Como toda dictadura socialista, pido disculpas por la redundancia, la de Venezuela no puede contener la destrucción que ha provocado, es su sino. Tampoco puede frenar el acelerado crecimiento de la diáspora, es su destino. Ese modelo, de manera congénita, propicia el crecimiento de la diáspora allí donde se instala. Su ilimitada capacidad para generar hambre y escasez, asfixia de las libertades y convertir la interacción humana en un “sálvese quien pueda” lo inhabilita para frenar su crecimiento. No la detuvo el Muro de Berlín, los tiburones, ni las peores barreras, las legales y las de los papeles.
El régimen está tullido para pensar en el aprovechamiento de aquello que niega, desprecia y odia desde sus vísceras. Sus respuestas son verdaderos monumentos al cinismo que destilan toda su arrogancia: “quien no esté con nosotros que se largue”, se van a sufrir y recibir maltratos, no hay migración sino “un robo de cerebros” o la última de las perlas, prima “biliar” de la primera, no solo váyanse sino que “ojalá no regresen más nunca”.
Los cerca de 3 millones de ciudadanos, distribuidos en más de 90 países y 300 ciudades, los nuevos y mejores embajadores con que cuenta el país, le son absolutamente ajenos porque, como la mayoría de los venezolanos, juegan en el campo de las libertades y la democracia. Por ello el régimen no está en capacidad de entender, y mucho menos valorar, la significación del know-how de ese capital humano y de la importancia para el país de sus nuevas relaciones personales, empresariales e institucionales.
Lo contrario ocurre con la Venezuela de las personas, organizaciones e instituciones políticas y sociales de carácter democrático, para quienes la diáspora es un fenómeno inédito y sin precedentes al que es necesario prestar una verdadera atención. Este reconocimiento de la realidad, de sus dimensiones y de su importancia, es lo que le permite pensar en políticas públicas dirigidas a aprovechar todo su potencial y convertirla en un gran aliado del proceso de recuperación de la democracia que hará posible mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.
Tal conciencia se ha traducido en el diseño de estrategias, políticas e iniciativas, la primera de la cuales es crear mecanismos que favorezcan la participación de la diáspora que ha manifestado su compromiso y disposición a formar parte de este proceso. No es poco lo que se ha avanzado en el mundo y en Venezuela, y lo realizado arroja información muy valiosa acerca de las prioridades, modalidades organizativas y de conexión más adecuadas entre los venezolanos en la “nueva geografía del país” que se ha venido fraguando en el siglo XXI.
Se ha progresado mucho, pero se hace necesario imprimir mayor celeridad, puesto que cada día que pasa se ahonda el daño que la dictadura socialista ocasiona al país, que hoy se encuentra fatigado y exánime. El esfuerzo hay que mantenerlo y profundizarlo en los dos extremos de la relación. En este empeño es necesario crear y fortalecer los mecanismos organizativos y de conexión tanto en el país de origen como en el de acogida, concediéndole al migrante y a las organizaciones de las que se ha dotado la centralidad de esta ecuación.
La conexión hará posible identificar proyectos e iniciativas con las cuales dar respuesta a las múltiples necesidades y exigencias, desde las más urgentes hasta aquellas que demandan lapsos más amplios. Se ha adelantado mucho en cuanto a la cuantificación de la diáspora en países y ciudades, organizaciones con las que cuenta y proyectos en marcha, información que se recogen en el tercer observatorio de la diáspora, y ello constituye un buen punto de partida para el despliegue del trabajo.
En el terreno de la creación de mecanismos de conexión la pionera ha sido la “diáspora ucevista”. Esta cuenta con la información que ha sido recabada entre los amigos y egresados de la UCV que se encuentran en la diáspora. Los datos obtenidos permiten identificar la disposición a participar en la recuperación de la UCV, así como las distintas modalidades de apoyo para lograrlo. Esperamos poder presentar muy pronto los resultados del estudio que dan cuenta del profundo afecto y del enorme arraigo de la UCV en todo el mundo.
