Venezuela es productor de petróleo, con las reservas probadas más grandes del planeta, eso quiere decir que somos potencialmente ricos. Sin embargo, 18 años de chavismo han dejado a nuestra nación con graves problemas en lo político, económico y social.
Arrasaron con el país, controlando los precios de los productos de primera necesidad y las divisas, para manejar el aparato productivo a su discreción; expropiaron tierras y nacionalizaron empresas, provocando desinversión tanto nacional como extranjera.
Consecuencia: producimos cada vez menos e importamos casi todo. Sumado que ha habido un bajón en las reservas internacionales, debido a la caída en los precios del petróleo, que se expresa en la escasez de muchos productos, pues somos una nación que depende únicamente para nuestros ingresos en divisas de la venta de hidrocarburos. En lo que sí han sido exitosos los bolivarianos es en surtir al pueblo de una ilusión de futuro, ocultando una realidad para vender otra.
Su único fin fue y es implantar una revolución, para controlar a los ciudadanos. Con sus pobres argumentos quieren decidir cuáles son las necesidades a los que cada individuo tiene derecho. Sin aceptar ningún tipo de crítica, porque es considerada un delito, criminalizando al que piensa diferente.
Los revolucionarios se han especializado en expresarse a través de un monólogo continuo, porque se creen poseedores de la verdad. No obstante sus premisas ideológicas, no pueden explicar por qué en el país que tuvo un barril de petróleo a más de 100 dólares no hay industrias ni producción agrícola, los servicios públicos son deficientes, la inseguridad muestra cifras de terror y mucho menos aclarar por qué el sistema educativo no está orientado a la eficiencia y a la productividad.
Hay que sumar también la escasez, que llega a 70% en el rubro de alimentos; 60% en medicinas; con pronósticos inflacionarios para 2018 en más de 1.000% y 0% de crecimiento económico. No hay que olvidarse de la devaluación de nuestro signo monetario, por la cual cualquier trabajador venezolano que devengue sueldo mínimo no gana más de 4 dólares al mes. Eso quiere decir que somos más pobres, con un salario que apenas sobrepasa los 13 centavos de dólar diario. Además, la deuda externa del país hace tiempo pasó la cifra de los 200 millardos de dólares.
Ineficientes, improvisados e incapaces en el manejo de la nación. En su locura bolivariana, no conciben mejorar estos problemas, sino esconderlos del conocimiento de la sociedad, a través de la mentira. Solo aceptan lo que desean ver, no buscan otra manera de analizar lo que sucede; eliminan todas las evidencias para seguir obstinados en su discriminatorio punto de vista.
Por eso, los estudiantes y la sociedad salieron a protestar meses atrás contra un régimen que ha logrado la triple corona: corrupción, despilfarro y autoritarismo político. Pero falta la marca de fábrica de todo gobierno socialista, la libreta de racionamiento o tarjeta de abastecimiento, que es expresada a través del carnet de la patria. Están entrampados con sus dogmas y se han convertido en una pesadilla para los venezolanos. Hay solo un camino: promover el diálogo con todos los sectores y cambiar de política económica, así y solo así podemos vislumbrar un mejor futuro para Venezuela.