COLUMNISTA

EE UU y la falsa oposición a la zaga del chavismo

por Humberto González Briceño Humberto González Briceño

Nunca un gobierno en la historia política de Venezuela había hecho tanto daño con tanta saña para destruir a la nación venezolana como el Estado chavista instalado en el poder desde 1999. Y luego de dos décadas el chavismo está muy cerca de lograr su propósito.  Venezuela es hoy un país en vías de extinción, sin instituciones, sin economía, sin control soberano sobre su territorio y que además ha perdido casi 25% de su población activa empujada a una migración forzosa por la grave crisis social y económica que se sufre.

En 20 años el chavismo ha concentrado todo el poder político y militar para transformar el Estado nacional venezolano en otra cosa que es el Estado chavista con sus propias instituciones y prioridades que no son precisamente las de los venezolanos. Contando con el incondicional poder de fuego de las fuerzas militares al Estado chavista se le ha hecho fácil imponerse por la violencia sobre la población civil desarmada y desprotegida. La ausencia de pesos, contrapesos y garantías le ha permitido al chavismo armar un tinglado de impunidad frente a un surtido menú de crímenes que van desde el narcolavado hasta el saqueo del tesoro nacional sin que exista un poder que lo impida.

Por muchísimo menos de lo que el chavismo le ha robado a la nación venezolana, en dos décadas de gobierno sin controles, otros gobernantes de la era del Estado de partidos tales como Luis Herrera Campíns y Jaime Lusinchi fueron etiquetados como campeones de la corrupción. Carlos Andrés Pérez fue condenado políticamente por la negociación del barco Sierra Nevada. Años más tarde el propio Pérez sería víctima de un intento de golpe militar orquestado por Hugo Chávez quien alentaba a sus seguidores a levantarse en contra de la corrupción de CAP a quien se le acusaba de apropiación indebida de los fondos de la partida secreta de Miraflores, por un monto de 250 millones de bolívares…

Si se ponen juntos en un mismo expediente todos los más atroces casos de corrupción cometidos durante la era del Estado de partidos, antes de la llegada de Hugo Chávez al poder, no habría forma de compararlos con los abismales niveles de impunidad que rodean a la corrupción chavista. Los casos de corrupción más característicos durante la llamada democracia representativa se desarrollaban sobre el antiquísimo modus operandi del cobro de comisiones por la asignación de contratos de servicios o de obras públicas. Se puede hacer fácilmente un registro de estos casos que en su mayoría fueron denunciados por la prensa o en el Congreso y terminaron con una sentencia judicial. Por supuesto, muchos corruptos quedaron absueltos en el camino y aun hoy 30 años después los vemos pescueceando en la política criolla…!

Los casos de corrupción del chavismo resultan difíciles de contabilizar porque se trata de un patrón de conducta masivo y generalizado que arropa a todas las instituciones e instancias del Estado chavista. Allí no se salvan ni Miraflores ni los militares. No vamos a justificar ni dulcificar el cobro de comisiones que ocurría antes del régimen chavista como un mal necesario y de un efecto inocuo sobre la moral pública. Pero para tener un sentido de las proporciones es inevitable comparar las prácticas delictivas del soborno y el cobro de comisiones con el saqueo y el desmantelamiento del erario nacional perpetrado por el chavismo en los últimos 20 años. Además los montos que el chavismo ha saqueado y malversado alcanzan cifras astronómicas que dejan a los corruptos de era llamada democrática como unos novatos y principiantes en las oscuras artes criminales.

Entonces, si el régimen chavista en estos 20 años ha robado como nadie en Venezuela y ha hecho lo posible por destruir al país ¿cómo se explica que aún se mantenga en el poder a pesar del rechazo masivo de más de 80% de la población venezolana? Por mucho menos de 1% del daño irreversible que el chavismo le ha causado a Venezuela otros gobernantes fueron expulsados del poder. Pero eso ocurría en la Venezuela del Estado de partidos que con todos sus errores al menos tenía un sistema de pesos y contrapesos como mecanismo contralor del poder público. Esa noción es inexistente en el régimen chavista.

El Estado chavista sigue en el poder y se impone sobre la voluntad de 80% de la población gracias a una pseudo legalidad fabricada por sus propios órganos a su medida, a su hábil destreza para manufacturar resultados electorales favorables, y a unas fuerzas armadas que imponen por la fuerza al régimen chavista sobre el resto de los venezolanos.

Pero no nos llamemos a engaños. El Estado chavista como tal es un Estado débil y vulnerable cuando se le compara con sus pares en el concierto mundial. Solo que es mucho más fuerte por su violencia e impunidad a la hora de medirse con su población civil desarmada. Ese Estado caótico y desarticulado también se beneficia de los errores y las inconsistencias de otros factores que no termina de entender que en Venezuela no estamos frente a un mal gobierno sino frente a un Estado mafioso que ha hecho del crimen su política.

Esta óptica equivocada de enfrentar al chavismo como un mal gobierno en lugar de asumirlo como parte de la crisis del Estado nacional venezolano es la postura que se ha impuesto en la falsa oposición (MUD) desde 1999. Y ahora el gobierno de Joe Biden en los Estados Unidos parece usar el mismo lente para ver lo que pasa en Venezuela. Estados Unidos cree que con negociaciones inútiles tipo México y sanciones inocuas y blandengues obligarán al Estado chavista a hacer significativas concesiones políticas. El chavismo por su parte seguirá usando su estrategia predilecta la cual ha sido refinada con el paso del tiempo: hacerse reconocer como estado, negociar y seguir negociando con quien sea,  aunque nunca se llegue a nada concreto, pero eso sí ganando lo único que el resto de los venezolanos no tenemos forma de recuperar, el tiempo…el tiempo perdido entre engaños, frustraciones y desesperanzas.

@humbertotweets