COLUMNISTA

Del siglo XXI o de cualquier época, el socialismo es un fracaso

por Armando Martini Pietri Armando Martini Pietri

Busque un país del mundo, en los últimos 150 años, donde el socialismo en cualquiera de sus interpretaciones marxistas haya dado a cualquier pueblo lo que siempre ha prometido (excluya a la China actual, cuyo gobierno comunista y tiránico lleva ya al menos 30 años manejando una economía y un criterio de desarrollo social netamente capitalista).

No va a encontrar, excepto los socialismos políticos de los países escandinavos, que no son de izquierda sino de eficiencia nórdica. No logrará hallar, porque donde cualquier socialismo se impone solo produce estruendosos, ruinosos, represores y sangrientos regímenes.

La Unión Soviética con aquella Rusia que jamás hubiera ganado la Segunda Guerra Mundial sin la enorme ayuda estadounidense, los países de la Europa central aplastados por tanques y policías secretos rusos, la China de Mao Tse Tung, Vietnam, la actual Corea del Norte, la Cuba que engañaron, encadenaron los hermanos Castro y sus barbudos originales, la Nicaragua reprimida por las mentiras y corrupción de los sandinistas, tergiversada por los Ortega, aquel Chile arruinado por Allende, el ciclón de asesinatos y violencia de los Jemeres Rojos, nombre con el que fue conocido el Partido Comunista de Kampuchea que, tras la Guerra de Vietnam, la salida de Estados Unidos y el derrocamiento del general Lon Nol, tomó el poder el 17 de abril de 1975-, en fin, busque para no encontrar promesas cumplidas ni justicias sociales y felicidad para todos.

Seducida Venezuela por las promesas de unos militares que ocultaron, luego de su rotundo fracaso insurgente, su verdadera ideología castrocomunista, no iba a ser la excepción. Llegaron finalmente al poder basados en la intensa y suicida campaña de descrédito de la democracia por intelectuales, medios de comunicación que no supieron ver más allá de sus narices, egoísmos y soberbias personales, decidieron que la Constitución no les servía, la declararon moribunda y escribieron una nueva que, dicho sea de paso, tampoco han cumplido, la democracia nacional sigue agonizando.

“¡Exprópiese!” se convirtió en decisión favorita de esos militares y civiles que se aferraron al jefe que proclamaba a los cuatro vientos democracia participativa, independencia y libertad mientras aplicaba dictadura y represión; el castrosocialismo venezolano se convirtió en lamento y ruina. En menos de 20 años destruyeron a un país que fue ejemplo de democracia y libertad en el mundo, una nación que aún con fallas reconocidas por sus propios protagonistas se había convertido en uno de los más ricos y confiables del mundo, con un elemento adicional, diferente a socialismos marxistas anteriores. No necesitaron crear su propia fuerza militar, simplemente transformaron a la que ya existía y había sido formada en un ambiente democrático, respetuoso de las leyes y cumplidora de su deber de defensa del país, en fuerza propia y cómplice poniéndola a gobernar. Y a ganar dinero. O sea, lograron lo que los gobiernos anteriores no habían intentado ni mucho menos conseguido antes: que el sector militar venezolano dejara de ser “forjador de libertades” para convertirse en cogobernante, coautor del desastre general y tan culpable como los dirigentes envueltos a su vez por la felonía y desparpajo castristas.

El socialismo ha sido la historia; lo demuestra a poco que se lea un fiasco reiterado en el que ha logrado adueñarse del poder. El socialismo de los siglos XX y XXI ha arruinado todo lo que ha tocado, arrebatado y manejado. Con solo una diferencia en Venezuela: que la abrumadora mayoría del pueblo, con sucesivos dirigentes democráticos, ha levantado tercamente la cabeza, ha salido una y otra vez a las calles a reclamar el éxito socio-económico y cultural que le prometieron y jamás cumplieron, pero que la ciudadanía recuerda y los padres les cuentan a sus hijos.

El socialismo es un espejismo para la felicidad, con la farsa de la igualdad para todos que es falsedad; la felicidad de poder y dinero es solo para quienes comulgan con la infame ideología y obedecen ciegamente a sus jefes. Los líderes socialistas son delincuentes intelectuales, ladrones de sueños y manipuladores propagandísticos.

Vuelven caca el sistema productivo porque el socialismo necesita a dependientes, mediocres, pobres, con baja estima, poco educados, mal alimentados, deprimidos y hasta flojos, para manejarlos con migajas y limosnas. Los ciudadanos con principios éticos, valores morales y buenas costumbres, no les hacen falta, por el contrario, los invitan a irse del país,

Con asombrosa popularidad, fe ciudadana y obviamente no de un día para otro, comienza a surgir una nueva generación de liberales republicanos formada en las universidades y de todos los sectores sociales del país, para encabezar una rebelión civil y rescatar a Venezuela de las garras de la incompetencia y corrupción. Espejo deslumbrante y ejemplarizador en el cual están viéndose, con incomprensión, estupor y miedo, los castrismos, el comunismo y socialistas del mundo.