La coyuntura política actual muestra importantes aspectos que se deben tener en cuenta.
–El discurso opositor ha ampliado su marco de cobertura en la población y ostensiblemente aumenta su influencia en el ánimo de los venezolanos.
–El discurso opositor señala el grave deterioro que acusa el país, se ha focalizado en la necesidad de salvar la República, la democracia, el progreso y la construcción de la paz y la concordia. Es percibido como una expresión múltiple en sus orígenes, pero con una visión unitaria, racional, sólida, confiable y patriótica. Sus proposiciones han empezado a trascender, enamorar y llamar la atención. El discurso está generando entusiasmo y fervor por la transformación del país
–El discurso opositor conceptualiza la ética, la vigencia del mérito, la constancia y la decencia. Anuncia “cero tolerancia” y eliminar la impunidad, especialmente en materia de delitos contra la cosa pública. Procura el discurso que la ciudadanía no se acostumbre a la impunidad de los delitos cometidos por personas vinculadas al gobierno o por individuos vinculados con el poder
–El discurso opositor le dice a los “indecisos” que no se puede creer en las mentiras del gobierno. Que las reglas del régimen no son predecibles y que eso desanima cualquier emprendimiento
–El discurso opositor trata de interpretar el sentimiento de muchos venezolanos a quienes les preocupa, entre otros aspectos, la precariedad de las normas constitucionales, jurídicas e institucionales, la concentración del poder del Estado en una sola persona, la corrupción monstruosa que campea impunemente, el rezago del país frente a otras naciones vecinas, el desatino de quienes conducen al país que han dilapidado ingentes recursos y establecido alianzas con el terrorismo, el narcotráfico y con regímenes tenebrosos
–El discurso del gobierno tiene potencia verbal, pero carece de límites. No le interesa ni respeta la realidad concreta. Todo vale para imponer una visión falaz y ocultar la triste realidad del país. Lo malo que acontece no le pertenece, es culpa de otros y siempre trata de encontrar a un causante
–El discurso del gobierno esparce el miedo con ataques de rápida sucesión para aumentar el poder unipersonal: amedrenta al sistema financiero, a la Fuerza Armada, a las multinacionales que aún mantienen actividades en el país, a los empresarios nacionales, a los medios de comunicación, a los dirigentes opositores
–El discurso del régimen es demagógico, ofrece aumentos salariales, subsidios y otros eventuales beneficios sociales sin tener la capacidad financiera para honrarlos ni la disposición para introducir los correctivos necesarios para morigerar la inflación y terminar con la escasez de circulante, bienes y servicios
–El discurso del régimen perversamente se aprovecha de las insatisfechas necesidades de los grupos más vulnerables de la sociedad venezolana y les hace sentir que sin la obediencia, y apoyo ciegos a las acciones gubernamentales no tendrán acceso a las pocas cosas que realmente les pueda proporcionar el gobierno
–El discurso gubernamental ofrece al país las mismas vacuas promesas del pasado y pretende insinuar que su evidente incumplimiento será solventado permitiéndole disponer de otro periodo de gobierno, como si 18 años en el poder no hubiesen sido más que suficientes. Sus propuestas no se escuchan, no trascienden, no entusiasman, no se debaten y no estimulan la esperanza.