Al contrario del famoso eslogan de “Revolución o muerte”, que ha sido adaptado en otros sitios como “Patria o muerte”, la realidad cotidiana del ciudadano venezolano está forjándose en una realidad económica inocultable de fijación de todos los preciosde bienes y servicios en la divisa estadounidense, hasta el hecho de que cada vez es mucho mayor el pago en efectivo en dólares y que no parece haber otra forma de afrontar estas realidades que apelar a soluciones de esta misma naturaleza.
Esta semana el aumento del dólar Dicom por encima de los 5.000 soberanos y los anuncios de los economistas de que se acerca un aumento sustancial del precio del dólar a niveles muy superiores al precio actual, obliga a una serie de reflexiones en búsqueda de evitar los mayores temores de todos los políticos del gobierno y de la oposición, como es la implosión económica y la explosión social.
Después de muchos años librando una situación de enorme ambigüedad y divergencia entre los precios del dólar oficial o preferencial y los precios del dólar no oficial o paralelo, que halló su mayor expresión en el famoso portal Dolar Today que durante muchos años fue blanco prioritario de la propaganda gubernamental como la causa de todos los males económicos, comerciales y financieros de este país, de acuerdo con la argumentación de que se producía una manipulación de precios, según criterios políticos y no económicos.
Tan importante es este tema que en la última campaña electoral presidencial entre Nicolás Maduro y Henri Falcón, la bandera de la dolarización superó con mucho el impacto político del candidato y llevó a la práctica por primera vez la aplicación del cambio de moneda en términos políticos, convirtiendo a su asesor económico y actual presidente de Torino Capital en la verdadera estrella mediática de dicha campaña electoral.
Lo más evidente del fenómeno de la dolarización informal de la economía venezolana es que se produce con la velocidad en que funcionan las redes sociales en Venezuela y es un hecho cotidiano la venta generalizada de pequeñas cantidades de 10 a 50 dólares por los estados Whatsapp de las comunidades virtuales y esta realidad es un canal de suministro seguro y rápido de dólares al menudeo que ha llevado a millones de hogares a disponer de esta divisa en cantidades variables de acuerdo con la capacidad económica de cada familia en particular.
La mayor demostración de lo anterior es la compra en efectivo de esta divisa extranjera para compras de alimentos, ropas, calzados y otros enseres de uso diario en mercados y centros comerciales de cualquier categoría y lugar geográfico a lo largo y ancho de la geografía nacional.
Es cuando caemos en la realidad inocultable de que los servicios profesionales y la compra-venta de bienes muebles e inmuebles entre particulares se está cotizando en dólares para fijar su precio y en cada vez mayor medida es pagada también en dicha moneda.
Es allí, cuando apreciamos los efectos del aumento del dólar oficial o Dicom de 3.300 a 5.800 bolívares en el momento de escribir este articulo y en ascenso, lo cual tiene un efecto gigantesco en el aumento de los precios a todos los niveles y que sin duda van a tener en los próximos días un efecto muy importante.
La implosión económica se produce a corto plazo si se sigue disminuyendo el número de consumidores y siguen aumentando los costos operativos de todos los productores a niveles que el mercado no puede asumir. La reposición de inventarios, los repuestos de maquinaria, servicios especializados de mantenimiento y asesoría y muy especialmente el alquiler de galpones y locales comerciales, están fijados en dólares, lo que no puede ser negado como no se puede tapar el sol con un dedo.
Realmente, es la inmensa mayoría de la mano de obra no especializada del sector privado que cobra sus salarios en bolívares, los millones de empleados públicos a todos los niveles, sumados a los millones de pensionados, quienes sufren la pesadilla de tener que subsistir con unos ingresos tan bajos y absurdos que no alcanzan para satisfacer ninguna necesidad básica de orden biológico y social de manera digna y sostenible, mucho menos para construir un mercado de consumidores capaz de reactivar la economía nacional.
No es exagerado decir que solamente la existencia de las remesas con su tráfico diario de millones de dólares que envían los 4-5 millones de venezolanos en el exterior, que distribuyen entre una cantidad similar de familias, hacen posible la existencia y mantenimiento de la actual economía nacional, en la que cualquier caja de medicinas supera los 2 o 3 salarios mínimos, un par de zapatos puede valer de 5 a 10 salarios mínimos, cualquier proteína animal en formato de kilogramo puede pasar un salario mínimo y así cualquier bien o servicio se hace inalcanzable para un asalariado normal que no tenga asistencia financiera foránea.
Es entonces cuando entramos en la materia de la explosión social, tema tabú que nadie desea tocar fuera de los círculos académicos, pues en los círculos políticos el trauma del 27 de febrero de 1989 está presente en la mentalidad de todos los que escuchan dicho término conflictivo, por lo cual se trata con extremo cuidado en la oposición y mucho más en el gobierno nacional.
Tan cierto es lo planteado que el sector público está sufriendo estragos por el abandono de personal que está abandonando sus cargos por la imposibilidad de mantenerse en un grado siquiera de subsistencia biológica, lo que puede verse en universidades, empresas de alto nivel técnico e incluso en alcaldías y gobernaciones que han aplanado sus nóminas a nivel de salarios mínimos en porcentajes verdaderamente notables de 70% o más.
El aumento del salario mínimo a nuevos niveles en bolívares, aun en caso de decuplicarse, pasar de 18.000 a 180.000 soberanos o más sería una solución pírrica ya que no resolvería un aumento de precios de los productos que se ajustarían rápidamente y terminaría de estrangular financieramente a desempleados, subempleados y trabajadores informales que no están dentro de los esquemas laborales del empleo formal.
Es hora de retomar el debate económico de la dolarización de la economía nacional antes de que se genere una tragedia mucho mayor a la actualmente existente en indicadores sociales y económicos. Estos escenarios de horror se calculan entre politólogos y analistas políticos, pero no se publican por lo dantesco y trágico de los cuadros o escenarios que se pueden presentar en número de víctimas humanas.
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