Léase bien, 21 países califican al régimen venezolano de criminal y lo acusan de haber destruido todos los órganos de los poderes públicos. Los faltos de virilidad atentaron contra María Corina, la principal artífice de la ruta de la libertad que significó el 16-7-17. Ese día se erigió la nación en fuente legitimadora del poder público al radicar en ella la soberanía popular. Rechazamos y desconocimos una constituyente fraudulenta propuesta por Nicolás Maduro sin la aprobación previa del pueblo de Venezuela y violando la Constitución. Ordenamos a la FA y a todo funcionario público defender la Constitución y respaldar las decisiones de la legítima Asamblea Nacional. Y mandamos que se procediera a la renovación de los poderes públicos con arreglo a la Constitución y la realización de elecciones libres y transparentes, así como la constitución de un gobierno de unión nacional para restituir el orden infringido. La ruta es cumplir el mandato y echar del poder a la narcodicatadura. La voluntad de cambio es irreversible, la clave es lograr la articulación de fuerzas.
Maduro es el presidente de un desastre. No hay una economía peor en el mundo. El clientelismo corrupto ha reducido a ciudadanos a supervivientes menos que habitantes. Contra tal ignominia nos rebelamos con un volcán de soberanía popular, trabamos lucha entre la vida y la muerte, el crimen y la justicia, la luz y las tinieblas.
Esta estafa de mentiras hundió las banderas de la izquierda y, de paso, por su visibilidad lograda a punta de propaganda pagada por la corrupción, la desacreditó a escala mundial. El 16-7-17, día de la Virgen del Carmen, la nación depositaria de la soberanía popular decidió, mandó ponerle punto final a la tiranía bellaca. Ese glorioso día el pueblo se contó, eso no se borra y quedó fiel registro; el pueblo que manda por encima de los poderes públicos pone fin a la tiranía y se pronunció por la restitución del hilo constitucional, y dejó en claro que el fraude constituyente a la soberanía popular no va, porque su único objetivo es enterrar la democracia y disolver la república. Se conversa solo para el desalojo del poder.
Sepamos que el camino de los principios y valores, sin claudicación, nos conducirá a vencer la ignominia, la mentira y el reino del mal impuestos por el régimen, y mediante la fuerza y la constancia del camino emprendido, espantaremos los miedos y erradicaremos la desesperanza sembrada por los cubanos comunistas. Este camino de fidelidad a la verdad, los principios y la dignidad de la soberanía popular, cuando todo aparece apagarse, brota con una límpida fuerza que nos impulsa hacia la meta aspirada; y es que el camino duro con sus idas y venidas, aunque parezca paradójico, provoca el paso seguro de la incertidumbre a la esperanza cierta de que el bien le ganará finalmente al mal.
¡No más prisioneros políticos, torturados ni exiliados!
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