De acuerdo con los analistas en el tema petrolero, que los hay serios, al igual de los que pretenden serlo pero no lo son, Venezuela podría estar produciendo, hoy por hoy, 5 millones de barriles diarios, incluso más. Pero eso no es lo que ocurre. Se calcula que la producción no supera 1.500.000 barriles diarios, y en caída. ¿Qué pasó entonces? Pasó que la hegemonía depredó la industria petrolera nacional, acabó con su potencial de expansión, destruyó inmensas posibilidades de desarrollo energético, al menos durante el siglo XXI; desbarató el sistema de refinerías nacionales y, en suma, puede llegar a producir el antimilagro de transmutar a Venezuela en un país ex petrolero.
No es una pesadilla, en lo que a nuestro país se refiere, sino una perspectiva que cada vez se acerca más a la realidad. A finales del siglo XX, Venezuela mantenía una posición importante en el mapa petrolero mundial, y su corporación petrolera, Pdvsa, también. Hoy son un punto minúsculo, a pesar de las cuantiosas reservas de hidrocarburos pesados. Y todo ello aconteció en medio de una bonanza petrolera. Los responsables políticos y operativos de semejante tragedia hacen dos cosas. O se quedan callados, o escriben unos opúsculos sin ningún tipo de credibilidad. Y me refiero a los responsables que se presentan como no corruptos, porque los otros, la gran mayoría de corruptos que han obliterado a la Venezuela petrolera, esos andan escondidos en sus paraísos fiscales, o siguen haciendo de las suyas, gracias a la impunidad que les garantiza la hegemonía roja.
Si la producción se calcula en 1.500.000 barriles diarios –y cayendo–, las exportaciones comerciales se calculan en menos de 1 millón; todo eso, repito, disminuyendo a paso constante, y en un contexto de desconfianza radical en quienes desgobiernan a Venezuela. Nadie quiere invertir en el sector petrolero venezolano. Ni siquiera en lo que queda de Pdvsa. Los rusos o los chinos firman papeles y contratos, pero no invierten en el sector petrolero. Los segundos cobran sus deudas a precios de usura, y no es improbable que también estén considerando salirse del pantanal venezolano.
A todos los países exportadores de petróleo del mundo les ha ido bien en el presente siglo. Todos menos uno: Venezuela. Arruinada, en catástrofe humanitaria y en ruta de culminar de manera miserable su historial petrolero, es difícil que le haya podido ir peor. Pero así será mientras la hegemonía roja siga donde está.
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