Hay que insistir mucho en esto, ya que la educación es el factor y componente fundamental en la recuperación y construcción del país.
No me referiré a los aspectos cuantitativos de la trágica situación del sistema educativo en todos sus niveles, como lo hace muy bien Luis Bravo Jáuregui con sus trabajos y publicaciones en Memoria Educativa (memoria.educativa@gmail.com).
Educarse es lograr valores y competencias, un logro dependiente de su ejercicio, de su práctica consecuente, en la sociedad y especialmente en las aulas.
Los valores son los grandes referentes para la toma de decisiones y proyectos de vida: dignidad, participación, solidaridad, diversidad, continuidad con la naturaleza y muchos otros.
Las competencias, muy complejas y variadas, son resultantes de actitudes, saberes, destrezas, habilidades, referidas a los valores, para el desempeño adecuado en un cierto contexto: comunicativas en el lenguaje, el habla, la lectura, la escritura, la expresión, y recepción de símbolos y operaciones matemáticas, el manejo adecuado de los instrumentos digitales, sembrar y cultivar, construir viviendas, comprender el propio cuerpo y atender a su salud, cocinar y alimentarse… La lista puede ser muy larga, pero mayormente atenderá a las exigencias de los contextos, de los ambientes en los cuales cada quien deberá desempeñarse.
La dignidad, por ejemplo, expresa la importancia de una persona o grupo por la que debe ser reconocido y repetido. Así, imponerle a alguien la obligación de tener un carnet de la patria, de sumisión política, para acceder a alimentos o servicios, es un atropello contra la dignidad con efectos a muy largo plazo. Forma, educa para el servilismo, condición de la persona o la nación con la dignidad perdida.
En las aulas poca importancia se le da a la formación y logro de valores y competencias, y los que se practican están centrados en la conservación de una disciplina convergente para que se les preste atención a las lecciones que dan los docentes o vienen comprimidas en los libros de texto.
La dignidad se cultiva propiciando la reflexión de cada quien sobre problemas y situaciones, y prestarles atención e interés a la expresiones de esas reflexiones. Esto supone la presentación de problemas reales, importantes y pertinentes para los estudiantes y su ulterior discusión en grupos lo que a su vez lleva a la adquisición y formación de competencias. A esto lo hemos llamado Interacción Constructiva: una pedagogía que busca la profundización de la democracia con su ejercicio cotidiano y desde el comienzo de la vida, y es a la vez una manera muy eficiente, si acaso la más profunda y eficiente, de oponerse a la dictadura y el autoritarismo.
Los ambientes de aprendizaje en los que se cultive valores y competencias son instancias para mantener viva y creciente la resistencia y la construcción.
Tal vez sin mucho aspaviento o ruido, un maestro, un profesor puede hacer de su clase no solo una trinchera sino un bello huerto humano.
@perroalzao