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Un deseable «mea culpa» ambiental del chavismo crítico u originario

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En la situación actual venezolana se ha planteado que debemos abrirnos a una participación amplia para buscar una salida de la crisis y planificar la reconstrucción del país. Sin embargo, no podemos olvidar la responsabilidad del chavismo.

Numerosos miembros de esa tendencia política parecen olvidar su cuota de participación en la deplorable circunstancia que vivimos y ahora pretenden, cual inocentes actores, liderar los reclamos al gobierno. Y, lo que es peor, frecuentemente plantean soluciones que siguen los mismos preceptos, del socialismo o de la revolución, que nos trajeron a la presente calamidad.

Voy a mencionar algunos hechos que significaron atentados ambientales en Venezuela, ante los cuales el ahora llamado chavismo crítico u originario mantuvo complicidad o silencio:

Ministerio del Ambiente (2000-2009): creación de las Unidades Territoriales de Base (UTB) para organizar las invasiones en las reservas forestales Ticoporo, Caparo y San Camilo. La definición de las UTB es «… organizaciones populares que … serán la plantilla de constitución de las fuerzas territoriales tácticas … que expresen la tensión de una estrategia de transición … que expresa la participación en el proceso real en la sociedad civil y la exigencia y reto al sistema político excluyente-manipulador de la burguesía en la sociedad política». (José Antinoe Fiallo Billini, 2001, Democracia, participación popular y reforma constitucional).

Presidente (2001): Ley de Tierras “… se consideran ociosas… las tierras rurales que no están en producción …”. Esa redacción implicaba que los bosques, por no estar en producción, eran tierras «ociosas». Más tarde eso fue corregido por la Ley de Bosques (2008), pero se creó una interpretación de «tierra ociosa» que durante muchos años generó la destrucción de miles de hectáreas de ecosistemas, incluyendo Áreas Bajo Régimen de Administración Especial (zonas protectoras, reservas forestales, etc).

Presidente (2004): creación de la Misión Piar para respaldar las actividades mineras de los garimpeiros en la Reserva Forestal Imataca. Esa misión incluía no solo créditos, sino también maquinarias, motobombas, tuberías y «todo para la explotación racional de las minas». Ver figura anexa.

Un joven minero en Las Claritas (2006) viste una camiseta que dice: Misión Piar – Profundizando la Revolución Bolivariana.

Presidente (2005): intención de un desarrollo agroindustrial de café en el Parque Nacional Guatopo.

Presidente (2010): intención de planes habitacionales en el Parque Nacional El Ávila.

Presidente (2010-2012): visión y objetivos del Arco Minero del Orinoco.

Ministerio de Vivienda (2011): desarrollo habitacional en el Parque Nacional Médanos de Coro.

Guardia Nacional (2012): desarrollo habitacional en el Parque Nacional Henri Pittier.

Pdvsa (2012): derrame de unos 100.000 barriles de petróleo en el río Guarapiche, que tuvo medidas de control tardías porque la mayor parte de los trabajadores de la empresa habían sido trasladados a Caracas, para celebrar los 20 años del golpe de Estado del señor Hugo Chávez (qepd). Solo el gobernador José «el Gato» Briceño hizo una protesta férrea y fue expulsado del PSUV.

Hay muchos otros ejemplos de los desastres ambientales de los últimos 20 años, pero el Arco Minero del Orinoco es tal vez el caso más relevante. El presidente Chávez lo avaló entre 2010 y 2012 e informó que entregaría a empresas chinas la mina Las Cristinas y la elaboración del mapa minero. Nadie del sector chavista manifestó oposición a esos anuncios. Ahora vemos las consecuencias. Entonces, cabe preguntarse: ¿la oposición actual al Arco Minero de un sector chavista, es oposición real al Arco Minero o es oposición al gobierno del señor Maduro?; el extractivismo: ¿no era malo cuando estaba incluido en las políticas del señor Chávez?

Una oración católica dice «Yo confieso ante Dios Todopoderoso, y ante ustedes hermanos, que he pecado mucho, de pensamiento, palabra, obra y omisión…». El problema es que muchos de los conciudadanos aludidos en el título tal vez no creen en estas expresiones religiosas. Pero, si vamos a unirnos para salir de este atolladero y reconstruir Venezuela, es deseable que digan «…por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa…». En los asuntos ambientales necesitamos esa confesión para que tengamos la seguridad de que hay sinceridad en el planteamiento de nuevas alternativas de desarrollo para nuestra nación. Puede haber buenas intenciones, pero el «mea culpa» es justo y necesario.

@jrlozada61

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