COLUMNISTA

El apacigua-miento

por Alicia Freilich Alicia Freilich

Por lo común y en psicoanálisis, calmar, tranquilizar, apaciguar a corto, mediano y/o largo plazo da buenos resultados; pero al usarse políticamente produce más fracasos que logros, pues el final depende de las ideologías, la naturaleza personal de sus actores y, sobre todo, del contexto local e internacional donde y cuando se practica.

Fue trágicamente famoso el “appeasement” que protagonizó aquel británico primer ministro conservador, Arthur Neville Chamberlain, cuando Mussolini invadió Abisinia y el Führer se anexó Austria en 1938 violando el Tratado de Versalles. Durante cuatro años celebrado como el “Hombre de la paz” su conducta fue considerada neutral, pero resultó mayormente cómplice desde pequeñas cesiones, firmas con vencedores fascistas y su terco antibelicismo pretextando: “…Sería terrible para nosotros preparar guerras motivadas por un pueblo lejano y por gentes de las que nada sabemos”. Reaccionó muy tarde cuando Hitler avanzó hacia Checoslovaquia. En sus Memorias, Winston Churchill, su tenaz duro adversario, se suavizó al calificarlo, ya fallecido, de “inteligente pero ciego, débil, imprudente”. Millones de víctimas fueron el saldo de su arrogante ignorancia.

Hoy, Era Ciber, nada queda lejos y temprano sabemos todo lo de todos. Ahora ser “chamberlainista” tiene varios motivos no siempre equivalentes. Para el caso narco-castrochavista que de crisis ya pasó a catástrofe crónica, algunos países vecinos albergaron sin ambages a la primera oleada de migrantes venezolanos, pero ante las siguientes y continuas admiten carecer de medios y razones que obliguen a puertas abiertas, porque antes de esa llegada tenían “pobresía” propia y se les vuelve problema multiplicado resolver tamaña situación sin ayuda financiera del exterior. Otro grupo vecinal motiva sus llamados urgentes a un consenso en el trajinado “diálogo” porque sin mentir, buscan resolver sus carencias y acabar con grupos xenófobos de difícil control. Fenómenos que en cualquier geografía desbordan los límites normales de absorción inmigratoria. Además, ¿cuántos de estos países pueden entrenar comandos para modernas operaciones antinarcoterroristas en Sur y Centroamérica, cuyas fuerzas armadas solo han sido utilizadas para o contra los golpes militares tradicionales?

Por su parte, los bloques imperiales, cada uno a su medida y método, Estados Unidos, Rusia, China, Unión Europea, Irán, se sirven de la tragedia venezolana para incrustarla de ajustable pieza en su ajedrez de intereses negociados o por cuadrar, la “realpolitik”, y durante dos décadas se dedican a pedir a comprobados totalitarios, sinónimos de diálogo: convenio, pacifismo, pacto, compromiso… violados en forma sistemática y a la vista.

Mientras tanto, la malquerida Venezuela, rica heredera en harapos, tiranizada desde un cuartel palaciego, cueva que alberga cada día más ladrones de armados Alí Babá, hace días resucitó con brillo de oro a un grupete de dialogantes con el modelo que da título a esta nota, el apacigua-miento cuyos miembros así se expresan sobre y entre líneas: Hermano, paisano, sálvate, no queda más remedio que aceptar humillación y esclavitud en nombre de la revolucionaria patria bolivariana para que, al menos, puedas comer sin alimentarte y quizá sobrevivir. Aprende de nosotros que seguimos aquí, sin laborar, a fuerza de embustes, los mismos, bien nutridos, vestidos y divertidos; como estarás tú, haciendo del mentir pacifista la verdad más productiva de la democracia participativa y protagónica. Tenemos fama de aprovechados, divisionistas de nuestros y ajenos partidos políticos, oportunistas, parásitos, pero el tiempo demuestra que son calumnias. Es verdad que nunca denunciamos que van por millones los ausentes debido a los oficialistas hamponato, peste, hambruna, prisión, tortura, exilio forzado y ajusticiamiento, pero eso es producto de quienes son adictos a mitos coberos como libertad, justicia, derechos y deberes. Aquí seguimos. Síguenos. La mentira sosiega, amansa y paga muy bien.

 

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