- Del inmediatismo. Los estrategas más populares en la comarca suelen increpar a los comentaristas, críticos y tuiteros, sobre la inconveniencia del inmediatismo, lo que en el contexto venezolano actual significa que no debes pedir que Maduro se vaya ya. Tal demanda denotaría inmadurez, ansiedad de novatos e incomprensión de los tiempos arcanos de la política, por aquello de que las cosas de Palacio van despacio. Se replica desde la plebe a los Churchill de botiquín que ¡bueno es cilantro, pero no tanto!, que se tienen 20 años en esto que comenzó como comedia, se convirtió en drama y ahora es tragedia sin fin. Ya se sabe el circuito: le ofrecen que la usurpación va a cesar el 23 de febrero o por allí; la usurpación no cesa; la gente reclama; y se le tapona la boca con la retórica en contra de la impaciencia. Sin embargo, lo que puede estar detrás de esta cadena de incomprensiones mutuas es que el universo que viven los ciudadanos comunes y corrientes no es el de los dirigentes, pues son dos ecosistemas distintos que han llegado a tener lógicas diferentes: en uno reina la necesidad agobiante, en otro la incertidumbre de una acción política; en uno la paciencia ha muerto, en el otro el cálculo y los tiempos todavía tienen oficio. Son dos mundos.
- De la estrategia secreta. Otro de los temas más al uso es el de la sabiduría de los estrategas y de los secretos que esa sabiduría demanda. Ya no hay discusiones sobre el qué; no hay alma venezolana que mueva las alas que no sepa que la banda criminal debe salir de la ratonera donde se guarece. Sin embargo, el cómo se muestra evasivo entre un quiebre del Alto Mando prometido, una entrada “sí o sí” de la ayuda humanitaria, o un portaviones anclado a la vista de los circunstantes guaireños. Más ignoto es el cuándo que se ha ofrecido varias veces y ahora vuelve como promesa para el Primero de Mayo. Ante las demandas para saber las respuestas se ha hecho lugar común por parte de la gente de Guaidó decir que “las estrategias no se anuncian”, “los contactos entre el presidente (e) y las potencias amigas no se revelan públicamente” o algo más mesiánico estilo “Juan es un líder tan superior que él sabe lo que hace”. En realidad no hay tales estrategias secretas porque, caballeros, no hay nada secreto en este planeta que aguante tres o cuatro días; ni siquiera en la Casa Blanca. Luego, la fortaleza de las estrategias políticas es que la ciudadanía las conozca, comparta y asuma. Y, finalmente, si hubiese una estrategia militar que obviamente sí merecería el honor del secreto tal vez habría habido algún alzamiento; aunque como venezolano esperanzado no abandono la idea de una madrugada con Himno Nacional, libertad de los presos políticos y un avión que surque el cielo caraqueño con su pesada y grasienta carga enrumbada hacia La Habana o al Distrito Sur de Nueva York.
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