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Después de Noruega (y el plan de Cabello)

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El anhelo de ser parte de la reinvención

Las decepciones por lo que ocurre solo pueden ser sobrellevadas por el profundo anhelo de reinventar al país y de ser parte de esa reinvención. Pero no es fácil ni lo será. Hemos luchado tan intensamente por un sueño de libertad, pese a todas las frustraciones, que nos cuesta creer que no lo lograremos. 

Venezuela ha cambiado profundamente, mucho de ese cambio nos da auténtico asco, pero habrá que superar los ascos si queremos que el futuro nos pertenezca.

El anhelo de reinventarnos lo debe superar todo, eso creo. 

Después de Noruega

Sea lo que sea que ocurra después de Noruega tendremos que seguir la lucha. No criticaré más la patética forma como nos acercamos a ese diálogo, basta de clavar el dedo en la llaga abierta, pero sí señalaré que sea cual fuere el desenlace de esa exótica maniobra, nos tendremos que agrupar cuando finalice. Estamos obligados a hacerlo. No hay opción.

Si la opción es una elección presidencial o una rebelión popular, incluso la guerra, cualquier cosa que derive de ella, si aspiramos a algún futuro tenemos que unirnos.

¿Difícil, verdad? Lo sé, pero que el anhelo supere a la decepción.

El plan de Cabello

Diosdi Cabello mandó a su emisario a hablar con el gobierno norteamericano. A mí no me sorprendió su movida, es lógica. Se está proponiendo como el “hombre fuerte” para salir de Maduro. En el pasado otros hicieron lo mismo y los estadounidenses compraron la idea: Hussein, Bin Laden, Putin, Gadhafi, entre otros. 

Si Trump acepta al norcoreano Kim Jong-un, ¿por qué no habría de aceptar a Cabello? Hasta se parecen. Se podría plagar el mundo de monigotes manipulables. 

Lamentablemente, a veces así de elemental es la política.

Traicionar –con facilidad– a Maduro

Lo que sí me sorprendió de Diosdi, debo reconocerlo, fue su fácil capacidad de traición tanto a Maduro como a los cubanos. ¡Sorprendente! Lo que expresa de ambos es tan despreciable como hipócrita. Por un lado, frente a las cámaras y grandes audiencias, se da golpes de pecho revolucionarios; por otro, de manera artera y vil traza su camino hacia el poder. 

Uno sabe que la política está repleta de simulaciones y zancadillas, pero nunca me imaginé cuánto. La movida de Cabello por hacerse del poder fue para mí una desconcertante confirmación. Otra más.

¿Diosdi dictador en jefe?

Cabello y Kim Jong-un hasta se parecen

Lo peor de tan infernal posibilidad: Diosdi dictador (que ya lo es pero no en jefe), deriva en que algunos de los secuestrados que pasan por “opositores” apoyan semejante alternativa: “¡Con tal de salir de Maduro, Diosdi es diferente!”. ¿En serio? La verdad, creo, no hemos aprendido la lección histórica, no lo hemos hecho.

Si así piensa un sector secuestrado y comprable de la oposición a la tiranía, qué creen que podrían concluir los gringos ante semejante despelote.

Insisto: Cabello y Kim Jong-un se parecen.

Las puñaladas traperas

Mientras Cabello adelanta eficazmente su plan, los opositores a la tiranía se arañan, golpean, muerden y se clavan puñaladas traperas entre sí. Mucho de ese ambiente de desconfianza y sospecha surgió después del secretísimo de Noruega, pues, como sea, después de Noruega la situación tendrá que cambiar. No sé exactamente cómo, pero si queremos un país, tendremos que limar asperezas y luchar contra la tiranía.

¿Cuál es la diferencia entre un régimen presidido por Maduro o uno presidido por Cabello? Ninguna. Ambos son engendros de la misma peste: el chavismo. ¿Quién lo duda?

¿Facilitamos que el chavismo se perennice o lo derrotamos?

Tendremos –como sea–​ que unirnos

El mundo siente repugnancia por el chavismo, como debe ser. Incluso Putin, que uno pudiera pensar es su principal aliado, en privado los abomina y aborrece. Pese a todos los errores cometidos por la oposición a la tiranía, el mundo sigue analizando y buscando todos los mecanismos posibles para deshacerse de Maduro (la tesis Cabello —increíblemente— es uno de ellos; Noruega, otro). Las sanciones sin duda ha sido el mecanismo más efectivo.

¿Seguiremos peleando entre nosotros? ¿Seguiremos siendo una lidia de rinocerontes? ¿No entendemos que nos jugamos nuestro destino?

Pese a los ascos, repugnancias y sospechas, tendremos que unirnos.

Las sanciones 

Lo único que ha doblegado a la tiranía son las sanciones. Lo único. En Noruega, el chavismo ruega y negocia que se las quiten, están dispuestos a todo si ello ocurre. Cuando escucho a venezolanos como Francisco Rodríguez, Timoteo Zambrano o Henri Falcón, en orquestada campaña, pedir que cesen las sanciones entiendo que actúan…, que son abominables operadores de la tiranía. Es decir, siniestros y camuflajeados oficiantes del chavismo. 

Seguramente ven a Cabello como una posibilidad “capitalista” de salir de Maduro. ¿Cuánta ruindad por unas monedas?

¿Nos seguimos clavando puñaladas traperas o luchamos unidos?

Lo que nos desunió que nos una

Así como Noruega nos desunió, nos hizo sospechar entre nosotros y nos hundió en una frustración inabarcable, cualquier cosa que suceda después de Noruega nos debe unir. No sé exactamente cómo, pero debemos hacerlo. Sea para elecciones, rebelión popular o la guerra, unámonos. Basta de animadversión, basta de soberbia, basta de sospecha y rabia, reconciliémonos con el magnífico anhelo de ser libres, de reinventar a Venezuela, de ser la nación que soñamos y podemos ser. Hay que luchar en todos los escenarios para lograrlo.

Sé que es difícil, pero pasemos la página del encono, volvamos a la ruta de la libertad. Luchemos, sí, luchemos, organicémonos y luchemos hasta el final en cualquier escenario. 

Acabemos de una vez por todas con la crueldad chavista.

No más…

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