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Abril 28, 2025


Discriminación de los viejos

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Nuestro destacado alumno Gilberto Carrasquero, cuando se le preguntó cómo veía las cosas, respondió: “Usted tranquilo, mi querido profesor, esto está en las manos que pueden resolverlo… Donal J. Trump, Pompeo, Abrams, etc. Ellos miden sus tiempos y su política interna… Están ejecutando un protocolo”. Dudé si me había respondido por una relación con la CIA o dada su formación en la UCAB y Stanford.

Por lo que habíamos ojeado, el libro Días de sumisión, de Orlando Avendaño, evidencia el maquiavélico plan de Fidel Castro ante Hugo Chávez, quien no sabía, entre otras muchas cosas, cómo gobernar, para llenar un cerebro vacío con un astuto, pero engañoso sustento seudofilosófico de una pretendida revolución de barbudos, que para entonces ya se caía a pedazos, pero había destruido a Cuba. Pensamos en si se trataba de un protocolo, por lo que acudimos al internacionalista Adolfo Salgueiro, quien confirmó que el aserto era, por demás, importante. Luis Alejandro Aguilar, otro aplicado discípulo, por suerte en el encuentro, aclara que “los protocolos” son, precisamente, en conjunción con los tratados y convenios, fuentes del régimen aplicable a las relaciones entre los Estados y las organizaciones internacionales, para la coexistencia pacífica de los pueblos (manosea el libro de Fermín Toro). Adolfo agrega que la definición abarca a la ONU, la OEA, el Vaticano, la Cruz Roja, los beligerantes, los insurrectos y el individuo, por lo que para entender a Carrasquero hay que acudir en el contexto de la realidad del país a la “disciplina protocolaria”. Sadio Garavini, convidado por Salgueiro, se excusa por el retraso, agregando que “el protocolo de Donal J. Trump, Pompeo, Abrams, etc.”, consiste en una secuencia detallada de un proceso de actuación para el rescate de la democracia y de la paz social, razón por la cual se le debe conducir adecuadamente, pues de lo contrario provocaría desprestigio. Ha de estar orientado fatalmente al éxito, adiciona Salgueiro.

Luis Alejandro, asiduo lector, nos deja más preocupados que Carrasquero, al expresar que los suramericanos tendemos a confrontar problemas con la terminología, y exhibe el libro de Tom Wolfe, El reino del lenguaje. El autor define el habla como “el cuarto reino de la tierra” y el lenguaje como “aquello a lo que el hombre rinde homenaje en todo momento que pueda imaginar”. Evidencias del hábito latinoamericano, puntualiza Aguilar enrojecido: 1) pactos sociales no del todo apegados a la tipología de sociedad que somos; 2) no nos entendimos bien y oportunamente en lo atinente al protocolo de Fidel Castro, para convertirse en nuestro ductor y gobernarnos desde Cuba, donde acabó inclusive con el manto de belleza que en ella depositó la naturaleza; 3) en Días de sumisión, Avendaño nos narra esa terrorífica pirámide ideada por Fidel, el príncipe que describió Macchiavelli, que identificó desde el inicio Rómulo Betancourt como un verdadero protocolo, aunque no escrito; 4) en el artículo del mismo Avendaño “Cómo se orquestó la toma del poder en Venezuela”, si seguimos con la “disciplina protocolar”, identificaríamos tres protocolos: a) la famosa Operación Overlord, la toma de la Bastilla, el asalto al Palacio de Invierno y el ataque de los liberatores, de la Segunda Guerra Mundial; b) en Venezuela,“los preparativos para el Día D comenzaron en diciembre de 2018”; y c) un gobierno que cuatro comandantes de fuerzas militares (Ejército, Aviación, Marina y GN) no se deja derrocar, y 5) en los supuestos b) y c) ambos protocolos se fundamentan en la observancia del hilo constitucional, lo cual pareciera reforzar el planteamiento de los problemas con el lenguaje.

Si tenemos éxito, pasaríamos a la historia como uno de los pocos casos en que con la estilográfica nos quitamos de encima a una macabra dictadura. Si los Estados Unidos, históricamente, garante de la paz de la humanidad, y los países vecinos alarmados por numerosas migraciones, usan la pluma pero con los soldados, tal vez no nos feliciten como en el protocolo de la utilización exclusiva de la última y de preceptos constitucionales, pero pondríamos término a la miserable situación de un país rico, hoy empobrecido.

Luis Alejandro agrega un protocolo adicional: Avendaño pondera la recia actitud de Rómulo Betancourt en el combate a las pretensiones de Castro, por lo que el presidente Juan Guaidó debería nombrar a alguien descendiente de aquella generación, pues Luis Almagro pudiera reclamarle la transgresión a la discriminación de los viejos.

Sadio, no muy contento con Aguilar, añade que el protocolo al cual se refiere Carrasquero, ha debido de ser adecuadamente bien estructurado. Así deberíamos asumirlo.

Y mucho más, dice Salgueiro, dada la ascendencia de Gilberto, pues su abuelo, César Naranjo Ostty, fue fiscal general de la República y su madre diplomática.

Supeditados al “quiebre”. Así se despide Aguilar.

El encuentro, lamentablemente, no termina bien.

Carrasquero se limita a dar las gracias al autor, contento por sentirse un influencer.

@LuisBGuerra

luisbeltranguerra.org

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