdida de la productividad de unos 119.000 millones: unos cinco veces más.

Dentro de todo se ve una luz al final del túnel para el transporte aéreo mundial.

Fuente informativa: IATA y LaVanguardia.com

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