COLUMNISTA

Dios salve a la reina

por Sergio Monsalve Sergio Monsalve

Queen mueve los afectos y los recuerdos del venezolano. La banda británica se presentó en el Poliedro en julio de 1981. Innumerables anécdotas rodearon la ejecución del show. Posteriormente, Federico Vegas escribió uno de los grandes cuentos de la historia de la cultura del rock y el pop en territorio nacional, bajo la influencia del toque del legendario grupo inglés. El texto se encuentra disponible en la red y lleva por título “Mercurio” (especialistas como Félix Allueva lo consideran un relato valioso de la no ficción).

La nostalgia caraqueña pudo reencontrarse con el aura de Freddie Mercury, el viernes primero de febrero, cuando organizamos la proyección de Bohemian Rhapsody en el cine club Bolívar Films, un espacio recientemente inaugurado donde difundimos cintas alternativas sin distribución local.

Por obtener cinco nominaciones al Oscar, decidimos compartir el contenido del filme dedicado a la formación del irreverente cantante y vocalista, quien rompió no pocos mitos y moldes de la industria musical.

El estreno fue un éxito. Las calles se desbordaron para ver la pieza en la plaza de café Arábica. Lastimosamente, muchos se quedaron afuera de la función. Por tal motivo, pensamos en reprogramar la película para una próxima fecha. La capacidad de convocatoria expresa el fenómeno de la producción independiente, así como las carencias del mercado sometido a los vaivenes del bloqueo chavista.

En efecto, Bohemian Rhapsody no tuvo un lanzamiento oficial, porque la empresa Fox dejó de operar en las cadenas de exhibición del patio vernáculo, a consecuencia de la dificultad para trabajar con divisas escasas y controladas. 

De tal manera, la oferta sufre los embates de las medidas y las políticas de la dictadura. Vivimos en una situación de asfixia como la de Cuba y Corea del Norte. El comunismo empobrece el concepto de diversidad, en aras de imponer su pensamiento único. Pero la gente responde y resiste, buscando opciones y soluciones por caminos paralelos.

Mientras la Cinemateca se vacía por culpa de una programación propagandística, los espectadores llenan un modesto cineclub, ubicado cerca de Centro Plaza, con el fin de disfrutar del largometraje protagonizado por Rami Malek, cuya interpretación apela al recurso de la mímesis, logrando resucitar al creador de “Radio GaGa”.

La actuación divide opiniones. Por un lado, recibe el reconocimiento de la academia. Por el otro, los críticos resienten el peso de los tics y los clichés en la imagen del personaje central de la trama.

El guion, por igual, engloba la controversia, por su tratamiento tibio y edulcorado de la homosexualidad. Seguramente, la visión censurada del tema busca conquistar a una mayor cantidad de público, en desmedro del realismo histórico. Las biografías masivas tienden a edulcorar los asuntos polémicos.

Al respecto, señalamos una paradoja. Bryan Singer resultó despedido de la producción en medio de severas denuncias por acoso de menores de edad.

De acuerdo con la información, su ruptura con la cinta se debió a diferencias creativas con Rami Malek, aunado a las ausencias del realizador en el set. Por ello fue sustituido por el productor ejecutivo Dexter Fletcher. Desde ahí se desprenden las irregularidades en el acabado plástico de la obra audiovisual. Se pudiese hablar de un trabajo con un arranque discreto, tirando a flojo, depurado en el transcurso de los dos últimos actos.

El final arregla los desbarajustes del libreto, unificando los conflictos alrededor del evento del Live AID. El desenlace clona a la perfección el épico performance del grupo en su fase de rock de estadio. La decisión es salomónica, en pos del consenso, aunque revela la inconsistencia del libreto, al cerrarse en una tanda de karaoke, montada como un video clip de lujo.

Bohemian Rhapsody parece el capítulo extendido de una serie de televisión. En su descargo, aporta mensajes oportunos como la importancia de luchar contra la discriminación, la aceptación de uno mismo en su singularidad, el reconocimiento del liderazgo empático, la vuelta al origen de una cierta inocencia perdida entre tanto cinismo, y la regeneración del cine musical como estímulo para combatir la crisis en tiempos de depresión.

La víctima de un padre estricto se gana la confianza y el amor de su familia, luego del sacrificio y la desaprobación del contexto. Es un cúmulo de ideas trilladas, resumidas en una narrativa que engancha.