COLUMNISTA

Demografía y oportunidades

por Beatriz De Majo Beatriz De Majo

Treinta años de una política restrictiva en materia demográfica crearon no pocas dificultades a la segunda economía mundial. Desde hace casi cuatro años el desmontaje de la Ley de un solo hijo comenzó a corregir la tendencia, pero pasarán muchos lustros antes de que se logre un equilibrio.

Para verlo en términos gráficos hay que imaginar que la población del gigante de Asia, para esta hora, refleja una pirámide invertida con un importante contingente de personas mayores en la parte superior y un número significativamente menor de personas jóvenes en la base. La población envejece a gran velocidad y presenta a una fuerza laboral reducida para sustentar a quienes se vuelven más viejos y más longevos.

El caso es que esta masa de jóvenes hijos únicos está compuesta de individuos a quienes les toca mantener a dos padres y a cuatro abuelos, una carga pesada para un país que presenta retos importantes en el mantenimiento de un crecimiento acelerado. Los jóvenes sin hermanos enfrentan, pues, responsabilidades inmensas con sus familias y ello ha ocurrido en el instante en que sus hábitos han sufrido una transformación de calibre por los avances tecnológicos de su país que ponen a su alcance formas de consumo globales impensadas años atrás.

Ese es otro tema que requiere la atención de quienes rigen el destino de esta sociedad: el relativo al comportamiento de consumo del segmento de los que comúnmente se les llama Generación BAT (Baidú, Alibaba y Tencent) y de los “millennials” de la gran potencia asiática. Estos representan una población superior a 400 millones de habitantes y configuran una sociedad mucho más inclinada a gastar que a ahorrar.

La propensión a adquirir del exterior artículos de lujo ha sido percibida con preocupación por la administración Xi y ha provocado una toma de conciencia sobre la necesidad del fortalecimiento de la cultura autóctona, sus costumbres y sus hábitos. La expectativa de una eventual guerra comercial con Estados Unidos ha llevado al gobierno a hacer esfuerzos por fortalecer la identidad nacional y por convertirla en un valor para los estratos juveniles.

Estos esfuerzos han redundado en un renacimiento visible de su propia cultura y ello se manifiesta en variados terrenos como la producción de programas televisivos, la literatura, la artesanía, el diseño de moda, hasta el punto de que un estudio reciente de McKinsey ha revelado que los consumidores chinos actuales prefieren los productos locales en comparación con los extranjeros en 9 de 17 categorías, lo que incluye bebidas, moda y productos electrónicos e informáticos.

El asunto es que a la vuelta de pocos años –una década a lo sumo– la generación BAT representará 40% de la población de su país. Y ellos, al interior de núcleo familiar, tomarán las decisiones de compras por sus cercanos. Estamos hablando de 100 millones de viejos y 224 millones de niños.

Todo ello hace pensar que, además de motorizar los planes externos de internacionalización e influencia de China en el mundo como son la Nueva Ruta de la Seda y China 2025, Pekín debe empeñarse en estimular las producciones internas para ir al encuentro de este inmenso reto. Y, al propio tiempo, concientizar al mundo, fuera de sus fronteras, sobre el potencial de compras que se está gestando en China en la medida en que el país crece y se fortalece.