Una iniciativa más reciente, que nace luego de un intenso intercambio institucional, culminó con la creación de la Diáspora del Estado Carabobo, recientemente anunciada, y que está constituida por la Asociación de Ejecutivos del Estado, los gremios empresariales y la Universidad de Carabobo. La fase inicial consiste en la articulación con el equipo global y la identificación de los carabobeños y amigos del estado, interesados en la recuperación de una región que ha sufrido la guerra que el régimen ha declarado a la empresa privada y a las universidades. El lanzamiento público de esta iniciativa ha motivado a otras localidades y regiones a desplegar iniciativas similares.
Tales proyectos forman parte integral de la plataforma de la diáspora y suponen la puesta en escena de un set de políticas públicas dirigidas a esta. Las mismas se erigen sobre el principio de la “circulación de cerebros” o del informe del Foro Mundial sobre migración y desarrollo (2013-2014) elaborado bajo la presidencia de la sueca Eva Akerman Borje, cuyo lema es “liberar el potencial de la migración para un desarrollo incluyente”. Dicho informe asume y reconoce el importante aporte que hace al desarrollo toda migración que aprovecha las oportunidades que ofrecen los países de acogida.
El foco de la atención se centra en el ser humano, quien aporta su know-how, su capacidad emprendedora y de trabajo y además impulsa la demanda en el país de acogida. Como reconoce el citado documento, “las migraciones representan también una oportunidad para los países en desarrollo en lo que se refiere a captación de conocimiento, competencias y tecnologías, y capital social, que estos no están en condiciones de generar por sí mismos o cuyo coste de oportunidad resulta elevado”.
Ninguna acción sustituye al migrante en el plano individual y en el de las organizaciones que ha creado, que fortalecen y potencian el esfuerzo individual. El trabajo con organizaciones posibilita desarrollar proyectos de mayor alcance e impacto. En el mismo documento se destaca el papel que puede desempeñar una diáspora altamente calificada, como la venezolana, que al mantener “una fuerte vinculación con su sociedad de origen puede generar, mediante la transferencia de los capitales que va acumulando y con un coste relativamente bajo, una serie de aportaciones con notables efectos para las economías y la sociedad de origen”.
Venezuela es hoy un país diezmado, cuyos alarmantes datos se asemejan a los que exhibe un país recién salido de una confrontación bélica. Serán necesarios muchos recursos y proyectos provenientes del capital y la cooperación internacional para rehacer un país desde sus despojos. En este terreno la diáspora se “convierte en un vector de solidaridad con el país de origen”, como lo confirman todas las iniciativas en las que participa. Todos los esfuerzos dirigidos a comenzar la restauración del país, cuando recuperemos la democracia y las libertades, impedirá dilaciones innecesarias. La recuperación convoca a todos los venezolanos, pues en ella todos tienen cabida. El cambio se inicia desde las instancias locales que han sido severamente afectadas por el proceso de recentralización que exige todo socialismo, pasando por las instancias regionales, nacionales y supranacionales.
Somos conscientes de que nadie en su sano juicio invertiría hoy en Venezuela, pero ello no es óbice para entablar las relaciones institucionales y empresariales, para que las inversiones se produzcan cuando creemos el entorno de libertades, paz y respeto a los derechos que las hace posible. Hay todo un menú de opciones para el desarrollo de proyectos conjuntos y alianzas de tipo comercial, tecnológico y financiero entre socios internacionales y contrapartes nacionales. Estas propiciarán la ampliación de mercados, mejora de los productos y procesos, y reforzarán el ambiente que estimula el desarrollo.
Además, impulsar la difusión y transferencia de conocimientos, así como de tecnologías y de los recursos financieros, favorece la promoción de la cultura democrática y el modelo de libertades que asegura la mejora en la calidad de vida de los ciudadanos. La cooperación trasciende el ámbito económico e integra los asuntos institucionales y los intercambios sociales y culturales.
@tomaspaez