¿Será un sueño? ¿Será una pesadilla? ¿Tendrá asomos de verdad? Los cuentos de hadas no existen. Son literatura y ficción puras. Los papeles del mártir y el tirano ya fueron repartidos. Solo falta la voz de Fuenteovejuna. En lo que concordamos con Carlos Ponce, con el cardenal Urosa y con la mayoritaria indignación popular es en el pronóstico: “Llegará un día en el cual la presión internacional y nacional facilite que los secuestradores encabezados por Nicolás Maduro entreguen el país, es un día que el pueblo venezolano y la comunidad internacional espera con ansias, porque con un narcoestado es imposible dialogar, lo único a negociar es la entrega pacífica e inmediata de un país rehén”.
El título no es mío, si bien lo comparto. Pertenece a Carlos Ponce, director para Latinoamérica de la ONG Freedom House, y lo expresó en una entrevista que sostuviera con El Tiempo Latino: “El presidente de Estados Unidos quiere tomar su propio rumbo con respecto a Venezuela y nosotros, en este tema, apoyamos iniciativas que contribuyan al retorno de la democracia en Venezuela. Los planteamientos de diálogos con criminales han fracasado y en Freedom House hemos planteado llegar a un día en el vual la presión internacional y nacional facilite que los secuestradores encabezados por Nicolás Maduro entreguen el país, es un día que el pueblo venezolano y la comunidad internacional espera con ansias, porque con un narcoestado es imposible dialogar, lo único a negociar es la entrega pacífica e inmediata de un país rehén”.
En esos mismos términos se expresó el cardenal Urosa Sabino frente al papa Francisco en Bogotá, y quien, desde luego, no comparte esa opinión. Por razones que yacen en las catacumbas del Vaticano, él apuesta al diálogo y solo al diálogo. La espada de Cristo, con las que expulsó a los fariseos del templo, solo la emplea a la hora de enfrentarse a los liberales. A los socialistas, marxistas y ateos, represores y esclavizadores de sus pueblos no los roza ni con el pétalo de una rosa. Dramática expresión de la profunda crisis de relativismo moral que sacude al mundo y que ha terminado por dinamitar toda principia moralia estableciendo el oportunismo, la comodidad y la tolerancia universal de la vieja sabiduría establecida por el poeta Campoamor, elevada a ley de los tartufos: todo es según el color del cristal con que se mira. El de Bergoglio, por lo visto, es rosa rosado.
Las revelaciones de Ponce ponen el dedo en la llaga de la profunda desconfianza con que nuestros aliados internacionales se refieren a esa disposición concupiscente y cómplice de los viejos y nuevos partidos políticos venezolanos, reunidos en la llamada Mesa de Unidad Democrática, para con el gobierno de Maduro y el régimen castrocomunista que pretende instaurar bajo las presiones y las órdenes de Raúl Castro, contra viento y marea. Y pone de relieve, asimismo, la pugna establecida por los herederos del gobierno Obama –de entre ellos, Thomas Shannon, el más conspicuo y obsecuente– que al parecer se niegan a asumir un curso confrontacional con la dictadura venezolana, a pesar de las políticas que propugna el secretario de Estado Tillerson, siguiendo la línea del presidente Donald Trump. Por quien, de hacer lo que se debiera para resolver el cáncer venezolano de cuajo, quirúrgica y radicalmente, como jamás se hizo con Cuba con el saldo de medio siglo de desastres, disturbios, mortandades y catástrofes políticas para toda la región, a saber: de ser necesario la intervención militar, proceder a ella. Si vis pacem, para bellum.
La visita de los reyes de España a la Cuba de la peor tiranía de que se tenga memoria en América Latina en sus cinco siglos de historia reafirma la vigencia del tartufismo en la política internacional. Imagino que sigue el deseo de poner en sordina los eventuales conflictos de las derechas con las izquierdas españolas y granjearle a la corona no la debida obediencia que impone la Constitución española, sino la simpatía del chantaje y la amenaza. Una política internacional como dictada por el consejo de redacción de la revista ¡Hola! Sin un solo rasgo de estadismo y grandeza. Protocolo, alfombras y cenas de gala para que no se escapen los chacales de sus jaulas. Es el cristal celeste.
Se entiende la sumisión del Estado español a la cultura de los cuentos de hadas. Leticia es la plebeya del zapatito de cristal. Y Felipe VI, el príncipe azul que se enamoró de la jardinera. Lo que no se entiende es que ese mismo relativismo político y moral haya arrasado con los principios de los siete enanitos que llegaron al Congreso venezolano y, desconociendo los más elementales deberes de defensa de los despojos de la democracia que aún sobran, se presten a toda suerte de comistrajos y contubernios con la dictadura. Frenen, dispersen y colaboren en la represión del pueblo insurgente y entuben, cual enfermeros de terapia intensiva, al servil lacayo de la tiranía cubana. Que como muy bien lo expresa el encargado para América Latina del Freedom House, ya está asfixiado. ¿Será verdad que ya se cocina un acuerdo de connivencia entre la legítima Asamblea Nacional y la espuria e írrita asamblea nacional constituyente? Dicen los gallegos: “Piensa mal, y acertarás”. Sería un acuerdo entre el condenado y el verdugo. Solo imaginable en las tierras de Doña Bárbara.
Siguiendo con estos dolorosos paralelos, solo cabe recordar al Franco de sus últimos días, entubado por la corte española hasta tanto las circunstancias para la transición hubieran avanzado lo suficiente como para tomar la suprema decisión de cortarle el suministro de oxígeno. Con la profunda diferencia de que aquí ninguno de los enanos piensa en la transición, todos aspiran a llegar a la presidencia de la república y no se cuenta ni con Fraga Iribarne ni con Adolfo Suárez, del lado monárquico, ni con Felipe González o Santiago Carrillo, del lado republicano. Los que existen van de país en país, manos cruzadas por delante, rogando auxilio para impedir la acometida de la sociedad civil, por impedir una insurrección popular que haga caída y mesa limpia y se encuentre el modo de articular una convivencia aceptable nacional e internacionalmente de la dictadura con la democracia, de Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y Tareck el Aissami con Henry Ramos, Julio Borges y Manuel Rosales. El No Va Más parece haberse impuesto en Caracas. Tout va tres bien madame la marquisse…
¿Será un sueño¿ ¿Será una pesadilla? ¿Tendrá asomos de verdad? Los cuentos de hadas no existen. Son literatura y ficción puras. Los papeles del mártir y el tirano, que sí existen, ya fueron repartidos. Solo falta la voz de Fuenteovejuna. Que también existe. En lo que concordamos con Carlos Ponce, con el cardenal Urosa y con la mayoritaria indignación popular: “Llegará un día en el cual la presión internacional y nacional facilite que los secuestradores encabezados por Nicolás Maduro entreguen el país, es un día que el pueblo venezolano y la comunidad internacional espera con ansias, porque con un narcoestado es imposible dialogar, lo único a negociar es la entrega pacífica e inmediata de un país rehén”.
Ese día ya se asoma en el horizonte. Ni tartufos, ni filisteos ni tiranos podrá impedir que amanezca y haga tábula rasa de la dictadura y sus colaboradores. Es inevitable.
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