COLUMNISTA

El drama de la salud en Bolívar

por María Yanes María Yanes

Es inobjetable que todos los estados de Venezuela están recibiendo los embates de esta grave crisis social jamás vivida por los ciudadanos venezolanos. Si en el Distrito Capital estamos sufriendo las repercusiones de manera importante, en el resto de las regiones del país la situación es mucho más dramática y nos obliga a prestar nuestra atención a todas las entidades federales, porque ninguna se salva de esta gran indolencia del régimen actual con relación a la crisis humanitaria.

Uno de los estados más afectados es Bolívar. Estado fronterizo, el mayor en superficie geográfica, cuna de varias etnias indígenas abandonadas por el “gobierno”. Entidad federal que contiene una gran riqueza mineral, como oro, hierro, bauxita, diamante, e incluso rica en un mineral llamado coltán, conocido como “oro azul”, escaso a escala mundial; pocos países tienen el privilegio de esta riqueza mineral, entre ellos Venezuela, utilizado, por ejemplo, para el área de la microelectrónica, y cuya explotación es de reciente data. El Estado venezolano lo ha considerado como “una gigantesca reserva de un mineral estratégico”. Por lo expuesto, es el estado emblemático del famoso arco minero, además, muy codiciado y de muy difícil acceso a otras autoridades regionales que no sean del oficialismo.

No obstante, a pesar de esta gran riqueza, el estado Bolívar está atravesando la peor crisis de salud de toda su historia, en todos los aspectos. Los tres centros hospitalarios más grandes del estado están en condiciones críticas y muy deplorables. Los centros de atención ambulatoria, colapsados, y ni se diga de la situación epidemiológica. Enfermedades como el paludismo, sabemos que el estado Bolívar ha sido considerado siempre un foco endémico de esta enfermedad; en los actuales momentos está siendo azotado sin piedad por esta afección, la cual no ha podido ser controlada desde el punto de vista epidemiológico. Además, en dicho estado es donde reaparece la difteria y recientemente el sarampión. Estas dos últimas son enfermedades prevenibles por vacunas y demuestran el gran fracaso en la cobertura de vacunación en esa región y pudiéramos decir en buena parte del territorio nacional.

Con relación a los hospitales públicos, los tres centros de mayor envergadura son el Hospital Uyapar en Puerto Ordaz, Hospital Raúl Leoni en Guaiparo y el Ruiz y Páez, ubicado en Ciudad Bolívar. Los dos primeros dependientes del Seguro Social. El complejo Hospitalario Ruiz y Páez le corresponde al Ministerio de Salud. Ninguno difiere de las pésimas condiciones en que están sumidos. Por testimonios de colegas que trabajan en este último, la situación es en extremo dramática y refleja las condiciones de los dos primeros: precarias condiciones de infraestructura, grave escasez de materiales e insumos, solo funciona un quirófano de una área quirúrgica que fue recientemente inaugurada y que tiene nueve pabellones de cirugía, que no están operativos por la escasez de insumos. El déficit de antibióticos es de prácticamente 100%. Todos los equipos de radioterapia de esa zona del país están dañados, es decir, toda la zona suroriental carece de estos equipos.

Esto es solo un pequeño resumen de la crisis hospitalaria. No podemos dejar de mencionar la caótica situación epidemiológica. Lo más dramático es la epidemia de paludismo, que se ha extendido de las zonas mineras a las zonas urbanas. No hay ningún municipio que se salve. El estado Bolívar registró el mayor número de casos acumulados al final del primer semestre del año, con un total de 116.612 enfermos. No obstante, para final de año esta cifra se habrá superado con creces. Algunos ambulatorios están abarrotados por grandes colas de pacientes con paludismo, en espera del tratamiento o para realizarse el examen de la “gota gruesa” en sangre, la prueba clave para el diagnóstico. Con relación al tratamiento, prácticamente no disponen de los medicamentos de primera línea. Hay un gran subregistro de la morbilidad y mortalidad ocasionada por la malaria. La difteria y sarampión, resurgen en el estado Bolívar y, por supuesto, el mayor número de casos confirmados y sospechosos provienen de esta región. Es alarmante también el aumento de los casos de enfermedades de transmisión sexual en las zonas mineras. Para completar, la información epidemiológica oficial está vetada prácticamente en todo el estado.

En fin, el estado Bolívar poseedor de la mayor riqueza mineral del país, pudiéramos afirmar que es el más afectado por esta dramática crisis humanitaria. Sus habitantes clamaron por un cambio de autoridad regional y se la negaron a través del mayor fraude electoral cometido en toda su historia. Un estado tan codiciado donde impera la corrupción estaba prohibido entregarlo. Si el resultado hubiera sido lo contrario, lo arrebatan también de la manera que ya conocemos